La pesadilla, por Énder Arenas Barrios
Cuando niño, muy niño, pues se entiende que alguna vez lo fui, sufría de parasomnia. No sé si todavía lo padezco, pues algunas veces tengo breves episodios de terror nocturno, pero esto ocurre solo cuando sueño que estoy en una conferencia dictada por Delcy Rodríguez y a ella se le ocurre introducir palabras que yo jamás había escuchado, por ejemplo: “excepcionalísimamente y espionajismo” (esta última realmente me producía breves episodios de disnea, que me hacía pensar en la inminencia de la muerte y entonces milagrosamente… despierto sobresaltado).
Hoy soy propenso a tener pesadillas, esto es una fatalidad nocturna, no hay noche que no tenga uno de esos sueños terribles que producen angustia, temor y depresión y que algunas veces me acompañan todo el día, eso es, se lo juro, arrechísimo.
Por cierto, y sin que venga a cuentos, a veces me pregunto cuando despierto por uno de estos terribles sueños, cuál será la pesadilla que tiene Maduro y empiezo a imaginarme cuál sería y escojo algunas que más o menos pueden repetirse en esas noches de Mira ores. Por ejemplo, creo que él debe soñar de dos a tres veces por semana con desastres naturales, a veces en forma de tsunami, otras veces en forma de terremotos o en forma de aguacero permanente de porquería de gallina que cae sobre su cabeza.
Otro sueño que debe tener es el de aparecer desnudo en público y en cadena nacional, que incluye la radio. Pienso, no, estoy seguro que el presidente Maduro sueña que se cae. Esta pesadilla es terrible para los venezolanos, pues ella es síntoma de que el Presidente no tiene la menor capacidad de controlar los problemas. Creo que él también sueña con que lo persiguen. Y finalmente, estoy seguro, que el Presidente sueña con que ha perdido a su pareja, aunque no sé si esto es una pesadilla en su caso.
Bueno, les repito, volviendo a lo mío que yo, ahora de adulto, soy propenso a las pesadillas. Anoche mismo, y esto se los juro, después de ver el video donde el joven que entró disparando al Banco Central de Venezuela (entidad fantasma en el cuadro político institucional venezolano) señalando que el hacía eso (es decir entrar armado al BCV y disparar en su interior) en protesta por el hambre que sufría el pueblo venezolano, me dormí profundamente y allí mismo me dio un ataque de pesadillas que se iban produciendo unas tras otras, como escenas de una película. Incluso llegué a reproducir oníricamente aquel cuento de Borges en la que un hombre soñaba que era soñado por otro y este a su vez por otro.
Les digo que anoche (la del jueves para viernes) fue terrible, una de las peores que he pasado. La última pesadilla que tuve esa terrible noche, fue escuchar como si yo estuviera en la propia OEA el duro informe de Almagro sobre el país, pero, yo no escuchaba el informe. Mi cara era de terror, yo me veía en ese sueño como en una escena de película cuando al personaje se le va acercando la cámara y resulta que estoy sentado justo al lado de Delcy, la canciller, con la que estoy casado, ¡vergación! Pero ella no se apellida Rodríguez, ella se llama Delcy Pinzón Solano y yo no me apellido Arenas Barrios, sino Mendoza Saenz y grito interrumpiendo el buen discurso de Almagro: ¡ C… estoy casado con Delcy la fea!, afortunadamente desperté, pero sudando frío y con un temblor que todavía, hoy sábado, no se me quita.