Valor, piedad y acción, por Padre Jaime Kelly MSC

Recientemente llegó a mis manos un cuento que quiero compartir con ustedes, porque nos ayuda a examinarnos y vernos, quizás, reflejados en él, para llevarnos a la reflexión. “Cierto día un grupo de personas estaba esperando la la para entrar en el infierno, pero ya no había en esa jornada ninguna vacante para los candidatos. Salió el diablo a la puerta y anunció: “Queda un sitio, un solo lugar. Veamos, ¿quién es el peor de ustedes? ¿Hay algún homicida múltiple?”. En eso, el diablo se fijó que había un hombre que parecía querer pasar inadvertido, y lo interrogó: “Usted , ¿qué es lo que ha hecho? El hombre asombrado le contestó: ‘¿Yo?, ¡Nada, yo no hice nada, no sé por qué estoy aquí!’ ‘¿Nada?, ¿está seguro?’”, replicó el diablo. El hombre respondió, con un poco de timidez, como queriendo justificarse: “¡Yo no he hecho nada malo. La verdad es que he asistido a muchísimas barbaridades, injusticias, violencias y he escuchado muchos planes de unos hombres contra otros y cosas similares; pero yo nunca hice nada!”. El diablo le contestó: “¿De verdad usted vio todo eso, y no hizo nada? ¡Perfecto! El puesto es suyo”. Hermanos, este cuento me hace recordar una frase de un famoso poeta: “Es fácil ser bueno, lo difícil es ser justo”. Todo ello, apreciados amigos, tiene que ver con el pecado de Omisión.
Omisión es “abstenerse de decir o hacer algo que constituye un deber”. Ante la condición de este pecado, hemos de examinarnos en dos sentidos: Por una parte, en todo aquello que dejamos de decir o hacer para defender o corregir ante la injusticia y la maldad en medio de nuestro pequeño o amplio mundo, o en medio de la porción de la viña que nos ha sido encomendada. Por otra parte, en el bien que dejamos de hacer a los demás, aquellas obras de caridad y misericordia que no hacemos, olvidando lo que nos dice la Palabra de Dios: “Estos preguntarán: Señor, cuándo te vimos hambriento o sediento, desnudo o forastero, enfermo o encarcelado y no te ayudamos? El Rey les responderá: “En verdad les digo: siempre que no lo hicieron con alguno de estos más pequeños, ustedes dejaron de hacérmelo a mí”. (Mt 25,45-46).
Hermanos, el Señor nos invita a que vivamos según su ejemplo, que como dice la Palabra: “pasó haciendo el bien”, y esto conlleva tener “ valor”, para no quedarnos sin hacer nada ante aquello que vemos que en el mundo es contrario a la Ley de Dios; “piedad”, para compadecernos ante los que padecen y requieren de nuestra ayuda y disposición, y “acción”, para hacer lo que nos corresponda.
Los cristianos estamos llamados a ser sal y luz de la tierra. Ser sal para dar buen sabor de Cristo. Ser Luz, pintando con hermosos colores el ambiente que nos rodea, transmitiendo Alegría y Paz. “Hagan pues que brille su luz ante los hombres, que vean estas buenas obras y por ello den Gloria al Padre de ustedes que está en los cielos” (Mt 5, 16). Apreciados amigos, vamos a trabajar y a luchar, para “vencer el mal a fuerza del bien” (Rom 12,21).