El diario plural del Zulia

Rodrigo Rivera Morales | El ilusionismo y la política

Una de las cuestiones que debemos asumir como autocrítica es que se abandonó la formación de los jóvenes que incursionaban en política. Esa dejadez, de paso se sustentaba en pragmatismo político. No hubo formación de estadistas, ni se entendió la función pública como servicio público. Se promocionó más el burocratismo, como parte del clientelismo político, que formar funcionarios como servidores públicos.

Lamentablemente, en los últimos años de la democracia venezolana, el debate político fue más show marketing que contenido. A veces se oían amplísimos debates, muy extensos en temas, tanta extensos como el mar, pero con la profundidad de un charco de calle. El debate electoral se transformó en espectáculos, música, fanfarria y cotillón. Alguien dijo que ir a un mitin político o a un debate político era como asistir a un espectáculo de ilusionismo. El mago corta en dos el cuerpo de su ayudante. Sabíamos que no es verdad, pero veíamos con toda claridad cómo lo hacía. Al rato aparecía el ayudante sonriente. Lo mismo sucede con el timador que se percata de la vulnerabilidad de su víctima y le engaña haciéndole pensar que un sobre con papeles es un sobre con billetes. Chávez, con la comparsa de los principales medios de comunicación, se montó en ese timo. El entendió claramente que debía ser un espectáculo, cantaba, recitaba, tomaba café y regañaba a sus peones, era un reality show (algunos dicen realpolitik).

Lo cierto que lo oculto en la ideología de Chávez no aparecía. Detrás estaba el autoritarismo militar. Examinando sus discursos posteriores vemos que decía tantas disparatadas, que muchos las creían, y aplaudían, como dijo Petkoff: “aplauden como de las focas”. Maduro ha seguido está línea, ha dicho muchísimos disparates, promesas y engaños, que son parte del show politik. Esa camarilla sabe que la política para perpetuarse en el poder debe ser un espectáculo de ilusionismo. Crear ilusiones y falsas expectativas, obviamente, sobre las expectativas poner a pelear al adversario entre sí.

No se pone de manifiesto su política real que se basa en el enfrentamiento amigo/enemigo, busca juegos de suma cero, de utilizar todas las técnicas a su alcance para conseguir o mantener el poder, de movilizar emocionalmente alguna gente, y siempre utilizar la razón de Estado como legitimación de cualquier mentira, siente inclinación por el pensamiento conspiranoico y reprime y encarcela al no opositor, además, no se siente comprometido con lo que dice o acuerda. Es más, las mesas de dialogo y conciliación política no más que una forma de su show político, en ellos se dan infibulas de abiertos y dispuestos, pero ya tienen decidido no cumplir lo que acuerden o como burlarlo.

Por eso, creo que no deja de ser una insensatez pedirle al gobierno que se rinda sino hay otra fuerza igual o superior que pueda someterla. Ellos no son demócratas, odian la democracia, su finalidad es acabar con el Estado liberal e imponer el centralismo de la cúpula sin control alguno, su ideología del poder parte de la dictadura (del proletariado). Ellos mismos lo han anunciado “no entregaran ni por las buenas ni por las malas”. De manera que atribuir a los que se sentaron en la mesa de negociaciones que lo hicieron mal, no es más que una necedad. Cualquiera que se hubiese sentado no iba a obtener nada de la pandilla, pues, nunca hubo ni hay disposición de entregar el poder. Pregúntenles a los cubanos.

He visto a demasiados pontificar sobre certezas que no tenían o que pretenden tenerla, aunque no tenga bases sólidas no un análisis científico. Lamentablemente, el país, en cierto sentido propiciado por los medios de comunicación crearon la conseja de unos tales notables, que pontificaban en política, pero detrás de ellos había frustración y resentimiento por no haber logrado sus objetivos políticos personales.

Por otro lado, la incoherencia en el enfrentamiento de la dictadura es patética. Ellos son duchos en dividir, sobornar y propiciar, con rumores supuestamente fundados, la pelea interna del opositor. Esto lo vemos a diario. Es algo que forma parte de la vieja política, descalificar para escalar, no dándose cuenta que esa actitud también lo acaba, porque se forma una generalización. Me gustan mucho los pasajes del evangelio, uno de ellos el de la mujer adultera cuando era apedreada. Jesús conmino a los acusadores y a quienes lanzaban piedras. “Quien esté libre de pecado que lance la primera piedra”, nadie la lanzó. Jesús le dijo a la mujer “Nadie ha lanzado una piedra, vete y no peques más”. Parte de la coherencia es no condenar sin pruebas reales y concretas, además, que no somos los llamados a juzgar.

Siguiendo las enseñanzas de Juan XXXIII, de Juan Pablo II, de Francisco, nuestra acción y palabra debe estar en el respeto al otro.

 

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