El diario plural del Zulia

Editorial: Apostamos al Zulia

Desde Versión Final tomamos diariamente el pulso de nuestra tierra, del Zulia entero, con las historias de nuestra gente, sus logros y sus malestares, sus necesidades y proyectos, el drama de la salud, el hambre, la pobreza, la deserción escolar, la carestía incontrolable de los alimentos, los transformadores estallando, los apagones, la muerte del tejido empresarial.

Los gobiernos pasan, pero sus obras dejan huellas.

Con ellas llegan metas cumplidas, sueños frustrados o ilusiones enterradas.

La responsabilidad ética de los medios de comunicación cumple un rol fundamental en este punto, ya que actúan como contralores de todo lo prometido y del uso efectivo de los presupuestos asignados.

El periodismo está allí, en parte, para informar con veracidad y objetividad sobre la realidad de una administración, y para exponer las radiografías más claras de una gestión pública ante la ciudadanía, que finalmente decidirá si ese equipo de hombres y mujeres al frente del gobierno han hecho las cosas bien.

Por ello, los medios de comunicación necesitan actuar con libertad, ya que el lector también tiene un derecho humano a estar informado.

Desde Versión Final tomamos diariamente el pulso de nuestra tierra, del Zulia entero, con las historias de nuestra gente, sus logros y sus malestares, sus necesidades y proyectos, el drama de la salud, el hambre, la pobreza, la deserción escolar, la carestía incontrolable de los alimentos, los transformadores estallando, los apagones, la muerte del tejido empresarial.

Y sí, el trabajo periodístico deja ver, con responsabilidad, el declive del estado más importante de Venezuela. No solo en términos demográficos, sino también como epicentro de la producción petrolera, petroquímica, de innovación tecnológica y de emprendimiento sin parangón en la geografía nacional. Un estado que ostentó hitos universitarios de talla internacional y que convirtió a Maracaibo en la capital científica de Latinoamérica, con el impulso colosal de la banca privada; todo un ecosistema articulado en una sola región que, lamentablemente, no pudo sostenerse en el tiempo.

El Zulia de hoy está diezmado. Esa es la realidad que muestran las calles.

Pero en esas huellas de valentía que elevaron a la región a los más altos estándares, se encuentra el verdadero orgullo zuliano.

Nos permitimos un diagnóstico desde el análisis social que puede resumirse en una frase muy breve:
“Faltaron gobernantes con mente de estadistas.”

Los que se enquistaron en el poder durante el último cuarto de siglo no tuvieron, ni de cerca, el calibre de un verdadero líder. Señalamientos por corrupción y niveles de vida obscenos, incompatibles con la función pública, contrastan con referentes políticos y gerenciales de antaño, que entraron y salieron del servicio público con los mismos patrimonios.

En estos 25 años hemos visto a un Zulia no solo destruido en su infraestructura y servicios, y en la calidad de vida de su gente —forzando al 40 % de la población a emigrar—, sino también devastado en el manejo ético y en la moral pública.

Basta con observar dónde viven hoy esos gobernantes, la vida de lujos y fortunas que disfrutan, dentro y fuera del país, ellos y hasta sus nietos. Por eso, desde nuestros editoriales, afirmamos con convicción que el Zulia merece mucho más.

Merece gente que lo ame. Líderes que vengan a servir, no a enriquecerse.

Los políticos, en el ejercicio de sus funciones públicas, deben recibir remuneraciones dignas, incluso superiores a las del sector privado, junto con una seguridad social que les garantice vivir con dignidad en el futuro. Así podrán enfocar su gestión en ser limpia, transparente y honesta.

La corrupción, como en el dicho popular, "es como la tos": no se puede ocultar. Pero quienes han gobernado al Zulia ni siquiera han intentado disimularla.

Hoy, con una nueva realidad, emergen nuevos liderazgos en el Estado, y aspiramos a que esta etapa marque un cambio en la forma de gestionar lo público.

APOSTAMOS AL ZULIA, y confiamos en que desde el “Palacio de los Cóndores” se envíe un mensaje claro al resto de los funcionarios públicos: que sí es posible gobernar con honestidad y eficiencia.

La historia los juzgará, y sus acciones los llevarán a sus páginas negras o doradas.

Hagamos votos para que esas páginas estén llenas de obras y transformaciones, y para que el Zulia recupere su grandeza. A ella apostamos, y por ella pedimos a Dios.

Carlos Alaimo
Presidente-Editor

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