El diario plural del Zulia

Revolución, Jesucristo, vacas y cochinos, por Claudio Nazoa

En este año nefasto, los venezolanos estamos de luto por la agonía de nuestra patria, no obstante, sobre todas las miserias debemos hacer un esfuerzo y celebrar la Navidad.

La Navidad es una época bonita para sentir que la vida, a pesar de las circunstancias, es bella. Celebremos la llegada al mundo de un niño palestino quien, aun habiendo nacido en la pobreza material más grande que podamos imaginar, partió en dos la historia de la humanidad.

Cuando el Niño Jesús nació en Belén, nadie pensó que aquella indefensa y humilde criatura se convertiría en el hombre más rico sobre la tierra. Salvando las distancias, y son muchas sobre todo las santas, a mí me pasó como a Jesús: nací en cuna humilde, de padre famoso y mi mamá se llama María. Ahora, de adulto como él, no poseo dinero pero soy millonario por la hermosa familia que tengo y los maravillosos amigos que me rodean.

El secreto para sobrellevar y vencer el mal es transformar cada segundo de nuestras vidas en una aventura increíble que nos llene de felicidad. Y esa felicidad será el escudo que nos protegerá de lo horrible que pueden ponerse las cosas.

Así como existe el Niño Jesús y la bondad, también existe Satanás y la maldad. Sin embargo, para combatir al diablo, no hay mejor arma que hacer el bien.

Así que no hay tiempo que perder. Salga a la calle y demuestre con hechos que usted está feliz por la casualidad de haber nacido, y eso hay que disfrutarlo. Sea libre aunque esté preso y crucificado. Hable duro y sin miedo. Bese al primero que pase. Regale cosas. Brinde un pedazo de pan. Tenga fe y alegría en lo que hace. Haga el amor cada vez que pueda. Sonría a los niños. Cante, baile sin ton ni son y ayude a los necesitados sin ser visto.

Seamos positivos, aguerridos y optimistas, pero conscientes de lo que nos ha tocado vivir por culpa de estos diablos, comunistas, perversos e irresponsables, que arruinan y humillan a nuestro pueblo.

En Valencia, el Niño Jesús y yo vimos a venezolanos transportándose en camiones para cargar cochinos y vacas. Esto ocurre porque no hay cauchos, lubricantes, repuestos, gasoil y, a veces, ni gasolina. Para eso ha servido la revolución. Los venezolanos son tratados como si fueran ganado.

¡Ánimo! Recuerden que el Niño Jesús existe. 30 millones de venezolanos lo estamos esperando y en la carta que le escribimos todos pedimos lo mismo. Ni por un segundo duden que para el próximo año el Niño Jesús nos va a sorprender.

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