Ramón Guillermo Aveledo // Reto de todos

Ante un reto como el que tenemos los venezolanos, es necesario reunir el esfuerzo de todos. Sin despreciar a ninguno. Sin divisiones, sin exclusiones, sin discriminaciones. Es lo lógico y lo nacional.
Transparencia informativa, libertad para informar e informarse; institucionalidad que funcione aún imperfecta; reconocimiento del pluralismo (social, económico, político) como realidad actuante, son recursos de la sociedad democrática, tutelados por la Constitución, que mucho nos ayudarían a enfrentar con éxito la crisis que significa esta pandemia y sus secuelas en todos los órdenes.
Si los venezolanos estuviésemos mejor informados, seríamos una población en capacidad de colaborar más en la prevención y la atención. Es lógico y nacional actuar sin reticencia, sospecha o temor ante el conocimiento en universidades, clínicas, profesionales que investigan y tratan esta insidiosa pandemia. ¿Para qué fin social sirve usar como arma propagandística el drama de los que tienen que volver al país? ¿Quién puede dudar que atreviéndonos a promover la unidad sincera en medio de las diferencias que existen, estaríamos en mejores condiciones ante la amenaza de esta enfermedad y ojo, de otras, que ya estaban presentes en el cuadro nacional antes de mediados de marzo?
Si el mayoritario país sensato recibió con esperanza y aplaudió el documento suscrito por el ministro Carlos Alvarado y el comisionado de la Asamblea Julio Castro con el compromiso de afrontar unidos un reto humano de tan elevada exigencia, y ya trasciende que está llegando la cooperación de la Organización Panamericana de la Salud ¿Qué sentido lógico puede tener negarlo?
No se puede actuar presumiendo la infalibilidad o desde la necesidad de demostrar un heroísmo propagandístico estéril, porque esta no es una batalla de opinión, sino un desafío social real. Es defecto intrínseco de toda pretensión hegemónica la suposición exclusivista, origen de lo peor por más nocivo del sectarismo y el error, sostener que un sector ostenta el monopolio de la verdad y que reconocer a cualquier otro actor es una transacción con el enemigo que debilita. No es verdad.
Si se hiciera un esfuerzo sincero de unir al país, acopiaríamos recursos privados y públicos, oficiales y académicos, organizativos y voluntarios que no son sobrantes. Si se actúa con realismo no hay garantía de soluciones fáciles. La situación es muy difícil. Pero estaríamos en mucha mejor posición para buscarlas y encontrarlas.