Rodrigo Rivera Morales | La fascista oligarquía autocrática cívico-militar de Maduro

No hay duda que el poder político y dominio del Estado venezolano está en manos de una oligarquía autocrática cívico-militar. De acuerdo al diccionario de la lengua española (RAE) la oligarquía es una forma de gobierno en la cual el poder político es ejercido por un grupo minoritario. En Venezuela es ejercido por una cúpula de 9 personas. Esta oligarquía que ejerce el control del Estado venezolano y sus recursos, se ha enriquecido inmensamente, obvio, que ha permitido, como todo despotismo, que personajes claves para el control del aparato político y represivo, participen del botín del asalto al Estado. Es autocrático en cuanto que concentra el poder en una sola figura (culto a la personalidad) cuyas acciones y decisiones no están sujetas a restricciones legales.
Hay que señalar que esta oligarquía autocrática cívico-militar fascista el fascismo no cuenta con una base filosófica definida que, en todo caso, de atribuírsele alguna plataforma, habría que buscarla en una desviación del marxismostalinista. En la cual el Estado está por encima del individuo y la sociedad, el grupo en el poder es el Estado mismo. Se concentra el poder en la unidad estatal y los poderes legislativo y judicial están al servicio de la oligarquía autocrática cívico-militar.
Después del golpe de Estado propinado contra la soberanía popular esta ha mostrado su carácter fascista. Ha reprimido con violencia las manifestaciones pacífica s del pueblo en se presenten transparentemente los resultados electorales, provocando decenas de muertos, heridos y miles de detenciones. Esta oligarquía ha demostrado su carencia de ética ni moral, dispuesto a incurrir en la corrupción y la violencia para sostener su poder, el cual considera como un derecho adquirido. Para afianzar su poder represivo y autocrático han removido los proyectos de ley de control de las ONGs y la llamada Antifascismo.
Por un lado, esta ley fascista desnuda la naturaleza del régimen, en ella se tacha de fascista a todo aquel que no comulga obedientemente con sus políticas y actuaciones, de manera que quien no esté en el partido oficialista es sospechoso (quien no alabe a Maduro es culpable). Véase que la práctica sistemática y permanente del régimen oligárquico autocrático cívico-militar es de juzgar a la gente no por su responsabilidad personal sino por la pertenencia a un grupo. Aprovecha las coyunturas represivas para exacerbar el miedo y la frustración, y desplaza su propaganda contra un enemigo imaginario que actúa de chivo expiatorio frente al que volcar toda la agresividad de manera irreflexiva, presentándose el tirano como un héroe y valiente, retando al ausente, llamándolo cobarde, claro, eso sí, rodeado de gente fuertemente armada y una muchedumbre mercenaria. Esta ley fascista suprime la discrepancia política en beneficio del partido único y expande el poder discrecional de carácter totalitario y antidemocrático del Ministerio Público.
La historia enseña que solo aquellos gobiernos autoritarios que sustentan el poder con el apoyo de las armas siempre encaminan el ejercicio del poder para limitar las libertades al extremo de criminalizarlas. El fascismo tiene una agresividad intrínseca que se manifiesta en sus consignas, en sus discursos y sus formas organizativas de choque y violencia. Cuando las dictaduras se ven acorraladas por el rechazo social y perciben que el apoyo popular de otrora ha fenecido al descubrir lo nefasto y perverso del ejercicio del poder, se les viene encima la psicosis de miedo y de inseguridad de mantener sus privilegios y su fortuna mal habida, se lanzan cínicamente, aduciendo argumentos para la galería oficialista, a proponer leyes restrictivas de las libertades dizque para defender y reforzar las garantías democráticas. Enardece observar al general de hojalata hacer panegírico a ley propuesta, evidente signo de Estado fascista. Encontrando eco en el diputado teniente Diosdado Cabello, quien permanentemente da demostraciones inauditas de fascismo.
De suerte que, este adefesio, no es más que la consolidación de la dictadura y silenciar a la inmensa disidencia nacional que se manifestó votando en contra el 28 de julio. Podrán ocultar las actas electorales, silenciar (bloquear, impedir) a los medios de comunicación y atemorizar al pueblo. Pero no podrán ocultar su fracaso que es manifiesto, salta a la vista: salarios infames, escasez de productos básicos, hospitales en bancarrota, niños desnutridos, pobreza crítica y hambre, mientras que la cúpula oficialista y sus grupúsculos de apoyo muestran sus riquezas mal habidas a costa del asalto a la hacienda nacional.
Vivimos momentos cruciales para la libertad. El fascismo del régimen se muestra con mayor evidencia el descarado robo de las elecciones desconociendo la voluntad soberana del pueblo. No hay duda que, ambas leyes (fascismo y ONGs), tiene la finalidad de fortalecer la dictadura unipartidista y el pensamiento único. En la lectura de los artículos 22, 23 y 24 de la propuesta ley antifascista, se percibe que cualquier protesta pacífica podría ser estimada apología al fascismo, como práctica de actos fascistas y la consecuente censura. Este esperpento de ley también obstaculiza reuniones tanto públicas como privadas bajo el subterfugio de ser promotoras del fascismo. Por otro lado, la Ley de control de la ONGs impedirá la libre asociación y prohibirá defensa de los derechos humanos. De manera que lo que no sea madurismo cívico militar y sumisión va a estar prohibido. Por eso vale la consigna ¡Hasta el final!. Citamos en este sentido este adagio italiano “Megliovivere un giorno da leone che centoanni da pecora” (mejor vivir un día como león, que cien años como oveja).