“Como le ocurrió a Pinochet, Maduro podría verse obligado a aceptar lo inevitable”

Chile y Venezuela, en la recta final de la dictadura militar de Augusto Pinochet y 36 años después, en tiempo presente, se podrían ver la cara frente al espejo y con Nicolás Maduro con el sol a la espalda.
A 12 días para las presidenciales de 2023, lo ocurrido en el plebiscito de 1988 se pone sobre la mesa de disección de analistas y expertos que ven paralelismos en los procesos.
Pinochet llevó las riendas de la nación austral, entre 1973 y 1990, y en su mandato, signado principalmente por la cruenta represión del brazo militar, se registraron y documentaron numerosas violaciones de los derechos humanos, con miles de ejecutados y desaparecidos, hasta que, en 1998 fue detenido en Londres, acusado de delitos de genocidio, terrorismo y tortura.
El plebiscito de 1988 tenía un objetivo claro: validar a Pinochet y sus aliados en el ámbito nacional e internacional. Pero los chilenos decidieron lo contrario.
En contraste, pero con claras resonancias, se encuentra la Venezuela actual bajo Nicolás Maduro. El país ha sido escenario de graves violaciones de derechos humanos, con investigaciones de genocidio y órdenes de captura en cortes internacionales por juicios vinculados al narcotráfico. Miembros del actual régimen han acorralado, encarcelado, perseguido y, según reportes, hasta asesinado a adversarios políticos. Un caso emblemático es el secuestro y asesinato del teniente Ojeda, un evento que la fiscalía chilena atribuye a motivaciones políticas ligadas a Caracas”, asegura Braulio Jatar.
El escritor y abogado chileno-venezolano, quien fue encarcelado por el Sebin tras grabar y documentar los “cacerolazos” que el hijo político de Hugo Chávez recibió en una de sus visitas a la isla de Margarita, Nueva Esparta, en 2016, recuerda que la decisión de la oposición de participar en el plebiscito había sido controversial, por la propia naturaleza del gobierno militar. Además, dos referendos anteriores en 1978 y 1980 habían estado llenos de irregularidades.
Con el viento en contra
“En el caso del Plebiscito de 1988, el gobierno de Pinochet organizó un referéndum para decidir si continuaba en el poder por ocho años más. Sin embargo, la oposición chilena, organizada bajo la campaña del "No", logró movilizar a la población a pesar de las restricciones y el control mediático del gobierno”, detalla Marcos José Garzón, sociólogo venezolano de la Universidad de Chile y maestrante en Gobierno y Dirección Publica de la Universidad Autónoma de Chile.
Pinochet, sostiene, tenía suficiente fuerza para mantenerse en el poder, pero no la suficiente como para destruir a una oposición que se amalgamó, pese a sus diferencias.
Garzón plantea que la oposición venezolana enfrenta grandes desafíos para participar en unas elecciones justas y transparentes, incluyendo el control de los medios de comunicación, el ventajismo del Estado, la persecución hacia la ciudadanía y actores políticos y las limitantes económicas.
Aunque diferentes en muchos aspectos, ambos procesos insisten la importancia de la participación y organización ciudadana, la observación internacional y la unidad de la oposición. En Chile, la unidad y la organización de la oposición fueron clave para superar un régimen autoritario, y en Venezuela, el resultado de las elecciones de 2024 dependerá en gran medida de la capacidad de la oposición para superar los obstáculos impuestos por el gobierno”, resalta.
Aferrado al poder
Valentina I. Batiste, magíster en Patrimonio Cultural, doctora en Sociología e investigadora postdoctoral sobre patrimonio, memoria y conflicto social en el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES) y el Instituto Milenio para la Investigación en Violencia y Democracia, recuerda que Pinochet se aferró al poder hasta el último minuto.
De acuerdo con documentos desclasificados de la Agencia de Inteligencia de la Defensa y la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos –liberados entre 1999 y 2000, y a partir de los cuales el investigador Peter Kornbluh escribió Pinochet: Los Archivos Secretos (2004)–, el dictador tuvo una actitud obstruccionista y, si no fuera por la oposición de la Junta Militar en ese momento, habría llevado a cabo un plan para cancelar el plebiscito y perpetuarse en el poder.
En un informe desclasificado se lee que adherentes de Pinochet tenían planeado, para el 5 de octubre, generar caos para provocar actos violentos de grupos radicalizados de la oposición. “Según indica el documento, esto justificaría una “intervención enérgica de las fuerzas de seguridad gubernamentales […]. En ese momento se suspenderán las elecciones, se declararán nulas y se pospondrán de forma indefinida”, resalta en un reportaje difundido por El Mostrador, firmado por Batiste.
El día del plebiscito el temor a su intervención para evitar el triunfo del No se hizo cada vez más palpable.
A altas horas de la noche, la CIA constató, gracias a un “confidente militar de alto rango”, que Pinochet había planeado posponer “el anuncio de los resultados a fin de agitar a la oposición, anunciar resultados preliminares favorables al Sí, y hacer salir a la calle a quienes habían votado por el Sí para celebrar su supuesta victoria. Esto haría reaccionar con ímpetu a la oposición, lo que provocaría conflictos callejeros y obligaría a hacer intervenir al Ejército para restablecer el orden, al tiempo que proporcionaba la excusa perfecta para suspender el plebiscito”. Sin embargo, tal plan fue frustrado por Carabineros, quienes no permitieron ningún tipo de manifestación, aunque fueran del Sí.
Momento crucial
Pinochet –quien ya había anunciado que “yo no me voy a ir, sin importar la razón”– concentró entonces sus energías en maquinar otro ardid. Pasada la medianoche, los miembros de la Junta Militar llegaron al Palacio Presidencial. Fue en ese momento cuando el general Matthei declaró públicamente que todo indicaba que estaba ganando el No, lo que significó un duro golpe a las aspiraciones de Pinochet.

Durante la reunión, y según consta en el informe de la DIA “Chilean Junta Meeting – The night of the plebiscite”, Pinochet “estaba hecho una furia e insistía en que la Junta Militar debía otorgarle poderes extraordinarios para hacer frente a la crisis de la derrota electoral. De hecho, tenía listo un documento para que lo autorizasen […]. Pinochet habló de emplear estos poderes extraordinarios para hacer que las Fuerzas Armadas tomasen la capital”. En ese contexto, Matthei alzó la voz oponiéndose a tal complot.
Pinochet entonces preguntó al resto de la Junta si estarían dispuestos a seguir sus instrucciones, y la respuesta de todos fue negativa. Al finalizar la reunión –“que fue tan intensa que el general de brigada Sergio Valenzuela sufrió un ataque al corazón y se derrumbó”, “a Pinochet no le quedó otra alternativa que aceptar la victoria” del No. Había ganado esta opción con el 55,99% de los votos, mientras el Sí había perdido con el 44,01%
“Hoy, 36 años después, Venezuela podría estar al borde de un evento similar. El plebiscito que marcó el fin de la era Pinochet parece proyectar su sombra sobre las próximas elecciones venezolanas”, reafirma Jatar.
En su percepción, Venezuela se acercaría a su propio momento decisivo. En la proyección del abogado, fuentes cercanas al proceso electoral especulan sobre cómo podría desarrollarse la noche del escrutinio. Se espera que el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, haga un llamado a la calma, instando a todos a permanecer en sus hogares.
En la madrugada, el Consejo Nacional Electoral (CNE) probablemente emitirá su primer boletín. A diferencia de las encuestas que sugieren una amplia ventaja opositora, este informe podría mostrar una diferencia mucho más estrecha. No es posible imaginar que publiquen un resultado de 40 puntos de diferencia’, me atrevo a pronosticar”, sostiene.
En ese momento crítico, Jatar espera que la oposición venezolana, al igual que sus contrapartes, chilenos, en 1988, anuncie que tiene las actas de votación en su poder. Este movimiento forzaría al oficialismo a replegarse, aunque es probable que algunos intenten negar lo evidente.
Finalmente, como le ocurrió a Pinochet, Maduro podría verse obligado a aceptar lo inevitable. Sin embargo, siguiendo el paralelo chileno, el mandatario venezolano permanecerá en el poder durante cinco meses más, ya que la constitución mandata toma de posesión en enero de 2025. Durante este período se prepara la transición, se negociarían indultos, leyes de amnistía y posibles acuerdos relacionados con los juicios pendientes en Estados Unidos”, precisa.
Para Garzón, es importante que la sociedad democrática venezolana entienda y actúe con base en que no se puede abandonar ningún espacio. Que resulta importante el rol activo de la población, la cohesión político social dentro y fuera del país.
Luego pasado el proceso electoral en Venezuela, al igual que en Chile, comenzaría un proceso de transición que requiere del reconocimiento y la participación de todas las partes para generar un cambio institucional con incidencia en lo político, económico y social.
Y así, remata el sociólogo: “Finalmente, dichas similitudes nos recuerdan que, incluso en contextos de represión, los procesos electorales pueden convertirse en catalizadores para el cambio político y social cuando se combinan con una fuerte participación y organización social, y en donde apoyo internacional es fundamental para avanzar”.