Hans Wuerich a Versión Final: “Me inspiró el hambre”
Larguirucho, extremadamente delgado, desnudo. Con los brazos abiertos se plantó frente a un piquete de policías y guardias nacionales, frente a las cámaras, frente al país. No hubo más presentaciones.
“¡No nos lancen más bombas!”, le pedía el muchacho a los agentes que trataban de disolver una manifestación en la autopista Francisco Fajardo, de Caracas, el 20 de abril. Hasta tuvo la osadía de montarse en una tanqueta de la Policía Nacional Bolivariana (PNB). “¡Bájate, bájate de esa verga!”, le espetó uno de los uniformados. Así, a lo policía. A lo arrecho. “¡Bájate de esa verga!”.
Después vinieron los perdigones y más bombas lacrimógenas. El joven, sólo con una Biblia en la mano, tenía la espalda constelada de perdigonazos. Sentado en el asfalto, cubría sus partes nobles, lloraba. Resistió la andanada, y lo dejaron ir. En medio del asombro que produjo su protesta, una voz solitaria humanizó al símbolo en construcción: “se llama Hans Wuerich y es mi alumno”, escribió en un artículo la periodista Juymar García, exprofesora del muchacho de 27 años, egresado de la Universidad Santa María en Periodismo Audiovisual. Ella le presentó a Venezuela, con nombre y apellido, al chamo que se desnudó.
Uno de sus excompañeros de clases, que prefirió mantenerse en el anonimato, lo describe como un joven al que no le gusta llamar la atención. Más bien tímido, contrario a lo que cabe pensar para cualquiera. Y está convencido de que el aparato de seguridad del Estado no lo apresó porque su amigo se mostró indefenso, frágil y puro ante los agentes.
Wuerich es oriundo de Carabobo, pero se siente caraqueño. Lo que sigue es su relato a Versión Final sobre el día en que salió a marchar y volvió a casa para contarlo:
—¿Era la primera vez que salías a protestar, o ya lo habías hecho antes?
—No, yo había participado en otras protestas.
—¿Ya tenías pensado manifestar desnudo o tomaste la decisión momentos antes de hacerlo?
—Dos días antes yo me había preparado investigando qué protestas se habían hecho de este tipo, encontré que en España lo hicieron en contra de las corridas de toros; en EE.UU., contra Trump, y la que más se asemejó a la mía la vi en Brasil: una muchacha que hizo lo mismo, pero no aguantó por la cantidad de perdigones que le lanzaban.
—¿Qué te inspiró?, ¿estabas consciente del poder que esa imagen iba a transmitir?
—Sinceramente, me inspiró el hambre. Hay gente muriéndose de hambre. Y pedirle a los guardias que ya no siguieran echando más bombas, estaba consciente de que esto podía convertirse en un chalequeo nacional, pero jamás imaginé que esto iba a darle la vuelta al mundo.
—Cuando los guardias y policías te vieron acercarte con la vulnerabilidad simbólica que suponía tu desnudez, ¿cuál fue su primera reacción?, ¿cómo te miraban, ¿qué te decían?
—Me miraban a los ojos, yo me di cuenta. Ellos también estaban asombrados, pero me tiraban perdigones y bombas. Ellos me estaban grabando y tomando fotos, pero no me dijeron nada.
—¿Todos se comportaron igualmente agresivos?
—No, sólo el que me gritaba cuando me subía a la tanqueta, los que lanzaban las bombas y los de los perdigones encima de la tanqueta. Los otros, como te digo, tomaban fotos y hacían videos.
—¿Cuántas veces te dispararon, si puedes recordarlo?
—Cientos de veces, creo. No conté, yo estaba era pendiente de mis ojos, que no me cayeran en los ojos y en mi pipí.
—¿Tienes algún mensaje para los policías y guardias, no ya como tropa, sino como individuos?
—Oye, que ellos también pasan roncha, que ellos también tienen que ver que el pueblo tiene hambre y el hambre da rabia, da odio, tristeza, y eso es lo que tenemos.
—¿Por qué decidiste plantarte ante los cuerpos de seguridad con una Biblia en la mano?
—Porque Dios está en Venezuela y su tiempo es perfecto y el mensaje de la palabra de Dios debe llegar para que tengan misericordia del pueblo.
—¿Hay algún pasaje del texto bíblico especialmente significativo para ti?
—“El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.
—¿Por qué crees que no te llevaron detenido?
—Yo creo que es porque yo estaba desnudo, y a ellos como que les dio asco tocarme. Para ellos fue un acto muy duro, y creo que no sabían cómo reaccionar.
—Cuando regresaste a tu casa, ¿quiénes fueron los primeros en recibirte y cómo?
—Yo caminé desde la autopista hasta mi casa, desnudo, no me vestí. Y así llegué a mi edificio y mi mamá me abrió la puerta y me miró desnudo. Se tiró a llorar al suelo y yo también me tiré al piso con ella. Luego hablamos y todo se aclaró, nos calmamos y todo estuvo bien.
—La crisis nacional golpea a todos los hogares venezolanos, ¿qué forma adoptó para entrar en el tuyo?
—Me preocupa el hambre que hay, viví un tiempo solo y pude ver y vivir el trabajo que se puede pasar en la calle para comer, para mantenerse. Lo que da lástima es que la gente pasa hambre, pana.
—Tu imagen y acciones (al igual que las de sor Esperanza confrontando a la GNB, las de María José encarando a otra tanqueta) los manifestantes ya las asumen como símbolos de su propia épica, ¿en qué crees se diferencien las protestas de 2017 de las de 2014?
—No era lo mismo, la gente del barrio no salió a protestar en 2014. Salía la gente de clase media, pero ahora la gente sí salió toda por igual. Ahorita es muy rudo, y en 2014 ya estaba rudo, pero no había tanta hambre como ahorita.
—Hay quienes creen fervientemente en la resistencia pací ca para conseguir una salida consensuada e institucional a la crisis que vive Venezuela, y quienes están convencidos de que una dictadura no sale con votos. ¿Cuál forma de lucha te de ne mejor a ti?
—Con protestas pacíficas, en verdad. Sin violencia, aunque ha habido muchas muertes.
—¿Es posible ser rebelde y pacífico?
—Gandhi fue un rebelde muy pacífico, como tantos otros.
—Partidarios del Gobierno, en las redes, te tacharon de loco. ¿A qué crees que se deba ese análisis tan simplista?
—Bueno, por mi acción tan extremista que hice. “Este bicho está loco, ¡y con una Biblia en la mano!”.
—El presidente Maduro se burló de ti en televisión nacional, sin derecho a réplica. Hagamos un ejercicio de imaginación: supongamos que el presidente está leyendo esta entrevista, ¿qué le dirías?
—Que se siga burlando de mí, no me importa, así mete más la pata.
—Cuando imaginas a la Venezuela del futuro, ¿qué ves?
—Guao, a toda Venezuela unida, prosperidad para el país, sin envidia, sin rencor entre nosotros.