El diario plural del Zulia

Las revoluciones no perdonan, por Claudio Nazoa

En la película El último emperador, el monarca, viejo y convertido en jardinero por la Revolución Cultural China, ve pasar a un grupo de prisioneros con un letrero humillante colgado al cuello, donde se leía el supuesto delito cometido. Delitos como creer en otra religión o como poseer libros diferentes a El Libro Rojo de Mao.

Cualquier cosa que no fuera adorar a Mao Tse-tung era suciente para encarcelar y humillar públicamente, como lo hicieron aquí con el exministro de la defensa, General Raúl Baduel, cuando criticó a Chávez.

En la película, el emperador gira su rostro hacia una multitud que injuriaba y golpeaba a quienes traían amarrados. Cuál no sería su sorpresa al reconocer, entre ellos, a su torturador. En las revoluciones, quienes un día apoyan la locura, otro día, son traidores. ¿No es así, exministros Giordani y Navarro? ¿No sentirán miedo los actuales jueces del TSJ?

Hay que llamar a la reflexión a estos irresponsables que huyen hacia adelante. Ya no están al borde del barranco, están en el vacío. Salgan a la calle y a los mercados populares. Miren, palpen, oigan, pregunten en las colas, no sean obtusos y locos. Nadie los quiere. Perdieron en todas partes ¡Están jodidos! ¡Sálvense! Esa utopía absurda llamada socialismo del siglo XXI murió.

Está enterrada con Chávez. Ni los descarados de Fidel y Raúl quieren seguir con ese fracaso. Los cubanos, abiertamente, aman a Estados Unidos y a Obama. De Venezuela, sólo quieren el dinero. Ustedes se quedaron solos con su locura.

Las revoluciones no perdonan. Recuerden lo que ocurrió con los actores de la Revolución Francesa, con las purgas de Stalin, con el loco de Corea del Norte que todos los meses fusila con un cañón a su ministro de la defensa, con la esposa de Mao Tsetung y con los esposos Ceausescu en Rumania.

Las revoluciones son como las viudas negras: arañas que matan a sus consortes después que los utilizan para copular. Quienes hoy persiguen, mañana serán perseguidos. Quienes hoy juzgan y jalan bola, mañana serán humillados y juzgados. Están a tiempo. No se hagan cómplices de los ataques que sufren otros.

No debemos tener miedo. No debemos desanimarnos ni quedarnos callados. Piensen que tenemos un país en donde cabemos todos. La cosa es difícil, pero es mucho lo que se puede hacer. No desmayemos, porque si no, todos perderemos todo.

Pseuvistas: piénsenlo, para que no les pase lo que les ocurrió al torturador del emperador, a Jorge Giordani y a Héctor Navarro.

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