El diario plural del Zulia

Pesos de Argentina, Uruguay y Chile rentabilizan remesas

Ángel Mavares, economista, explica que el valor de las divisas depende de su economía nacional y de su variación con el dólar

Con apenas 10 meses en Lima, Noel Díaz logró convertirse en el sustento de su familia en Venezuela con un salario de 1.000 soles mensuales, 50 soles más del mínimo, por su labor como mesonero en un restaurante.

La estabilidad económica en Perú, con una inflación anual menor al 1 % y el precio del dólar a 3,29 soles, le permite a Noel enviar el 20 % de sus ingresos -200 soles- mensualmente a sus parientes en Maracaibo, alquilar por 200 soles más su apartamento, hacer el mercado de un mes con 300 soles y
ahorrar el 30 % restante.

Después del dólar y el euro, las monedas de la región como los pesos chilenos, argentinos, colombianos; el sol peruano; el peso uruguayo, el boliviano y el real, oxígenan la economía familiar de quienes aún residen en el país y sobreviven con 110 % de inflación y un salario equivalente a poco más de 1,3
dólares mensuales.

En mayo, la Organización Internacional de las Migraciones registró a 900 mil venezolanos en Latinoamérica, de 1,5 millones en el mundo. La lista de destinos atractivos la encabezan Colombia, Chile, Brasil, Bolivia, Perú, Argentina, Ecuador y Uruguay, donde la inflación no supera los dos dígitos y
el ingreso salarial sobrepasa los $ 250.

La fortaleza que llegó a tener el bolívar se diluyó y economías como la peruana le permiten a Noel ser sostén de familia. La abuela, tres hermanas y la novia del joven músico de 28 años se reparten Bs. 80 millones cada 15 días y forman parte de los 3 millones de personas que recibirían dinero de allegados
en el exterior, según reportó en enero la firma Datos.

Ángel Mavares, economista, cree que el poder de una divisa depende de la estabilidad económica de la nación y el precio de convertibilidad con el dólar estadounidense: “Por ahora, el requisito de una economía vigorosa lo cumple bien Chile. Incluso, el peso aumentó su valor respecto al dólar”.

El experto añade que la cantidad de bolívares que genere cualquier otra moneda depende de las condiciones migratorias y el perfil laboral de quien la envía. Se suma además la estabilidad política. En Argentina, con el Fondo Monetario Internacional como paraguas o ancla, el peso de este país tiene
como mochila un enorme asterisco.

En Santiago de Chile, Jesús Flores, ingeniero en petróleo, trabaja en una empresa de químicos. Llegó hace 8 meses y con su ingreso mensual de 500 mil pesos llenó su apartamento con electrodomésticos
nuevos, pagó sus gastos y deposita hasta Bs. 250 millones cada mes a su familia en Maracaibo.

Jesús planifica llevarse a su padre y a sus dos hermanos. “Ellos trabajan todos, pero mensualmente yo les envío una mesada para que coman bien, si no no les alcanzaría”, dice quien invierte 70 mil pesos en el envío.

Leonardo Soto, investigador, reitera que el dólar funciona como la unidad de referencia: “No importa si el venezolano gana en soles o en pesos argentinos. Al final, cuando el proceso del envío de dinero de ese país va hacia Venezuela, la convertibilidad de la remesa se hace al cambio del dólar”.

La variación del tipo de cambio del dólar se atribuye, explica, a la cantidad de reservas internacionales que respaldan una moneda nacional, así como los niveles de producción estables y constantes al circulante de una economía y, por último, al “juego” básico de oferta y demanda de la divisa.

“En Venezuela vivimos el factor especulativo, hay una alta demanda de divisas, no hay su cientes reservas internacionales ni capacidad productiva y eso hace que el tipo de cambio sea más volátil que cualquier otro”, agrega Soto.

Noel, entretanto, espera establecerse mejor en Perú. “Desde que estoy aquí no aumenta nada, todo sigue normal y el dólar lo compras donde quieras, en cualquier esquina”.

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