El diario plural del Zulia

Secuestros fronterizos: Los 105 que jamás regresaron

La historia de Porfirio Dávila, plagiado en 2003, detalla un drama múltiple. A la semana desaparecen entre 3 y 4 personas en Zulia, Táchira y Apure

Porfirio del Carmen Dávila Arellano algunas veces flota. Otras sonríe o canta. En la memoria hay margen para que su familia pueda tratar de imaginarlo para bien. La imagen principal lo resume como un ángel por su devoción a la Virgen.

Desde que lo secuestraron hace 15 años su paradero es incierto. Su hijo, del mismo nombre, recuerda que fue sacado a la fuerza de su finca Santa Rosa, en Rubio, estado Táchira, cuando llegaba a su faena diaria. No hubo testigos.

A sus 63 años, el productor se convirtió en una cifra más de los crímenes fronterizos. Ese 2003, Dávila formó parte de una lista de 66 personas secuestradas en el Táchira, de las cuales 8, como don Porfirio, nunca reaparecieron.

Quince años después, otras 105 personas alimentan el limbo de las desapariciones forzadas fronterizas.
Porfirio hijo cuenta que ese segundo día de junio parecía normal. Dávila Arellano llegaba a su hacienda para el ordeño, pero su cotidianidad fue interrumpida por insurgentes que se lo llevaron.

Los captores hicieron contacto, por unos dos meses, con la familia. Pedían 300.000 dólares. La negociación fue áspera. Llegaron a hacer hasta tres contactos diarios. Cuando pudieron transar en bolívares ya el señor Porfirio estaba en manos de “otro grupo”, según lo que le dijeron los subversivos
cuando sostuvieron la última comunicación telefónica.

Funcionarios del Cicpc y del Grupo Antisecuestro y Extorsión (Gaula) de la Policía Nacional de Colombia determinaron que los responsables de la desaparición del tachirense fueron disidentes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y del Ejército Popular de Liberación (EPL). Por el caso hubo una aprehensión, pero los hilos para procurar el hallazgo estaban rotos. El detenido aseguró no tener idea de la suerte de don Porfirio.

Sus allegados tramitaron reuniones con el presidente Hugo Chávez para tratar de apuntalar las pesquisas, pero no lograron respuestas positivas y, ante la sensación de desamparo, crearon la Asociación Venezuela Libre de Secuestros en 2006.

La lucha e integración de los familiares acabó con el silencio y multiplicaron la difusión de los hechos. A partir de ese momento, el Gobierno se vio obligado a atender el caso. Ramón Rodríguez Chacín y Pedro Carreño le prometieron a Porfirio, hijo, trabajar en la liberación.

El veterinario se convirtió en el representante de las cientos de familias que estaban en su misma
situación. Sin embargo, la asociación se disolvió pese a la integración de decenas de familias. El asesinato en 2007, de Ciro Sánchez, uno de sus miembros de lucha, la desactivó. Al hombre lo
acribillaron por exigir respuestas sobre el paradero de su mamá, Blanca Oliva Delgado, secuestrada en 2007. Habría recibido llamadas exigiéndole que dejara de indagar.

Miembros de la Fundación Redes estiman que cada semana desaparecen entre 3 y 4 habitantes de los municipios Pedro María Ureña, Bolívar y Rafael Urdaneta, en Táchira; Jesús María Semprún, Jesús Enrique Lossada y Catatumbo, en Zulia; y Guasdualito, San Fernando, Cutufí y El Nula, en Apure.
Muchas veces los desaparecidos son hallados en fosas comunes del lado colombiano o abaleados en una trocha.

En el seno de la familia Dávila la travesía de 15 años ha sido ruda. Sin embargo, el temperamento y el ejemplo del jefe de la familia les da equilibrio y fuerzas. Lo detallan como una persona justa, trabajadora, con muchísimas capacidades y una vocación cristiana-católica extraordinaria que generó mucho
trabajo en sus tierras y permitió levantar una familia con tres hijos y cuatro nietos. Su devoción a la Santísima Madre de Jesús lo blindaría. “Está bien. Lo sabemos. Ella nos lo protege”, asegura.

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