Diálogo, el precio de la paz

Politólogos creen que oposición y Gobierno todavía están lejos de una negociación. Los pobres antecedentes de 2002 y 2014 torpedean los acercamientos. Unasur y Zapatero no generan confianza como mediadores.
El chavismo reveló que se reúne con la oposición. Maduro, el martes, dijo que por petición de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) los encuentros eran secretos. Pero la coalición respondió que se trataba de una comisión que iba a explorar a través de un posible diálogo la realización del referendo revocatorio, como vía para superar la crisis económica y social que atraviesa Venezuela.
Dos piezas de rompecabezas que no encajan. “Hablar de negociación, actualmente, es un poco ingenuo porque tú no negocias con alguien con quien ni siquiera tienes una relación. La negociación y el acuerdo es un estadio muy superior al del diálogo, y aquí estamos en el punto inicial de no reconocimiento, de no interacción y buscando la forma de conversar ciertos aspectos”, explica Verónica Medina, politóloga y presidenta de la Fundación Sinamaica, que precisamente fomenta el diálogo político entre líderes emergentes.
Estos equipos “exploratorios” lo conforman personajes que distan de ser aliados. Por el chavismo, la canciller Delcy Rodríguez; Elías Jaua, diputado a la Asamblea Nacional; Jorge Rodríguez, alcalde Libertador, y Roy Chaderton, exembajador ante la OEA. Por la MUD, el diputado Freddy Guevara; Carlos Ocariz, alcalde de Sucre; Luis Aquiles Moreno, subsecretario general de Acción Democrática, y Enrique Márquez, vicepresidente del Poder Legislativo.
“Todos los procesos de diálogo del mundo, en situaciones complejas, nunca se dan entre amigos, sino precisamente entre enemigos” —prosigue Medina— “y la negociación se da porque las partes están conscientes de que el costo de no negociar es mucho mayor. Peor que negociar, es no negociar”. —¿Qué ventajas tiene para el chavismo sentarse a dialogar? —Muchas. La opinión pública, fuera del país, lo ve como autoritario e incluso dictatorial.
La imagen de una mesa de diálogo le lavaría un poco la cara. A lo interno, le da más credibilidad porque mantiene la imagen de que tiene poder. Una de las cosas que la oposición más ha intentado re ejar es que el Gobierno está acabado, y si bien es cierto que electoralmente puede ser así, a nivel político no lo es. El Gobierno aún controla la Fuerza Armada, las instituciones y medios de comunicación.
—¿Y qué partido puede sacar la oposición? —
La oposición tiene un amplio apoyo internacional y un amplio apoyo electoral. Pero eso no ha logrado presionar al Gobierno. La oposición es consciente de que si no negocia unos aspectos mínimos, no podrá ejercer ese poder popular que tiene.
Podrían lograr las elecciones regionales, que sería un golpe bastante duro para el Gobierno, también jar la fecha de la recolección del 20 por ciento de las rmas para activar el revocatorio, una cifra que se supone va a superar, y hasta conseguir la liberación de algunos presos políticos.
El diálogo nunca podrá ser popular en un clima de polarización, admite Medina. Y los infructuosos antecedentes de 2002 y 2014 generalizan la idea de que es una opción que tampoco dará resultado en 2016. Además, los mediadores (Unasur, José Rodríguez Zapatero, expresidente español) no son con- ables para la MUD.
“Es fundamental que las partes acepten a los mediadores. La ONU y el Vaticano son organismos de incidencia mundial que pudieran tener un papel más protagónico”.
El precio de la paz
El diálogo todavía no ha comenzado, opina Lorena Espina, periodista y analista de discurso. Solo es parte de acercamientos que, como en 2014, se televisó y quizás haya habido otros encuentros de los que nadie se enteró.
“El diálogo es el precio que tienen que pagar las partes para alcanzar la paz. No creo que el Gobierno esté feliz con lo que está viviendo. Tiene mucha presión dentro y fuera del país. Pero nadie quiere matarse, ir a la guerra”.
La MUD, añade, no está en capacidad de negociar el referendo revocatorio, puesto que se trata de una iniciativa ciudadana en la que los partidos políticos solo fungen como intermediarios ante el Consejo Nacional Electoral.
“El diálogo debería ser posible. Cuando la oposición habla de diálogo, es para que las cosas pasen urgente y sin sangre. No para que no pasen”, afirma Ángel Oropeza, psicólogo y doctor en Ciencias Políticas. La demanda popular de cambio es tan grande que no se puede frenar. Si alguien intenta hacerlo, traicionaría a los venezolanos.
El Papa espera que lo inviten
El papa Francisco está dispuesto a servir de mediador en un eventual diálogo entre la oposición y el Gobierno. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) lo dio a conocer ayer al divulgar una comunicación que recibió del Vaticano.
Su Santidad solo ha puesto una condición: “dicha disponibilidad podrá ser efectiva a partir de una invitación a la Santa Sede enviada directamente por las partes interesadas, una vez que hayan tomado la firme decisión de iniciar formalmente el diálogo. Así, el Gobierno venezolano y la oposición serán los principales responsables de la mencionada petición”.
Presión también
La oposición no debe despreciar un eventual diálogo, que puede emplear como otro mecanismo de presión, comenta el politólogo Luis Aguilar, experto en análisis de escenarios.
“Es la mejor forma de hacer política. Tú puedes negociar y mantener en paralelo una agenda de calle constitucional y pací ca. Como lo ha hecho la MUD desde la Toma de Caracas”.
Con todos los riesgos que acarree, pese al ruido que puedan hacer los radicales, para Aguilar sería un grave error si la oposición menosprecia esta convocatoria.
“Con ausencia, no haces nada en política. Si no se tienden puentes se va a agudizar la crisis, podemos ir hacia un escenario de anarquía y violencia, escenarios que solo puede capitalizar el actor político que tenga las armas: el Gobierno”.