Los tesoros de Juyasirain, la selva húmeda de Mara [+Fotos]

Es Jueves Santo, el reloj marca las 7:00 de la mañana. El sol propio de Maracaibo brilla más que todos los días, o al menos así lo siento. Me pongo la mascarilla, levanto mi morral y el maletín fotográfico, me dirijo hacia un lugar desconocido, descrito maravillosamente por personas que ya lo han visitado. La curiosidad y ganas de conocer nuevos paisajes me animaron a agarrar camino. Voy como reportero gráfico del Diario Versión Final y productor del programa Ecos del Ambiente, que se transmite todos los sábados en LUZ Radio 102.9 FM. El punto de encuentro es al lado del Comando Zona 11 de la GNB Zulia (antiguo CORE 3), de allí salimos rumbo a la Sierra de Perijá. Nuestro destino es la comunidad de Juyasirain, que en wayuu significa "zona que llueve mucho".
La aventura en la selva de la parroquia Marcos Sergio Godoy del municipio Mara inicia con la guía de Arsenio Ramírez, director del Servicio Autónomo Municipal de Turismo (Samtur). El encuentro entre ciclistas, mochileros y amantes de la naturaleza converge en El Caimito. Somos 16 personas, entre ellos Ángel Gabriel, un niño de 11 años. Mi recorrido en moto, al lado de los ciclistas, es desde la salida de Maracaibo hacia tierras indígenas. Luego hacemos transbordo en bus hacia el poblado de Cuatro Bocas, donde se ubican comercios de las etnias yukpa, wayuu, barí, añú y japrería.
Al llegar al terminal Ana María Campos, embarcamos el bus hacia Cachirí. El paisaje árido rodea los principales caseríos, la cultura indígena es la predominante; otro ritmo, otras costumbres. Si vienes de la ciudad te sentirás extranjero. Eres un “alijuna” en esta tierra.
Luego de hora y media de recorrido, amenizado con la música vallenata, llegamos a las afueras de Cachirí. Hacemos transbordo a una camioneta rústica de la Alcaldía de Mara. Este es nuestro último aventón. Ahora comienza la verdadera aventura; una caminata de aproximadamente 12 kilómetros de subidas y veredas, desde Cachirí hasta el fundo Moisés, lugar del campamento. El principio es árido, pero la recompensa del río Maché se hace sentir con sus aguas cristalinas, el sonido de la selva te envuelve, los grillos, las aves exóticas y los monos tocan su sinfonía. Cada pisada es de cuidado entre la espesura del bosque.
Apenas llegamos a nuestro lugar de campamento, levantamos nuestras carpas y organizamos el equipaje y las provisiones. Los guías Moisés y Víctor Castro, hermanos, comparten su sabiduría de las tierras de Juyasirain. Ahora nos toca descubrir uno de los tesoros de la zona: los petroglifos.
Este arte rupestre de los indígenas venezolanos data de más de mil quinientos años de antigüedad, según pruebas de carbono. Esto lo explica Arsenio Ramírez, director de Turismo del municipio Mara. También nos acota que muchos de los caminos hacia la selva húmeda fueron creados por exploradores de carbón. Esta zona es rica en el mineral, pero por su alto grado de contaminación, la extracción afectaría a los principales ríos de la zona, afluentes que alimentan los embalses de Tulé y Manuelote.
Deslumbrados por la naturaleza
Nuestro segundo día en la selva humedad de Juyasirain. Aquí no funciona la red celular, ni pensar en el wifi, nuestra única conexión es con la naturaleza y lo que interpretamos de ella. Ahora nos preparamos para conocer los pozos y cascadas ubicados a 4 kilómetros de nuestro campamento base, hasta llegar a la naciente del río Maché.
Salimos todos con los guías, caminando hacia el río, siempre en ascenso entre piedras y hojas. El sonido del entorno te atrapa, el agua cristalina refresca los pies mientras avanzamos. Cada pozo es una piscina natural con su cascada entre las rocas. Arsenio explica que esta iniciativa ecoturista es una propuesta para dar a conocer las potencialidades de la zona, ofrecerlas al turista local y extranjero.
La naciente del río Maché alimenta el embalse de Tulé, junto al río Socuy, ambos amenazados por la deforestación de la zona. Luego de disfrutar de la cascada principal, descendemos al fundo Moisés, descansamos y nos preparamos para el siguiente día. Fue una jornada maravillosa.
El cielo gris es el preludio de la lluvia, al inicio parece rocío, ahora entendemos el significado de Juyasirain, selva húmeda.
Al lado del fundo Moisés, nuestro lugar de campamento, habita una familia humilde, pero desbordante en atenciones. Tienen vacas y becerros, fabrican quesos y cuajadas de forma artesanal. Unas delicias.
Sigue la aventura
El tercer día de nuestra aventura, Sábado Santo. Luego de una noche lluviosa nos preparamos para conocer el siguiente tesoro, la cueva de Juyasirain. Ya nos acostumbramos al clima del lugar. Yo, preparo mi equipo fotográfico, la mascarilla y la linterna. Voy blindado.
Antes de partir hacia la cueva, nos dirigimos a la casa de los vecinos. A pesar de que el área es selvática, cada quien tiene sus tierras parceladas y existe mucha producción ganadera en el lugar. En esta oportunidad visitamos una producción artesanal de queso. La familia con gran cordialidad nos recibe y nos deleita con arepas y cuajada, Observamos las vacas, becerros, caballos, burros, gallos y gatos. Los animales de granja son propios del lugar. Ahora nos alistamos para el siguiente recorrido hacia las cuevas.
Nos advierten que un tramo es empinado, que hay que subir con cautela. Todos en fila india estamos atentos a nuestros guías, pisamos con precaución. Luego de 4 kilómetros del campamento, atravesando la espesura de la selva, llegamos a la entrada de la cueva. Nos dividimos en dos grupos, ya que el espacio para su acceso es angosto. Nos indican que debemos ponernos las mascarillas para protegernos del guano (heces) del murciélago.
En la entrada ya se observan las estalactitas y estalagmitas, formaciones minerales que crecen en el techo y suelo de la cueva, según lo explica nuestro guía Arsenio Ramírez. La formación rocosa es un laberinto de túneles en plena oscuridad, solo nuestras linternas alumbran los minerales con la previsión de las medidas de seguridad. Es imperante no tocar las formaciones rocosas que cuelgan del techo. Así lo hacemos.
Luego de salir de las fauces de la montaña, regresamos al campamento, en nuestro trayecto por la espesura de la naturaleza, atentos en cada pisada, ya que nos hemos encontrado escorpiones, otros insectos, y serpientes del lugar. Esta es parte de la fauna que habita desde hace millones de años aquí.
Ya estamos de regreso al fundo Moisés, nuestro campamento base, descansamos y aprovechamos las aguas refrescantes del río, es nuestro último día en la selva.
Despedida
Llega el cuarto día. Hoy toca salir de Juyasirain, nos alistamos para recorrer de vuelta los doce kilómetros hacia Cachirí. En nuestra última caminata contemplamos el paisaje y los sonidos de la Sierra de Perijá. Vamos con nostalgia por lo que dejamos atrás, pero estamos conscientes que ese maravilloso tesoro natural nos espera para cuando decidamos regresar. Tras varias horas de viaje, volvemos a encontrarnos con la realidad, Se escuchan las bocinas de los carros y el bullicio de la gente. Estamos en Maracaibo. Es Domingo de Resurrección.
Nos despedimos todos. Agradecemos la maravillosa iniciativa ecoturística de Arsenio Ramírez, con la asistencia de Moisés Castro, Víctor Castro y demás colaboradores de la Alcaldía de Mara, quienes hicieron posible que viviéramos esta hermosa travesía, que nos hace reflexionar la necesidad de cuidar y proteger nuestro ambiente. Gracias.