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Rusia construye fábrica de munición para fusiles Kaláshnikov en Venezuela

La instalación tendrá una capacidad de producción de hasta 70 millones de cartuchos al año. El proyecto ha avanzado en medio de un contexto marcado por sanciones internacionales. Esta fábrica forma parte de un acuerdo de colaboración entre Moscú y Caracas en materia de defensa

La corporación estatal rusa Rostec anunció este miércoles la finalización de una planta de producción de municiones para fusiles de asalto Kaláshnikov en Venezuela, un proyecto que refuerza la cooperación militar entre ambos países y que, según sus responsables, fortalecerá significativamente la capacidad defensiva del país sudamericano.

Según un comunicado publicado en el sitio web de Rostec, la instalación tendrá una capacidad de producción de hasta 70 millones de cartuchos al año. Se trata de proyectiles de 7,62 milímetros, diseñados para fusiles de asalto Kaláshnikov, y su fabricación contempla cuatro líneas de ensamblaje ya operativas: dos destinadas a munición con núcleo de acero y las otras a balas trazadoras y de fogueo.

La agencia estatal rusa Rosoboronexport, encargada de las exportaciones del complejo militar-industrial, fue la responsable de llevar adelante la construcción de esta planta, que incluye además estructuras auxiliares como campos de tiro y almacenes.

Próximamente se pondrán en marcha otras instalaciones de producción, lo que permitirá un ciclo completo de fabricación de municiones y fusiles de asalto Kaláshnikov para el Ejército venezolano, la policía y otros cuerpos de seguridad", aseguró Oleg Yevtushenko, alto directivo de Rostec.

El proyecto ha avanzado en medio de un contexto marcado por sanciones internacionales. Alexander Mijéyev, director ejecutivo de Rosoboronexport, lamentó que tanto Rusia como Venezuela hayan tenido que sortear presiones externas para concretar esta cooperación militar. En la misma línea, Sergei Chemezov, director general de Rostec, denunció anteriormente la interferencia de Estados Unidos en la construcción de una planta de fusiles AK-103 en territorio venezolano.

Esta fábrica forma parte de un acuerdo de colaboración entre Moscú y Caracas en materia de defensa, que data de principios de los años 2000, y que ha incluido la venta de armamento, entrenamiento militar y transferencia tecnológica.

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