El diario plural del Zulia

Adrián Romero, un alcalde bajo fuego cruzado

Diosdado Cabello, desde Miraflores, y la dirigencia de Primero Justicia, con Julio Borges a la cabeza, torpedean una gestión que, pese a la coyuntura, promueve mejoras concretas para Maracaibo. Su renuncia o destitución serían un castigo más para la ciudad. ¿Y eso qué va a significar? Una anarquía mayor que la capital zuliana no merece.

 

Maracaibo no puede ser tratada como un botín de guerra.

495 años después de su fundación y tras su poderosa influencia para la historia republicana de Venezuela, la capital del Zulia, merece la oportunidad de apartar la anarquía y desarrollar sus potencialidades en el marco de una feroz campaña que ata de manos a Adrián Romero, alcalde encargado y funcionario público que, en muy poco tiempo, demostró eficiencia y vocación de servicio.

Desde la administración de Rafael Ramírez, Romero asumió responsabilidades gerenciales que cumplió a cabalidad y por ello hizo méritos suficientes para que el pasado 10 de octubre lo designaran Alcalde tras la ausencia del titular.

Pero su situación es dura y compleja tres meses después.

Se encuentra bajo fuego cruzado, con Diosdado Cabello, ministro de Interior y Justicia, liderando desde su programa Con el mazo dando, mensajes intimidantes que pretenden hacerlo romper una postura que lo desmarca absolutamente de la politiquería de lobbys y negociados, que tanto mal le hace a la nación.

Su posición al frente de la administración de la Alcaldía de Maracaibo ha sido clara en el respeto a la institucionalidad, pero ese respeto debe ser válido para todas las líneas jerárquicas.

Romero reconoció en un comunicado enmarcado en preceptos legales constitucionales, la titularidad del Ejecutivo nacional y regional, pero igual reciprocidad deben tener los entes del Estado y sus representantes con el titular de la Alcaldía de Maracaibo.

El propio Diosdado Cabello debe dar el ejemplo. Pregonar que el contralor Antonio Bermúdez lo hará “carne molida” no corresponde con una acción de tan alto funcionario público.

Y más cuando la persecución y el hostigamiento atentan no contra un funcionario sino contra una ciudad que quiere, merece y necesita, cambiar el rumbo hacia la anarquía.

En Venezuela, por el bien de los ciudadanos, se deben de bajar las pasiones y diatribas políticas y ponerse a trabajar por el bien de todos. Eso, por una parte.

Y por la otra, resulta increíble la mezquindad de Primero Justicia, organización política de la que forma parte, y que le exige asumir una posición partidista alejada de sus intenciones de defender un espacio político y de comunión ciudadana ganado con esfuerzo, disciplina, trabajo e inteligencia.

Maracaibo, como capital del Zulia, ya ha sido blanco de las consecuencias de este tipo de posturas.
Y Adrián, con valentía, se aparta de PJ.

Acaso no recuerdan que tras ganar las elecciones regionales Juan Pablo Guanipa fue en 2017, el único de los cinco gobernadores opositores que se negó a juramentarse ante la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), por considerarla ilegítima.

¿Y de qué valió?

Como era de esperarse, fue invalidado para asumir el cargo por los diputados de mayoría oficialista que conformaban entonces el Consejo Legislativo de Zulia. Ello dio paso a la ascensión de Omar Prieto, una de las figuras políticas del PSUV que más daño y destrucción le han causado al Zulia en su historia republicana.

Julio Borges y Guanipa deben dejar trabajar al alcalde Romero. Su renuncia o destitución serían un castigo más para Maracaibo. ¿Y eso qué va a significar?

La dignidad de los marabinos está por encima de los problemas e intereses internos de PJ o del PSUV en su afán de llevar a Maracaibo a ser una ciudad a la deriva.

La anarquía la pagan sus ciudadanos.

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