Jairo Silva González | No existe, parte II

En el artículo anterior afirmamos que UTOPIA, es un juego de palabras griegas está compuesta por dos palabras u: que significa no y topia: que significa lugar, de modo que utopía se traduce como no lugar, ningún lugar, lugar que no existe.
Tomas Moro introduce por vez primera en el año 1516 con su libro UTOPIA, esta idea la recogen los humanistas del siglo XVI entre ellos Montaigne quien afirma que es posible la utopía copiando el modelo de sociedad desarrollado por los indígenas de América, pero fue el polimatía suizo Jean Jacques Rousseau quien le da significado completo a ese término en su obra “El Contrato Social”, donde afirma tomando el principio de utopía que todos los hombres nacen libres e iguales.
Esta idea de utopía es zócalo para todas las revoluciones como por ejemplo la independencia de EEUU de Norteamérica. Estas ideas de libertad e igualdad también cimentaron la independencia de los países hispanoamericanos, desde luego de igual modo inspiraron a la Revolución Francesa ya sabemos en qué termino esto, nada de igualdad, nada de libertad y nada de fraternidad de la revolución francesa surgió Napoleón Bonaparte con férrea dictadura abnegando a Francia de terror y de guerra espantosa.
Esta idea de utopía a través de Rousseau la van a tomar los revolucionarios del siglo XIX a quienes lo rotulan con el moquete de socialistas utópicos entre ellos Louis Blanqui luego aparece Pierre Josep quien para diferenciarse de Blanqui acuña el termino socialismo científico, este concepto lo asumen Marx y Engels, los dos construyen todo un cuerpo teórico al cual le dan la metodología, de una rudimentaria ciencia social, la refuerzan con dogmas y leyes ajenas como por ejemplo la lucha de clases, Marx y Engels lo toman de la lucha de los contrarios principio básico de Darwin para explicar la supervivencia en la naturaleza del más fuerte y de Rousseau toman lo referente a la igualdad y la libertad.
Existe en la utopía una contradicción terrible, y sobre esta contradicción debemos reflexionar todos los seres humanos imaginados por Moro y los hombres visualizados por Rousseau, quienes por su naturaleza nacían libres e iguales, esto es controverso evidente, puesto que no se puede ser libres e iguales, ya que de existir una libertad absoluta entre los seres humanos la desigualdad seria gigantesca, porque no todos los hombres somos igualmente fuertes, no todos los hombres somos igualmente inteligentes, no todos somos aptos para muchas cosas, esta desigualdades con una libertad absoluta origina una desigualdad terrible, es decir los débiles, los que son menos inteligentes, quedarían explotados, sometidos por los que son más inteligentes de tal forma que desaparecería cualquier traza de libertad.
Si queremos establecer un orden de libertad absoluta en la que todos sean absolutamente iguales, habría que frenar el instinto agresivo, posesivo del hombre porque los hombres tienden a luchar, a señorear a los demás eso ha sido su fuerza histórica entonces si esto se diera, habría que hacerlo cómo, habría que hacerlo con una dictadura férrea que no diera el menor resquicio de libertad de lo contrario resurge la desigualdad, de modo que la libertad e igualdad son contradictorias, esto lo hemos aprendido porque las revoluciones se han hecho bajo el principio de libertad y de igualdad pero las revoluciones han terminado en dictaduras feroces, porque al restablecer una forma de libertad el mito de la igualdad desaparecería y esto es cierto porque donde se ha establecido una igualdad relativa ha sido sacrificando la libertad.
De modo que la humanidad está condenada a buscar formas sociales donde se asocien tanta libertad, como tanta igualdad sean posible, no suprimiendo las dos, ni que las dos puedan existir absolutamente entera, cabal y juntas porque son contradictorias y se autodestruyen una a la otra.
De tal forma pues que la utopía es una verdadera quimera, esto no significa que el hombre deje de luchar por la justicia, por la libertad y por la igualdad solo que debe hacerlo tomando en cuenta la naturaleza del hombre, solo de esa manera podemos instaurar un modelo Democrático, que permita lograr la libertad y la igualdad de manera equilibrada sin sacrificar ninguna de las dos.
Tomas Moro no se imaginó la dimensión descomunal ni daño que trajo al formular aquel juego de palabras griega U –TOPIA.