El diario plural del Zulia

De los traidores, por Nicmer Evans

T raición, según la Real Academia Española es: “Falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener”. Desde la muerte del presidente Chávez, dentro de quienes se identifican en el marco del proceso revolucionario y además han secuestrado el derecho a direccionarlo, se ha manejado la lealtad con base en la célebre frase: “Mi opinión firme, plena, como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que en un escenario que obligaría a convocar de nuevo a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Yo se los pido desde mi corazón”.

Como si fuese una frase eterna, atemporal, inalterable. Como si, a pesar de que Maduro no cometiera el desastre que hoy comete, igual, porque lo dijo Chávez “pleno como la luna llena” deberíamos eternamente agradecer a Maduro haber logrado que Chávez lo escogiera. Como si Chávez fuese infalible, a pesar de los errores que en vida le criticamos todos los venezolanos, incluso los que éramos y somos afecto a él. Sin embargo, lo que se obvia de ese extraordinario discurso, es el condicionamiento lógico de esa lealtad, que al no cumplirse entonces permite definir claramente de donde se puede originar la traición. “Nicolás Maduro es uno de los líderes jóvenes de mayor capacidad para continuar, si es que yo no pudiera, Dios sabe lo que hace, si es que yo no pudiera continuar con su mano firme, con su mirada, con su corazón de hombre del pueblo, con su don de gente, con su inteligencia, con el reconocimiento internacional que se ha ganado, con su liderazgo al frente de la Presidencia de la República dirigiendo junto al pueblo siempre, y subordinado a los intereses del pueblo, los destinos de esta patria”. A diferencia de Chávez, Maduro le tiene miedo al pueblo, lo considera desleal y traidor porque lo castigó el 6D, pero lo que no comprende, es que quien ha sido desleal y traidor ha sido él. Chávez lo dijo muy claro, continuar su gesta por Maduro, implica claramente hacerlo junto y subordinado a los intereses del pueblo, y eso Maduro y todo su equipo no lo ha hecho. Ejemplos puntuales sobran:

1.- Una Ley de Precios Justos que es una burla al pueblo que vive de su trabajo, ya que ha servido fundamentalmente para justi car una in ación de las peores de la historia republicana, en nombre del socialismo y la revolución.

2.- Una depauperación del salario, al punto de disminuir el valor del ingreso mínimo mensual de 600 dólares en 2007 a 15 dólares en efectivo hoy.

3.- El valor del tique de alimentación por encima del salario real, que tiene repercusión en las prestacione sociales, bonificando el salario a niveles peores que los de la llamada IV República.

4.- Pago inequívoco de la deuda externa a los tenedores de bonos y a China, en sacrificio de la salud y la alimentación del pueblo. La disminución a menos de un tercio de las importaciones de hace tres años, para garantizar el pago de la deuda, es cuando menos, una acción criminal.

5.- Impunidad absoluta, ante una fuga de capitales que ya es reconocida por el Gobierno en no menos de 500 mil millones de dólares sin que exista un responsable y sin ejercer todos los mecanismos necesarios para incautarlos, repatriarlos y hacer pagar a quienes se lo han robado.

Traidores Diosdado, Maduro y todo el aparato de mercenarios comunicacionales del Gobierno, son ustedes que han permitido este desastre, en nombre de Chávez y la revolución, haciendo involucionar la lucha de muchos a niveles que nos costará tiempo recuperar, pero no será imposible. Lo único que pediría es que mientras tanto, ustedes, los del Gobierno hamponil y forajido, encubridores de narcosobrinos (presuntos), no hablaran más en nombre del socialismo, porque no sólo les queda grande, sino que simplemente no les queda bien junto a sus escoltas, relojes, camionetas blindadas, y los dólares en las bóvedas o cajas de seguridad. Traidores es poco, para lo que este pueblo noble deberá juzgar en el marco de un verdadero estado de derecho, junto con unos cuantos cómplices de la otra cúpula política, la de la oposición, que hoy también son parte de jugosos contratos con el Gobierno, gracias a buenas asociaciones, íntimos matrimonios y amistades peligrosas.

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