La crisis “desguaza” al Callejón de los Pobres
El Callejón de los Pobres, emblemático espacio comercial, situado en la calle 99 con avenida 8 del casco central de Maracaibo, conocido por su “amplia variedad de productos” y sus “precios insuperables”, camina directo a la extinción, carcomido por la embestida inmisericorde de la crisis que dibuja hoy día un rostro desolador.
“Meta la mano, meta la mano, dale a cien, dale a cien (...)” gritaban a la vez los numerosos comerciantes que, en otrora, abarrotaban de ropa sus mesones que miden 1,50 de ancho por 2,50 de largo, donde exhibían calzados, correas, carteras, juguetes, entre muchos otros productos a precios incomparables.
“¡Se han ido, mijo!”, dijo tajantemente Nelson Montero, comerciante con 25 años vendiendo en el Callejón.
“Saca esta cuenta -explicó- yo compro un short a tres mil bolívares, se lo vendo al cliente en cinco mil para ganarle algo, pero a la otra semana, cuando voy a volver a comprarle al proveedor el mismo short, me lo vende en ocho. Sumarle a eso, que un almuerzo te sale en 3.500, le pagáis al cajonero tres mil, y tres mil más al depósito donde guardáis la mercancía, son alrededor de 10 mil ‘bolos’ en puro gasto y a veces si vendéis tres o cuatro productos, esto no da y sale es irse. Las ventas han mermado en más del 60 por ciento”.
Bachaquear, la alternativa Remberto Hernández tiene 28 años laborando en el Callejón y recuerda con tristeza lo que una vez fue un pujante espacio comercial. “Apenas hace tres años, los mejores días eran viernes, sábado y domingo. Vendíamos alrededor de un 75, 80 por ciento del producto y daba para todo. Hoy no viene nadie, no se vende nada”.
“Se han ido a bachaquear”, recalcó Antonio Perozo, comerciante con 14 años en el Callejón. “En Las Pulgas está la corrupción con las medicinas, la comida, los pañales y productos de higiene. Si no fuera por eso, Las Pulgas hace rato que habría cerrado. Las Pulgas se mantiene del bachaqueo y a un comerciante de aquí le va mejor metiéndose al bachaqueo, por eso se han ido y vienen en temporadas altas. Cada día cuesta más pagarle al prestamista, por lo poco que vendemos y pagar los depósitos también nos cuesta”.
Ni variedad ni precios Los compradores se quejan principalmente porque no hay variedad. Rebeca Montilla espetó: “No me gusta nada, antes había de todo, ahora todos venden lo mismo y no es que esté caro, es que a uno no le alcanzan los cobres, esto está desértico, da es tristeza”.
Grecia Gil estaba más impactada: “Tenía 10 años que no venía al callejón y estoy sorprendida. Esto está solo y casi no hay ofertas. Esto lo desguazó la crisis, aquí no hay vida”.
La dinámica económica del Callejón de los Pobres decayó significativamente. Abundan los mesones vacíos y un ensordecedor silencio.