Prisión y despidos, el “coco” del chavismo
“¿Ustedes vieron lo que pasó en Turquía? Endorgan se va a quedar como un niño de pecho para lo que va a hacer la revolución bolivariana si la derecha pasa la frontera del golpismo”, prometió el presidente Nicolás Maduro. Se refería a la detención de 20 mil participantes en el fallido golpe de Estado contra Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, quien —se presume— liberará a 38 mil presos comunes para hacer espacio en las cárceles.
Es la advertencia más pintoresca que el Ejecutivo le ha hecho a la oposición antes de la “Toma de Caracas”, la movilización que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) hará con simpatizantes de todo el país, para exigir que el referendo revocatorio se celebre este año. Los dirigentes opinan que es otra de las tantas declaraciones del mandatario para desmovilizar a la población.
María Alexandra Semprún, socióloga política, ve difícil que ambas fracciones pasen de las demostraciones de fuerza a la acción, y siente que se respira un ambiente de guerra fría. “Se empiezan a aplicar políticas de contención, donde cada uno se contiene de usar toda la fuerza que tiene por miedo a los daños que le puede causar al otro. Yo tengo fuerza y tú también, pero en el fondo ninguno de los dos quiere destruir al otro porque eso significa mi propia destrucción”.
Mientras que la oposición carece de fuerza para reprimir o defenderse del Estado, tiene de su lado la presión internacional que pesa sobre Maduro; en tanto que el oficialismo sí tiene fuerzas represivas, pero le teme a la observancia mundial en torno a la política interna.
“Nadie puede querer una violencia extrema. Las marchas ya no llegan a sus destinos finales, se quedan en el camino; hoy en las protestas no ves a las mismas madres que salían a apoyar a sus hijos en las machas, porque saben que los pueden encarcelar por meses”.
Y esos encarcelamientos están documentados en el informe Venezuela 2014: Protestas y Derechos Humanos, de la ONG Provea. El texto revela que durante las “guarimbas” las fuerzas de seguridad detuvieron a 3.127 manifestantes.
Semprún, sin embargo, cree que el mismo Gobierno no se siente con la misma fuerza para concretar sus amenazas de apresar a quienes se pasen “la frontera del golpismo”, porque es probable que a estas alturas ya no sepa hasta qué punto controla a sus propias fuerzas represivas. “Se ha hecho evidente a los ojos del mundo es que tenemos a un gobierno con fuertes visos militares, que ya no luce como civil a los ojos de nadie”.
Lo que se entienda
Roberto López, doctor en Ciencias Políticas y miembro de Marea Socialista, cree que las palabras de Maduro hay que interpretarlas según lo que el mandatario entienda por “calentar la calle”, aunque esa organización no apruebe las estrategias de la oposición ni comparta sus inclinaciones políticas por considerarlas imperialistas.
“Hay un derecho democrático de protesta que nosotros defendemos, pero es lógico que cualquier gobierno que intentan tumbarlo en escenarios de guerra se defienda. Nosotros pensamos que el mismo presidente Chávez fue extremadamente suave en 2002 cuando lo correcto era hacer justicia. Si usted trata de tumbar militarmente un gobierno y fracasa, tiene que ir preso”.
Marea Socialista tampoco está dispuesta a avalar que el Gobierno viole la Constitución, y por otra parte, no creen que la MUD esté en condiciones de reeditar un 11 abril.
“Yo creo que la oposición no tiene fuerza ni para sacar gente a la calle, como en 2014; y con militares, creo que cuentan menos”.
Estalinismo
Las amenazas del diputado Diosdado Cabello de despedir a los jefes de organismos públicos que hayan firmado para revocar a Maduro, añade López, no son sino un intento por “escurrir el bulto” ante su propia responsabilidad en el colapso de la revolución —aunque la MUD considere que esta también sea una manera de disuadir a los trabajadores de activar el revocatorio.
“Lo que estaría en duda es la misma capacidad de dirección política de Diosdado. Y está tratando de echarle la culpa a funcionarios subalternos que han sido colocados por ellos mismos. En vez de matar la culebra por la cabeza, le van a cortar la cola”.
De 13 mil funcionarios en cargos de confianza para el PSUV, supuestamente cuatro mil firmaron. Una cifra nada despreciable, a juicio del politólogo, porque detrás de esas personas debe haber un número similar de gente que los respalda y que fue la que los empleó en esos puestos.
“Eso se puede convertir en una cacería de brujas donde al final los que serán perseguidos no van a ser los responsables de la inoperancia de las instituciones, sino que las fracciones del chavismo van a perseguir a las más débiles, como ha ocurrido en los últimos tiempos. Es una cacería de brujas estalinista que no compartimos”. “