Puertas abiertas a la esperanza, por Jesús Salom C.

Para quienes hemos pasado un 2016 de penurias, empezar con buen pie el 2017 tiene una alta carga de emotividad y de compromiso para emprender acciones que, de manera individual o como parte de un colectivo, generen una comunidad en la que se consoliden los valores de la democracia, la paz y la libertad; la tolerancia y la reconciliación. Organizados, estaremos en capacidad de fomentar las relaciones con otros colectivos, para ampliar el radio de acción y replicar nuestras experiencias.
Creo que como dice aquella famosa canción de John Lennon (1969) tenemos que darle una oportunidad a la paz. No estoy proponiendo que arriemos las banderas de nuestras luchas por la dignidad, la democracia y la libertad, sino que nos empecinemos en que fluyan las negociaciones oposición-Gobierno nacional; que concentremos todos nuestros esfuerzos y voluntad para tratar de pasar la página de estas casi dos décadas de un enfrentamiento, que se ha vuelto enfermizo. Dejar que nuevos actores asuman las riendas del proceso, sin detener la exigencia de reivindicaciones por una mejor calidad de vida. El uso de la calle organizada con un propósito y un sentido.
El 2017 tiene que ser también el punto de inflexión de la lucha de la universidad autónoma. Reconocer nuestros errores y asumirlos. Fijarnos el objetivo de encontrar una salida viable y de largo plazo a los problemas que nos afectan como comunidad del conocimiento. Olvidarnos de los “paños calientes” en las relaciones al interior de nuestras universidades y con la sociedad y establecer políticas institucionales, que nos permitan asumir algunos riesgos al aprovechar las oportunidades que ofrece el país. En eso tenemos que ser transparentes y poner a producir las unidades, que puedan coadyuvar a resolver los problemas de las comunidades.
Establecer una estructura organizativa en el contexto de la Ley de Universidades que convierta a cada institución en un centro de investigación y estudios avanzados, mediante la integración y coordinación de sus unidades, programas y prácticas, para alejarnos de los compartimientos estancados y optimar los recursos presupuestarios, materiales y el capital humano. Tenemos que dar esos pasos en pos de una mayor efectividad en nuestro quehacer, por dos cuestiones básicas: generar al interior de la institución los cambios que estamos demandando al país y porque con una economía comprometida, el presupuesto universitario de funcionamiento será el chivo expiatorio. Con alegría y esperanza recibamos el 2017, ¡Feliz Año!