“El madurismo morirá. El chavismo verá a Maduro como el responsable de la debacle” (2)

La izquierda venezolana tiene las alas rotas. En los últimos 10 años, con la llegada de Nicolás Maduro al poder, las fricciones ideológicas, la forma vertical de gobernar y el distanciamiento con el modelo implantado por Hugo Chávez, derivó en la conformación de una cáscara vacía.
En ese terreno movedizo, se abre el debate interno sobre el impacto del madurismo en lo logrado por el chavismo.
El madurismo sería el gran derrotado del 28 julio, no el chavismo. El chavismo de base, que fue traicionado por el madurismo, que fue perseguido, que fue marginado, podrá reorganizarse para reconstruir y relanzar su propuesta política al país. ¡Sí hay vida después del madurismo!”, escribió en X, Rafael Isea, exgobernador del estado Aragua y exministro de Finanzas de Hugo Chávez.
Ese tipo de mensajes se viraliza en redes. Representantes de la izquierda, alérgicos a la forma de gobernar de Maduro, escriben sobre la refundación.
Isea, junto con Andrés Izarra y Rafael Ramírez, exministros del padre de la revolución, fueron incómodas piedras en los zapatos del gobierno.
Darwin Chávez, director de Verdades y Rumores, coincide con Isea en relación con las responsabilidades del naufragio.
El madurismo morirá. El chavismo verá a Maduro como el responsable de la debacle. ¿Qué va a ocurrir? Sobrevivirá un chavismo radical que estará representando por entre un 5 y 10 % de su fuerza electoral. ¿Quién va a encabezarlo? Esperamos el surgimiento de nuevos líderes”, añade.
El periodista es enfático al ofrecer sus escenarios de ser Maduro, como marcan las principales encuestas, derrotado en las urnas electorales el 28-J. “Ellos planean ejecutar decisiones para generar ingobernabilidad. Que el país quede sumido en el caos”, advierte.
Declive inminente
El comunicador cree que el chavismo entrará en un declive importante. Augura que “quedará disperso”. Y explica que, como era normal, se fortaleció siendo gobierno. “Eso implica el manejo de recursos y cargos para financiar una estructura que es demasiado costosa. Sin recursos un partido no funciona a ese nivel”, añade.
Y así contempla el futuro de quienes gobiernan a Venezuela.
Yo no creo que Maduro ni ninguno de sus jerarcas se queden en el país. Todos van a buscar irse por las consecuencias que puedan surgir. Van a tratar algunos de dirigir al chavismo desde el exterior y a control remoto. Ahora, esto no quiere decir que no quedarán elementos que no puedan perturbar al nuevo gobierno”, detalla.
Hay sectores muy radicales, sustenta, que recibirían financiamiento a través de las operaciones ilegales que el chavismo ha venido fortaleciendo en los últimos años: el Arco Minero, el tráfico de drogas y otras actividades ilícitas.
Chávez recalca que, en paralelo, sus actuales protagonistas, funcionarios y militantes de peso, tratarán de esquivar potenciales responsabilidades penales. “Como en el juicio de Nuremberg, querrán sacudirse al estilo de los nazis: ‘Yo lo hice obligado’, obedecía órdenes, temía que actuarán en contra de mi”.
¿Diferencias programáticas?
“El chavismo todavía tiene mucho qué decir y hacer en Venezuela. Lo primero es marcar la diferencia con el madurismo”, expresa Toby Valderrama, cuyo nombre real es Antonio Aponte, una figura muy respetada en otrora por el desaparecido Hugo Chávez, fiel lector de su columna Un grano de maíz, de su pluma, difundida a principios de la década pasada en el desaparecido diario oficialista VEA.
El chavismo tiene programa, tiene ejemplo, tiene los líderes que fueron valientes y se enfrentaron a la traición madurista, y sobre todo, tiene el afecto de un pueblo que recuerda al gobierno madurista que lo supo amar, le devolvió su fuerza, le mostró la fuerza de luchar por objetivos altruistas, romper el cerco del egoísmo, y comprender que la felicidad no es un asunto individual sino una conquista colectiva”, añade.
En las emisiones del programa Aló Presidente, Chávez solía citar la frase eslogan de Valderrama: “Irreverencia en el debate, lealtad en la acción”. Desde Aporrea, canal digital emblema de la izquierda en Venezuela, los dardos contra Maduro tienen un filo descomunal.
En su artículo El 28J, la triste soledad de una traición, Aponte pronostica lo que le sucederá a la élite gobernante: (…) Intentaron dirigir un país como se dirige un sindicatillo de segunda. Las mentiras, la simulación, las excusas fueron sus métodos. Lo destruyeron todo, lo material y lo espiritual, modelaron una sociedad fragmentada, en fuga, sin razones para vivir, para luchar. Ahora, la historia es implacable, se enfrentan a una medición de sus frutos, los vientos no son propicios, presagian tempestades y derrota”.
Aponte sostiene que al madurismo le faltó grandeza para hacer el gobierno que reclamaba el país y el legado de Chávez, y ahora, en su opinión, le falta grandeza para dar un paso al costado y ahorrarle a “la masa” días de “barbarie”.
“De los posibles escenarios se ha escrito mucho, cualquiera que sea la solución, el madurismo saldrá deslegitimado, más aislado, más solo que nunca, sentirá en sus entrañas los dolores de las deserciones, y sobre todo el dolor, la tristeza de haber podido hacer las cosas de otra manera”, destaca.
¿Existe el madurismo?
Para José Flores, periodista con más de 15 años de experiencia en la fuente de política, la existencia de un chavismo crítico supone la existencia de otro que no critica.
“¿Y cuál es ese chavismo que no critica? Pues, el que esté en el poder. Hoy lo llaman ‘madurismo”, enfatiza. Y Flores suelta: "Hagamos memoria: ¿alguno de los chavistas críticos de hoy le cuestionó públicamente a Hugo Chávez la ola de expropiaciones que inició en 2006 y que explicaría parte de la crisis económica que hoy vive Venezuela?”
Desde fincas vinculadas con la producción agraria hasta un Sambil, pasaron a manos del Estado a la voz de un ‘exprópiese’ sin que alguno de sus funcionarios, ahora chavistas críticos, le tributase a Chávez algo distinto a un aplauso, esgrime.
Esta aparente dicotomía entre chavismo crítico y madurismo es demasiado sutil para quienes nunca fueron chavistas o ya no lo son, y el motivo es obvio: Maduro es la última voluntad de Chávez. Críticos y criticados, son todos ladrillos del mismo edificio”, advierte.
Desde luego, las responsabilidades de la debacle, en su opinión, sí que varían. Ya que ante una posible derrota de Maduro, quien salga menos herido de esa repartición de culpas podrá heredar los restos del naufragio. “Porque el chavismo, como movimiento político, seguirá existiendo y necesitará de dirigentes que lo guíen”.