Hasta en 10 mil bolívares se consigue un antibiótico

No hay antibióticos— advierten las dependientas de la farmacia Saas. Javier Villalobos le lee los labios. Regresa a su carro.
Hace diez días que busca bactrina. Le urge. Ha recorrido al menos 30 farmacias. En la última que visitó, en La Curva, le indicaron un lugar y un precio: Las Pulgas, 9 mil 500 bolívares.
Una infección ocurre cuando el sistema inmunitario no destruye sustancias nocivas en los cuerpos. Se desarrollan por bacterias, hongos o virus. La de la mamá de la Javier es parasitaria y crónica.
Es difícil precisar cuántos marabinos tienen algún tipo de infección en este momento, pero su presencia en las farmacias es, ahora, regla. Necesitan antibióticos. La respuesta se extiende como plaga en cultivo: no hay Ciprofloxacina. Ese antibiótico lo requiere Euro Pirela, un jubilado de 71 años que salió el viernes de alta del Centro Clínico del Norte, después de superar una infección de orina. Su esposa y nieta encontraron un blíster de 14 pastillas de 500 mg en 9 mil 759 bolívares. El empaque marcaba uso institucional.
Su señora abrió los ojos hasta casi dejarlos en blanco en señal de sorpresa. No solo por el costo, sino por la advertencia del exterior. Se supone que ese blíster llega a las instituciones públicas vía Ministerio de Salud. Y aún así lo venden.
De 70 % a 85 % subió la escasez de medicamentos en Venezuela, de acuerdo con Freddy Ceballos, presidente de la Federación Farmacéutica Venezolana (Fefarven). La caída en la entrega de divisas es uno de los factores que más afecta la producción.
Hay varios problemas
Comprar un medicamento original y uno genérico es como comprar un disco “pirata” u original. A la tercera vez que se escuche va a comenzar a “rayarse”, además de que el sonido no es tan potente.
Lo mismo pasa con las medicinas:
algunos laboratorios copian la molécula base de otros laboratorios que estudian sus elementos y fabrican el antibiótico. Esos son los llamados genéricos, cuyos precios oscilan entre ocho y 15 bolívares.
Mientras tanto, Bayer, por ejemplo, invierte en el estudio de la molécula y fabrica el medicamento, le pone un nombre y lo vende en 4.000 bolívares. Esta comparación es de Sandra Castillo, visitadora médica.
Ciprofloxacina es la molécula de origen. El nombre comercial depende del laboratorio. Por ejemplo, el extinto Dr. Reddys lo tenía en el mercado como Ciprolex. Su costo hace un año era 1.000 bolívares. Este antibiótico trata infecciones de orinas y en tejidos blandos. Por eso se lo recetaron a Euro Pirela. Este antibiótico cuesta 10.725 bolívares en otras farmacias.
El hermano de Javier Villalobos le pidió calma a la familia. El antibiótico de la señora de la casa, Ana Ariza, lo buscarán en Maicao, departamento de La Guajira colombiana. Hace 22 días que doña Ana está enferma. Ha perdido peso, no se levanta de la cama, evacúa constantemente y se siente débil. No se queja para no preocupar más a sus hijos. Así son las madres.
La raíz del asunto es que el Estado venezolano no ha traído principios activos desde el año pasado. La última vez que importó medicamentos fue en agosto.
—Por eso la escasez— afirma Francisco Valencia, presidente de la Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y la Vida (Codevida).
Este grupo recibe llamadas a diario de diferentes partes del país para denunciar la falta de antibióticos y medicinas en general.
La experiencia de Sandra Castillo le apunta que el inconveniente es de otorgamiento de divisas. Los laboratorios no pueden importar la materia prima sin dólares.
Entonces, los traen de Colombia.
El “no hay” retumba
El ácido clavulánico ataca infecciones en la garganta, amígdalas y vías respiratorias. El laboratorio Glaxosmithkline le dio por nombre Augmentin. También escasea.
El precio de la Amoxicilina que está exhibida en la farmacia Galué es de 8.500 bolívares. Los precios son tan altos porque, según uno de los dependientes, son productos colombianos.
Rubia González se curó sola. Hace dos semanas sufrió una infección en las encías y hasta sangre le brotó. Por ningún lado halló Amoxicilina. Debió volver a la consulta con su odontóloga para que ella le tratara la hinchazón con antiflamantorios, tras una limpieza exhaustiva. Le cambió los brackets de ligas corridas para que no se quedara la comida.
A Natalia, de tres meses, no la deja dormir el broncoespasmo. Su familia indaga si hay Unasyn en alguna farmacia local. Nada. La niña tose, más de noche que de día. Es por el “sereno”, dice la abuela. Desconcen hasta cuándo estará así. Es que en Maracaibo no se hallan los antibióticos fuertes para diagnósticos comunes.