70 aniversario de Copei, por César Ramos Parra
La Democracia como sistema de Gobierno tiene su asiento en los partidos políticos y todos ellos, sin exclusión alguna, conforma el variado elenco de opiniones disímiles que a través de la confrontación pacífica y civilizada de las ideas que sustentan, pretenden buscar la verdad para ponerla al servicio del bien común y los interés del País. Los partidos políticos se pueden conceptualizar como asociaciones voluntarias de individuos que comparten un conjunto de principios y valores plasmados en un proyecto común; son, en esencia, una organización de hombres y mujeres con vocación de poder para ejercer el liderazgo en un ámbito social determinado.
Por tal circunstancia, absolutamente todos los partidos son necesarios e importantes y en la medida que estos se desarrollen y maduren en sus objetivos, métodos y procedimientos para ejercer la acción política, la democracia se fortalecerá y permitirá lograr una sociedad libre, plural, donde prevalece la paz, la justicia, libertad, el estado de derecho.
Las desigualdades, la corrupción, la impunidad, así como la violencia y el estancamiento económico son los principales problemas a derrotar para poder fortalecer el sistema democrático y para lograrlo, los partidos son actores insustituibles de la vida política; sin ellos la democracia es imposible. De su actuación dependerá la calidad de la vida pública. Si no son eficaces en esa lucha, el pueblo se sumerge en la desesperanza y el escepticismo. Por ello, hay un déficit en materia de participación ciudadana, ya que son pocos los ciudadanos interesados en la vida política y un estado democrático demanda una sociedad civil fuerte.
El pasado 13 de enero, el Partido Social Cristiano COPEI arribó al septuagésimo aniversario de su fundación. Sería mezquino negar los aportes fundamentales realizados por esa organización al desarrollo del País. Como toda obra humana no ha estado exento de imperfecciones y problemas que lo han minimizado en los últimos tiempos en los espacios de poder, pese a contar con un significativo conglomerado de simpatizantes y militantes identificados con sus postulados ideológicos sustentados en el Humanismo Cristiano, de plena y absoluta vigencia en esta era de la postmodernidad.
Hoy más que nunca, Venezuela necesita a un COPEI renovado, unido por la fraternidad de sus militantes y dirigentes que deben abolir rencores y querellas para empinarse sobre sus dificultades, reencontrarse y relazarse con la grandeza de su historia para retomar con optimismo sus banderas de lucha y colocarse nuevamente al servicio del País. El impulso a procesos innovadores que transforme su estructura organizacional privilegiando la descentralización y fortaleciendo la participación de su militancia en la toma de decisiones dejando atrás la organización cupular, la formulación de una agenda para servir al pueblo y al país transformándolo efectivamente en una organización de servicio, la formación político-ideológica de su militancia para alejarla de ser una simple maquinaria electoral y por cuya desviaciones, muchos optamos por abandonar sus filas, son aspectos fundamentales que contribuirían a que esa importante organización recupere los espacios perdidos, si vuelve a tener como norte en la acción, lo expresado en su lema distintivo que le hizo grande y le permitió conquistar el corazón de muchos venezolanos: “POR LA JUSTICIA SOCIAL, EN UNA VENEZUELA MEJOR”.