Resultaron fingidores, por Claudio Fermín
Interminables cadenas presidenciales a lo largo de 17 años han resaltado que la Constitución promueve los Derechos Humanos. El del libre desenvolvimiento de la personalidad, el derecho a la igualdad, la prohibición de discriminaciones de cualquier índole. Todo ello se hizo consigna en boca de (Hugo) Chávez y sus seguidores.
Pero el libre acceso a la justicia resultó una morisqueta en manos de un Poder Judicial corrompido por el chavismo. Hacen de jueces y magistrados no los más respetados abogados y catedráticos sino mandaderos de comisarios políticos.
La igualdad ante la ley consagrada por el artículo 21 de la Constitución ha sido pisoteada. Han segregado al país.
La llamada lista de (Luis) Tascón, las declaraciones de (Ricardo) Molina, el que estaba en el Ministerio de la Vivienda, o las de (Luis) Motta Domínguez, el militar al frente de Corpoelec (Corporación Eléctrica Nacional), quienes han perseguido y despedido a todos quienes no sean del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela). Esos verdugos son los que mandan.
Pontificaron sobre la participación a todos los niveles, pero cuando una contundente mayoría se expresó contra las reformas socialistas que el año 2007 Chávez pretendió imponer, este llamó a la voluntad popular “victoria de mierda”.
El culto a la personalidad, logrado con inversiones multimillonarias del presupuesto nacional y mediante el corrompido uso de medios e instituciones públicas, hizo que seguidores inocentes incorporaran a su cotidianidad ese lenguaje escatológico.
Para nada fueron respetuosos del voto. Decretaron leyes para burlarse del veredicto popular contra las reformas de la Constitución. La trampa era su método. Así hicieron con el triunfo de (Antonio) Ledezma al quitarle atribuciones. Y con las derrotas de (Diosdado) Cabello y (Elías) Jaua en Miranda, creando estructuras paralelas a la Gobernación.
Con un lenguaje que construye odios intentan ignorar la voluntad de cambios de más de siete millones de votantes.
Llaman lacayos del imperio a quienes protestan el intervencionismo cubano, ruso, chino y brasileño.
Señalan de parlamento burgués a quienes denuncian el vidón que se dan en Europa y Estados Unidos traficantes de drogas y operadores del monopolio de las importaciones y de la contratación de obras públicas.
Su lenguaje y sus actuaciones revelan cuánto pueden llegar a mancillar los Derechos Humanos quienes antes fingían ser sus defensores.