Beneficio sin destinatario
Comprar una casa en Venezuela cuesta Mucho. Cristina tiene 30 años y aún vive en casa de sus padres. No tiene planes de casarse, pero quiere independizarse. A su edad, ya toca, dice. “La situación del país no te permite evolucionar, así nadie puede pensar en formar una familia siquiera”.
La empresa donde trabaja Cristina le descuenta mensualmente el tres por ciento de su salario para depositarlo en el Fondo de Ahorro Obligatorio para Vivienda (FAOV), que hasta hace poco más de 30 días otorgaba créditos máximos de 500 mil bolívares para comprar un inmueble; el Gobierno, ahora lo elevó a tres millones.
Pero ambos montos son insuficientes, a juicio de Carlos González, presidente de la Cámara Inmobiliaria de Venezuela. “Es absolutamente imposible conseguir viviendas por ese precio, aún en el interior del país. Por ejemplo, en Maturín, donde son mucho más bajos que en Caracas y Maracaibo, no las consigues a ese precio”.
En el mercado secundario, el de las viviendas usadas, las ofertas sobrepasan los límites del FAOV. Y lo grave, añade González, no es que los precios sean muy altos, sino que los salarios son muy bajos. “La pobreza generalizada impide que la gente pueda comprar vivienda. Si la población no tiene para comer, ¿cómo podemos pensar que va a tener para comprar vivienda?”
Un saco roto
Un compañero de trabajo de Cristina se va del país y ya empezó a vender sus pertenencias. A ella le envió un mensaje vía WhatsApp: “Aire acondicionado de 12.000 btu, por 150.000 bolívares”. “¿Si eso vale un aire usado, cómo voy a conseguir yo una casa en tres millones?”, cuestiona.
Siente que el FAOV es un beneficio que existe, pero no se materializa, que es un fondo que está preso en las arcas gubernamentales. La Cámara Inmobiliaria le da la razón.
“El trabajador ya no goza de ese beneficio desde hace aproximadamente cuatro años”, calcula González, recordando que hace apenas un mes ese crédito supero el techo de los 500 mil bolívares por trabajador.
“Eso es una burla a la persona que trabaja formalmente; y es una burla porque la inflación no la vamos a eliminar ocultando el precio de las cosas. Eso no funciona con la harina, no funciona con el aceite, no funciona con la mantequilla y no funciona con la vivienda tampoco”.
Fondo en cifras
Todos los empleados bajo relación de dependencia pueden aportar el tres por ciento de su salario mensual al FAOV. Incluso quienes trabajan por cuenta propia. Ambos grupos integran la población “ocupada” que, de acuerdo con un informe del Instituto Nacional de Estadística (INE), sumaban en abril 13 millones 89 mil 81 personas. Estos representan el 92 por ciento de la población económicamente activa, cuya cifra es 14 millones 124 mil 319 personas, equivalente al 62,7 por ciento de los venezolanos.
Ese es el último reporte mensual que publicó el organismo. El documento, titulado Situación en la Fuerza de Trabajo Venezuela, indica que el número de ciudadanos empleados en el sector formal es de siete millones 899 mil 160; es decir, el 60 por ciento de la población “ocupada”, esa a la que no le alcanzan los créditos del Estado para adquirir un inmueble.
La Cámara Inmobiliaria calcula que, aproximadamente, 40 por ciento de los venezolanos tiene empleo formal, y según las proyecciones del INE, la cifra de habitantes alcanzará este año los 31 millones 28 mil 637. Esto significa que 12 millones 411 mil 454 trabajadores (en estimaciones del gremio) hacen aportes a un fondo insuficiente para su aspiración a tener casa propia.
Cristina pretendía retirar su dinero del Faov para invertirlos en un carro o en un negocio propio que pudieran revalorizar sus ahorros, pero no es posible. Porque el Banco Nacional de Vivienda y Hábitat (Banavih) sí le permite a los beneficiarios disponer de esos fondos, pero exclusivamente para la compra o mejoramiento de inmuebles.