Criptomonedas del Tren de Aragua: así evoluciona el crimen

Durante meses, las autoridades chilenas trabajaron silenciosamente en una operación que finalmente dio uno de los golpes más contundentes contra el Tren de Aragua en territorio nacional. Bautizada como "Tren del Mar", esta acción conjunta liderada por la Fiscalía y la Policía de Investigaciones (PDI) no se centró en delitos violentos, sino en el corazón financiero de la organización criminal: el lavado de dinero.
Lejos de las armas y la violencia directa, este brazo del Tren de Aragua operaba como una oficina de finanzas ilícitas. Su objetivo era transformar millonarias sumas obtenidas de delitos como la trata de personas, extorsiones, secuestros, tráfico de drogas e inmigrantes, en activos digitales. El dinero, una vez convertido en criptomonedas, era transferido fuera de Chile.
El balance de la operación es inédito en la historia reciente del país: 52 personas detenidas —47 de ellas extranjeras y 16 en situación migratoria irregular—, 13,5 millones de dólares blanqueados y enviados a siete países, y 250 cuentas bancarias y de criptoactivos congeladas. Las autoridades lo califican como uno de los mayores golpes contra esta red criminal en Sudamérica.
La fiscal regional de Tarapacá, Trinidad Steinert, explicó que los fondos eran producto de una amplia gama de actividades ilícitas que incluían incluso el cobro de "multas" a personas que ingresaban en zonas controladas por la organización.
Expertos consultados por DW advierten que, si bien se trata de una operación importante, es apenas un fragmento del complejo engranaje internacional del Tren de Aragua. “Estamos viendo cómo adoptan estrategias propias de carteles mexicanos como el de Sinaloa o el Jalisco Nueva Generación”, señala el analista en seguridad mexicano David Saucedo. Según el experto, el uso de criptomonedas les permite operar en la sombra: transacciones sin rastro, sin documentos, sin billetes ni lingotes. Todo digital.
La periodista venezolana Ronna Rísquez, autora del libro El Tren de Aragua, detalla que la organización criminal ha diversificado su "portafolio" a más de 20 actividades, entre ellas el microtráfico, la minería ilegal, las apuestas en línea y negocios fachada como restaurantes. “También están en el robo de vehículos de lujo y el saqueo de combustibles”, apunta Saucedo. “Hacen lo que sea necesario para mantener la nómina y sobornar autoridades”.
Para ambos especialistas, este tipo de redes han evolucionado al punto de operar como verdaderas corporaciones criminales. "Pasaron de ser una mafia carcelaria venezolana a un cartel transnacional con operaciones financieras de alto nivel", afirma Saucedo.
Aun así, los analistas coinciden en que los esfuerzos por cortar las vías de financiamiento son necesarios, pero insuficientes. “Sí, golpea a la organización, pero no la desmantela”, señala Rísquez. “Ellos se adaptan y buscan nuevas rutas para mover su dinero”. La comparación es contundente: mientras esta operación chilena congeló poco más de 13 millones de dólares, se estima que los carteles mexicanos mueven más de 25 mil millones al año.
En ese contexto, Saucedo concluye con crudeza: “El impacto real es marginal. Sirve para exhibir avances, evidenciar métodos y abrir investigaciones, pero en muchos casos las autoridades llegan tarde. Los criminales ya han tenido tiempo de sobra para operar, y hasta contemplan pérdidas en sus cálculos".