Soplan vientos de guerra contra Maduro con potenciales nombramientos de Trump

El ajedrez de la geopolítica internacional, con Estados Unidos, primera potencia mundial en la escena, comenzó a jugarse en silencio tras la demoledora victoria de Donald Trump en las elecciones de su país.
Y en la mesa de análisis, aunque aumenten las especulaciones sobre un posible acercamiento con Nicolás Maduro teniendo a Vladimir Putin, mandatario ruso, como hilo conductor, la realidad es que el retorno del líder republicano con el posible respaldo de mayoría en ambas cámaras del Congreso, apuntan al inminente aumento de la presión.
Venezuela vive un momento de inestabilidad creciente tras las presidenciales del 28 de julio, comicios que deslegitimaron aún más la figura de Maduro y que llevaron al exilio a Edmundo González Urrutia, para la mayoría de los países del mundo, presidente electo en una jornada que dio la vuelta al mundo.
En su mensaje de felicitación a Trump, María Corina Machado, líder de la oposición unitaria, le expresó: “¡Sabemos que siempre hemos contado con usted! para asegurar en Venezuela una transición de la democracia sin demora”.
Algunos analistas creen que Trump buscará diferenciarse de la posición asumida por Biden, quien al asumir la presidencia, modificó la política de “máxima presión de Trump” sobre el gobierno venezolano, sustituyéndola por la una estrategia de “cambio incremental” y de comunicación directa con Maduro.
Un adversario frente al Senado
Rick Scott, senador republicano por el estado de Florida, cuenta con el apoyo público de Elon Musk, uno de los asesores más cercanos de Trump, para erigirse en el presidente del Senado.
Ya Scott, se comprometió en la red social X con cumplir las condiciones impuestas por Trump para llegar al cargo.
Cualquier senador republicano que busque el codiciado puesto de liderazgo en el Senado de Estados Unidos debe estar de acuerdo con los nombramientos en receso (¡en el Senado!), sin los cuales no podremos conseguir que la gente sea confirmada a tiempo”, escribió Trump, quien argumentó que a veces las votaciones tardan dos años, o más.
Scott es el principal promotor del proyecto de ley llamado: “Stop Maduro”, dirigido a aumentar la recompensa por los principales jerarcas de la cúpula chavista a los que la justicia de EE. UU. acusa de presunto narcotráfico.
“¡No más días de Maduro!”, exclamó Scott en un video publicado en redes sociales por el investigador criminal venezolano Iván Simonovis, la noche del pasado martes, tras las elecciones.
Rubio, ¿Secretario de Estado?
Otro aliado de la lucha contra Maduro en Estados Unidos es Marcos Rubio, senador cubano estadounidense por la Florida, quien según The Washington Post, asumiría la Secretaría de Estado, principal agencia de relaciones internacionales de la Casa Blanca.
Rubio sería el responsable de llevar las riendas en política exterior de Trump y asesorarlo con respecto a asuntos de interés internacional, entre ellos, la crisis de Venezuela.
Hace tan solo 9 días, el legislador criticó la política exterior de Joe Biden con Venezuela y lo responsabilizó del clímax de su crisis. Habló de negociaciones, retiro de sanciones y entrega de convictos como detonantes del quiebre.
“Vamos a acordarnos cómo llegamos a este día … eso pasa porque la administración de Biden se reúne en secreto con el régimen de Maduro y hacen un arreglo en el cual Biden le da lo siguiente: a Alex Saab, un criminal que teníamos aquí en este estado; le dio los sobrinos de Maduro, que eran narcotraficantes convictos … le quitó sanciones contra el petróleo que le estaba trayendo miles de millones de dólares al mes al régimen de Maduro, por una elección que Maduro se iba a robar”, expresó Rubio.
Según El Miami Herald, una persona cercana a Trump señaló que el proceso aún se desarrolla y que su recién nombrada jefa de gabinete de la Casa Blanca, Susie Wiles, veterana agente republicana de Florida, probablemente desempeñará un papel crucial en la elección de los miembros del gabinete.
El cargo es altamente competitivo, y otros aliados importantes del ex y futuro presidente —incluido el ex embajador de Estados Unidos en Alemania Ric Grenell; el ex asesor de seguridad nacional Robert O’Brien y el senador republicano Bill Hagerty de Tennessee— compiten por el cargo.
Grenell conoce la causa Venezuela. En 2020 se reunió en México con el entonces ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, con el objetivo de negociar la salida de Maduro, pero su esfuerzo habría sido infructuoso.
Hagerty formó parte de los 14 representantes y senadores de EEUU que presentaron un proyecto de ley bipartidista para reafirmar las sanciones financieras a entes públicos de Venezuela en respuesta al reclamo de victoria de las elecciones presidenciales.
Los legisladores expusieron en septiembre pasado que el tercer mandato concedido a Maduro por el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral, ambos dominados por el chavismo sin mostrar las actas de votación. “Es uno de los intentos de robo electoral más descarados y evidentes en nuestro hemisferio”.
Incertidumbre.
Luego de triunfo de Trump, Maduro expresó el pasado miércoles, su deseo de dejar a un lado la confrontación que marcó las relaciones entre EE. UU. y Venezuela desde 2017 a 2021 y auguró un “nuevo comienzo”. Sin embargo, posteriormente, el pasado sábado mostró una posición mucho menos conciliadora.
“Venezuela será grande por nuestro esfuerzo, por nuestro trabajo, por los venezolanos, por las venezolanas. Allá lo que haga el presidente Trump. Dejemos tranquilo al presidente electo para que defina sus pasos y sus planes. Yo veo mucha gente nerviosa, y sé de mucha gente nerviosa tratando de llegar para que Trump se venga contra Venezuela y nos ataque”, explicó en una rueda de prensa.
Maduro aún termina de sortear las olas más altas de la gestión de Biden
El longevo líder demócrata, no solo no logró el cambio concreto y sostenible que en el papel se proponía sino que permitió que el gobierno venezolano se acomodara en espacios de negociación (México, Barbados, Qatar) cedidos para obtener un alivio de sanciones y asegurar el retorno de cercanos a su círculo de poder, sin recibir concesiones significativas en el ámbito democrático.