Leopoldo López Gil: “El Departamento de Estado montó el diálogo”
A Leopoldo López Gil, padre del líder de Voluntad Popular, Leopoldo López Mendoza, preso en Ramo Verde, le provoca patear la mesa del diálogo entre oposición y Gobierno, y es un sentimiento que acompaña con argumentos propios para deslegitimar la negociación. No confía en las decisiones de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), las nota extraviadas y sin cálculo político, y es obvio que desconfía de la administración Maduro. Incluso sostiene que el papa Francisco ha cometido un grave error.
Vive en Madrid, donde decidió residir tras las órdenes de captura giradas por el Gobierno venezolano y gracias a la nacionalidad que le otorgara el Consejo de Ministros de Rajoy en diciembre de 2015.
La comunicación con su hijo la lleva a través del papel y los mensajes que cruzan su esposa o Lilian Tintori, su nuera. En España, donde suele ser invitado a hablar de las tensiones en Venezuela, mantiene una agenda activa. Dice: “Yo asumí la bandera de la lucha por la libertad de los presos políticos, no solo la de mi hijo”.
—¿Por qué usted llama “Juan Bobos” a los dirigentes de la MUD que aceptaron el diálogo?
—Porque lo son. Y mantengo esa posición porque nunca se han debido sentar en una mesa sin tener la garantía de que la otra parte tenía verdadera disposición para lograr algún acuerdo. ¿Qué puso el Gobierno en la mesa de negociación?
Yo tengo que recordar que la Asamblea Nacional (AN) pasó una Ley de Amnistía en enero de este año, el Ejecutivo se ha burlado de eso, pero el respeto a la AN no es una cuestión de negociación, es una cuestión constitucional. Entonces exigir el cumplimiento de esas leyes pudo ser marcador para el diálogo.
— ¿Tampoco confía en la mediación?
—A un señor expresidente que lo hayan mandado a buscar a Europa en un avión de Pdvsa, cuando se puede comprar un pasaje comercial, no tiene justificación. Ni tampoco veo cómo puede verse a ese mismo mediador como una persona equilibrada cuando es objeto de una invitación exclusiva por parte de uno de los dos bandos.
—¿Habla usted de Zapatero?
—No lo voy a nombrar, pero todos saben quién es el que anda volando en aviones de Pdvsa.
—¿Se pierde la credibilidad en los partidos de la MUD?
—El único partido que ha dado señales de coherencia en esta lucha ha sido Voluntad Popular, con todos los sacrificios, todas las persecuciones siguen dando muestras de querer un cambio. Pero también están los gremios, los movimientos estudiantiles.
—¿Cree en el revocatorio?
—Confío cada vez menos, porque ahora, aunque haya pasado por debajo de la mesa, la firma que maneja el software y el hardware del Consejo Nacional Electoral, que es Smartmatic, ha sido demandada y embargada por órdenes de pago, y muchos piensan que para haber logrado eso debe existir una mano peluda detrás del fallo. Muchos creen que es el mismo Elías Jaua quien ha preparado todo ese terreno. Si el Gobierno entonces le pone aún más la mano al sistema de elección, no importará por quien votemos nosotros.
—¿Entonces, qué propone con la mesa de diálogo?
—Lejos de darle una patada, que es lo que provoca y lo que probablemente corresponde tal como está conformada, es exigir que se recomponga esa mesa para sentarse, pero los representantes de oposición deben ser más legítimos. Yo no sé si usted se siente representado en esa mesa, yo no, en absoluto, no sé quién los escogió. Al menos dos son duramente criticados por la misma oposición.
—Ramos Allup deja entrever que el Gobierno podría llegar a 2018, y Maduro lo invita a prepararse para esas elecciones ¿Hay algo entre líneas?
—Mucho antes de que empezaran estas negociaciones tuve una reunión privada con Zapatero y él recomendaba en ese entonces que los venezolanos debíamos aguantar hasta 2018 para las presidenciales, no perder tiempo en revocatorios.
—¿Y usted creyó que era sano?
—Claro que no. Lo que veo es que están jugando con fuego.
—¿Y el Gobierno de Obama fue efectivo con Venezuela o no?
—La administración pasada fue muy blandengue. No vimos castigos. Y hay que quitarse la careta, yo creo que fue el propio Departamento de Estado, convenciendo al Vaticano, quien montó ese diálogo entre Gobierno y oposición.
—¿Pero qué sentido tiene eso?
—El objetivo es que Venezuela siga siendo la válvula de escape para Colombia y Cuba. Por ejemplo, nosotros seguimos regalando petróleo a Cuba, el mantenimiento de Cuba sigue siendo de Venezuela, hasta ahora ellos no han asumido el mantenimiento económico de la isla, y no lo van a asumir y necesitan el apoyo de Venezuela. Y por el lado de Colombia están próximos a verse inundados de una cantidad de guerrilleros desempleados que van a buscar corriendo continuar su negocio de narcotráfico y secuestros, pero en suelo venezolano, donde por cierto, ya se les abrió la puerta.
—¿Y su hijo Leopoldo, cómo está tras mil días de cárcel?
—Ha aprovechado el tiempo para estudiar y formarse mucho más. Hace diplomados en la Fundación Rómulo Betancourt a través de cartas. Lee y estudia mucho.
—¿Lo ve presidente?
—Solamente si Dios lo quiere y los venezolanos lo votan.