¿Para qué sirve?, por Ramón Guillermo Aveledo
¿Es la Constituyente del Gobierno una vía a la paz como promete su propaganda? Hablando se entiende la gente dice la misma campaña, repitiendo una verdad del habla popular. Pero, como también dice el refranero, “No todo lo que brilla es oro”. El intento de asociar la iniciativa a valores como la paz y el diálogo, intenta conectar con genuinas aspiraciones de nuestro pueblo, incluida una proporción determinante del pueblo chavista que como el resto de sus compatriotas repudia la violencia y cree que no hay diferencia que el dialogo sincero no pueda arreglar. Esa propaganda busca tranquilizar a la mayoría descontenta de la población y a sectores cada vez más amplios entre los seguidores del proceso, crecientemente dominados por la duda y la decepción. Pero el planteamiento tiene escasa o ninguna credibilidad, porque no es genuino.
Difícilmente servirá a la paz una convocatoria que en su lenguaje y contenido tiene el signo agresivo y excluyente de la unilateralidad y la imposición. A diferencia de la propuesta por Chávez en 1999, esta no pregunta al pueblo en referéndum si la quiere o no, ni obliga a consultar con el soberano, en otro referéndum, el texto constitucional que el cuerpo decida.
Y la excusa de que está en la Constitución en vez de convencer de su buena voluntad, demuestra todo lo contrario. Una cosa es el poder constituyente originario que reside en el pueblo, quien puede convocar una Constituyente del artículo 347, y otra es la iniciativa de preguntar al pueblo del 348. Es como si se pudiera confundir el poder de dictar leyes que es de la Asamblea según el artículo 202, con la iniciativa del 204 que como aquella tiene varios supuestos. En uno y otro caso el Presidente, tiene iniciativa, puede proponer pero no disponer. Dispone quien tiene el poder, el pueblo. Se nos dice que la Constituyente acabará con la crisis. Pero no toca las causas profundas de la crisis económica y social, como la escasez, la inflación, la moneda sin valor, la falta de empleo y oportunidades para los jóvenes. Tampoco resuelve la crisis política. Nadie fuera del círculo poderoso la acepta. Oposición, empresariado, trabajadores, universidades o la Iglesia. Incluso muchos chavistas la rechazan abiertamente. La Constituyente no une al país, ni siquiera une al chavismo. Y en el apoyo internacional que le falta, nada le aporta al Gobierno.
Ni paz ni diálogo ni soluciones, no resuelve la crisis, no une adentro ni prestigia afuera. No sirve.