Miguel Ángel Campos: “Ya todas las tragedias han ocurrido, desde la economía hasta la anulación de al menos dos generaciones”

Los medios han calificado la migración venezolana como una sangría con características muy particulares. Un país rico que se vacía tras 25 años de un Gobierno que instauró un modelo con los peores indicadores socioeconómicos, políticos y derechos.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) sitúa el éxodo en casi 8 millones, pero recientes investigaciones ya ubican el número en 9 millones.
Una desgracia por donde salen tanto cerebros como criminalidad, una característica propia de los movimientos migratorios masivos.
Miguel Ángel Campos, ensayista y sociólogo venezolano de la Universidad del Zulia, una de las regiones más impactadas demográficamente por el éxodo, en parte por su geografía limítrofe con Colombia, cree que, en un eventual cambio de Gobierno, habrá un retorno, pero uno muy específico:
Regresarán aquellos que representan la herencia del chavismo. Quienes salieron a sobrevivir con las herramientas de la cultura de la pobreza: sin educación ni sentido de pertenencia a un orden, habitantes del caos, hijos de la violencia y sin adscripción”.
Para Campos, este segmento del éxodo, que no es para él minoritario, representa a venezolanos incapaces de insertarse en otras sociedades donde sí prima la institucionalidad, “los deberes y los derechos”.
“Su modelaje corresponde a la lucha por la vida en términos de improvisación y carencia de recursos estructurales: educación y formación profesional.”
Cree que, bajo la hipótesis de la salida del Gobierno de Maduro del poder, sí podría verse al menos un freno al éxodo desesperado del país. “Quizá lo frene a corto plazo, apaciguaría la desesperación. Pero hablamos de una economía destruida, la perspectiva de reconstrucción va más allá de la inversión y la concurrencia de capitales internacionales. Seguirá la migración selecta de profesionales.”
Y esa fuga de gente preparada claramente abre abismos en el país. Una recuperación requiere de cerebros, muchos de los cuales ahora están ya valorados y resguardados en otras sociedades. Aunque no suele ser siempre la norma, hay mejores oportunidades en un horizonte cercano para esos segmentos.
El catedrático sostiene que, “de alguna manera en esa migración hay componentes de lo mejor de nuestra cultura del petróleo. Formación profesional e ilustración (la primera gratuita, maná de la renta petrolera), buenos niveles escolares, eso representa los momentos estelares de nuestro proyecto y creo que están enalteciendo el nombre del país”.
Pero al mismo tiempo recalca que se trata de una “élite con volumen reducido”. “La exportación forzosa de conocimiento siempre impacta en un mundo tecnocrático. De haber tenido un componente más razonable de civilidad y alteridad, esa migración hubiera sido mejor reconocida”, agrega.
Las consultas desde la prensa a comunidades venezolanas en el extranjero no dibujan la misma euforia por el cambio que se vive puertas adentro en Venezuela. Pareciera que muchos venezolanos se han blindado ante optimismos riesgosos que pueden parecer réplicas a los vividos en el pasado reciente cuando aún vivían en el país,m pero que no llegaron a ninguna parte
Para el sociólogo esto tiene una respuesta: “Suponer que unas elecciones pueden modificar un escenario de desestructuración del tejido social es una ingenuidad.”
Y ubica esa euforia interna como el “culto del fetichismo de lo legal”.
“Los venezolanos han hecho del concepto de democracia una manera fantasiosa sin referentes reales, juridicismo de escritorio. En todo caso no se trata de unas elecciones sino de un plebiscito: decidir si sigue o se detiene el genocidio. Y no digo que no se quiera detenerlo, todos clamamos porque esto acabe, pero pocos tienen conciencia de por qué hacerlo, esta supondría denunciar la feria electoral. Por cierto, en estos días nadie parece haber recordado el 16 de julio de 2007, fecha glamorosa cuando los venezolanos rechazaron la Constituyente de Maduro, en un referéndum abrumador. Al lado de este acto las primarias de finales del año pasado parecen una morisqueta. Los cerca de 9 millones de venezolanos que están fuera no tienen ningún peso en el proceso político, ni electoral ni socialmente inciden: son parias. Asociar democracia con elecciones resultó un lento suicidio, fue muy útil para el advenimiento del chavismo, este usó aquellos insumos fósiles para construir y legitimar un modelo eficiente de control del país, sirvió para desmantelar una sociedad incapaz de amparar sus instituciones.”, apunta el autor.
¿Cómo interpreta usted el éxodo venezolano?
Es una comunidad variopinta, como representación de un país cuyas clases sociales nunca alcanzaron unidad funcional, la expresión cultural de esa comunidad migratoria es maleable y moldeable. Así como el empresariado se adapta a lo irregular con facilidad, la pobrecía puede interactuar en cualquier límite de tolerancia sin llegar a construir un reclamo transformador, como toda la sociedad carece de la capacidad de indignarse. El venezolano no se arraiga a modelos de percepción sino de hacer, lo que sea su visión de mundo está permeada de pragmatismo, eso le ha permitido ajustarse a los límites de las carencias y también lo ha hecho conformista. Aquellos que regresen habrán visto el paraíso o el infierno, aquí se encontrarán con el purgatorio”
¿El éxodo forzado puede ser visto como una política de Estado para generar mayor control?
El éxodo es consecuencia indirecta del genocidio, actúa como selección darwiniana, no sobreviven los mejores sino los más aptos, resistentes. El retorno del esfuerzo laboral de esos migrantes representado en las remesas ayuda a bajar la presión en el tejido social y crea una sensación de normalidad muy útil para la pax policiaca del chavismo. Aliviar el dolor de sus familiares también significa bajar la presión social, de alguna manera una forma de desmovilización.
Y si el Gobierno permanece en el poder tras el 28 de julio, a qué podría enfrentarse Venezuela, ya hay casi 9 millones de venezolanos en el exterior, qué podría sucederle a un país que se vacía.
Ya todas las tragedias han ocurrido, desde la economía hasta la anulación de al menos dos generaciones, desde la desaparición de la institucionalidad hasta la devastación de la herencia natural, el medioambiente. En una entrevista concedida al diario chileno El Mercurio hace dos semanas, María Corina Machado advierte que si Maduro gana las elecciones en Venezuela se desatará un éxodo. Entiendo que trata de argumentar desde la pura propaganda electoral, pero o es una candidez o una mentira infame. Eso ya ocurrió y sigue ocurriendo. En cuanto al temido baño de sangre, acaso el 2014 y el 2017 no enlutó para siempre a este país.