Tus genes revelan lo que te agrega kilos de más
Cuando hablamos de alimentación saludable puede surgir, sin darnos cuenta, la palabra "dieta" y a continuación su posible apellido, que si la dieta "A", la dieta "B" o la dieta C. Sin embargo, tal como explica la Doctora Gloria Sabater, especialista en medicina antienvejecimiento y genética/genómica nutricional en SHA Wellness Clinic, desde el punto de vista científico lo realmente eficaz es la personalización.
La experta asegura que la información que aportan los genes permite definir cuáles son los alimentos más saludables para esa persona. "Con esto no nos referimos a las intolerancias alimenticias, sino más bien a terrenos más cercanos a la prevención cardiovascular, el deterioro cognitivo o el fortalecimiento de los huesos y el embellecimiento de la piel", argumenta.
Hablemos de adelgazar
Uno de los aspectos que se estudia en un test genético es cómo se metabolizan las grasas, lo que implica tener información no solo de cómo las absorbes, sino también sobre cómo se forma la grasa a nivel endógeno (lipogénesis) e incluso la tendencia a tener más o menos apetito o alteraciones en el estado de ánimo que le pueden llevar a querer comer más cuando tienen estados de ansiedad. "Esta información es útil para que el profesional pueda dar consejos nutricionales o nutrigenómicos determinando en cada caso qué conviene al metabolismo de esa persona", revela la doctora de SHA Wellness Clinic.
La precisión es una de las ventajas de llevar a cabo este tipo de estudios pues a muchas personas les sucede que tras probar varias dietas a lo largo de su vida someten a su cuerpo al efecto de un "ensayo-error" constante. Algo que, según la experta, puede ser más perjudicial de lo que creemos.
Existen estudios genéticos completos y otros preventivos y especializados, en función de la información que se desee saber. Algunos permiten determinar cuál es el deporte que más te conviene o si eres una persona propensa a las lesiones o rotura de ligamentos, el riesgo que tienes de padecer osteoporosis, alzheimer, degeneración macular asociada a la edad, glaucoma, síndrome de Crohn, diabetes tipo II, alopecia androgénica, enfermedades neurodegenerativas, cáncer de mama, de colon o de próstata, etc. Una vez que se conocen estos datos la recomendación sobre determinados nutrientes para mejorar la calidad de vida es más precisa y personalizada.