Discursos segmentados cierran el paso al diálogo

El sonado diálogo y su potencial efecto en la resolución de la crisis política y económica venezolana comienza a derivar en un libreto rayado que come tiempo y agudiza el impacto de la inflación y la escasez.
La oposición y el oficialismo no logran saltar la barrera de las palabras para abrirle paso a las acciones concretas y expertos consultados por Versión Final detallan que este estancamiento se debe a la existencia de sesgos ideológicos y falta de madurez política dentro de los principales líderes de cada bancada. El radicalismo destruye cualquier luz.
Ricardo Lobo Acosta, historiador, asegura que las posturas frente al diálogo pueden clasificarse en dos grandes renglones, presentes tanto en el oficialismo como en la oposición: los radicales y los moderados.
“Se habla de diálogo, pero condicionado a una agenda preestablecida que en el caso del sector opositor el único condimento que utiliza para dialogar es saber cuándo se va el presidente Maduro, y para el sector radical chavista, la única condición para dialogar es dejar claro que Maduro no se va, sino que termina el periodo en el 2019 cuando inicia la etapa de otro proceso eleccionario. Hay un diálogo que los sectores políticos están sesgando”, anticipa el analista.
Tras este planteamiento el también presidente de la Fundación Renovando Esperaza, evalúa el discurso político del gobernador de Miranda, Henrique Capriles Radonski, quien intenta arrastrar la emotividad del joven venezolano que tiene disparada la adrenalina.
“También intenta decir con su verbo incandescente que el culpable de todas las penurias del país es el chavismo y que la salida tiene que ser ya”.
Para el polítólogo Alfonzo Hernández, el discurso tajante de Capriles se debe a su pretensión de ser Presidente de la República.“Incluso la gira que está haciendo es un clara muestra de campaña política. Pareciera que está jugando a suplantar a su excompañero de partido Leopoldo López”.
Según Lobo Acosta y Hernández en el extremo opuesto de la radicalización figura la postura del primer vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, quien se aprovecha del poder y de las armas de las Fuerza Armada para darle cierta estabilidad al Estado, y cuyo discurso denota una formación política escasa, siendo más de una disciplina de orden y ejecución propia del estamento militar.
“Para Diosdado el diálogo implica aceptar y acatar una orden, mientras que para la sociedad civil se trata de ponernos de acuerdo en vez de acatar simples ordenes”, argumenta Lobo Acosta.
Los moderados
La moderación dentro de la oposición reposa sobre los hombros del presidente de la Asamblea Nacional (AN), Henry Ramos Allup, quien inicialmente se mostraba más extremista en cuanto al diálogo, pero que luego, según explica Lobo Acosta, “por su experiencia, sabe que los procesos de cambio son mediante mecanismos institucionales. Ramos Allup viene de la escuela de Acción Democrática, tiende a defender entonces los cambios consensuados y no los violentos”.
Contrario a Ramos Allup, el oficialismo tiene al presidente Maduro, quien a criterio del profesor Alfonso Hernández, aunque tiene el Poder Ejecutivo, no tiene la autoridad plena porque se sustenta del sector radical; del poder militar.
Lobo Acosta de ne la actitud política del primer mandatario como un deber: “Está obligado a unificar mediante el diálogo las distintas posturas de las instituciones del Estado para que este se consolide en un gran estado de derecho”, sentencia el experto.
Los especialistas concluyen que la guerra de egos, sumada a la falta de disposición de escucharse mutuamente, añade rigidez. El diálogo no se ve como un hecho concreto y factible en el corto plazo.