¿Por qué negociar un derecho? Por Luis Vicente León

Entiendo la inquietud, honesta y sincera, de quienes rechazan la idea de que la oposición dialogue con el gobierno. Pero hay algo que hay que entender: pese a ser mayoría y que el derecho te asiste, no es verdad que la oposición tiene en la mano el referéndum, ni las regionales ni la renuncia ni el cambio. Tiene la mayoría para luchar por ellos, pero en una batalla compleja, difícil y riesgosa que no sabes cuánto durará y en qué terminará. En condiciones como estas, la evidencia indica que la negociación es la única manera, estable y equilibrada, de resolver el problema, aunque no sea ni la más rápida ni la más popular.
¿Por qué negociar derechos constitucionales que deben ser respetados? Quienes hacen esta pregunta son quienes han denunciado, con razón, que el gobierno no respeta ni Constitución ni leyes, abusa del poder y coloniza instituciones. ¿No te parece que ahí mismo está la respuesta? Si no respetan los derechos entonces acordaremos que es una tontería pensar que el referéndum se convocará porque la oposición cumple los requisitos de ley. Y entonces ¿cómo lograr que respeten tu derecho? Sólo hay dos vías: la guerra o la negociación. La guerra exige que respondas varias preguntas: ¿con qué armas y municiones te enfrentarás a ese enemigo, que tiene ambas sin limitación?, ¿tienes a la población motivada para asumir, más que las marchas, la guerra y los inmensos sacrificios que ella encierra, más allá de quienes te “exigen” por Twitter que vayas a ella, mientras ellos te ven cómodamente desde su sofá por televisión?, ¿con qué vínculos militares cuentas, para evitar que el país termine más bien en manos de ese sector? Si no tienes respuestas que te satisfagan a ti mismo, entonces pasemos a la segunda opción: la negociación.
Tú puedes (y debes) marchar y protestar cívicamente. Es necesario y vital presionar para lograr cualquier solución. Pero el final exitoso de esa estrategia es lograr una negociación, pues de lo contrario, sería otra vez la violencia y la guerra.
Eso me lleva a otra pregunta central. ¿Cómo negociar con un concentrador de poder en quien no se puede confiar? Porque es la otra parte, y es con ella que tendrás que verte la cara, te guste o no. Si el argumento de que no se negocia con abusadores fuera correcto, entonces habría sido un error que la oposición chilena negociara con Pinochet, Violeta Chamorro con Daniel Ortega y Mandela con el Apartheid. ¿Con quién vas a negociar, con tus panas? Y claro que la negociación será dura y te intentarán manipular. Tendrás que ceder para conseguir y pasar por alto algunos derechos. Se violarán leyes y se cometerán injusticias, incluso si eres exitoso. Lo peor es que incluso para poder negociar con éxito tendrás que tener en la mano cosas concretas que hoy no tienes. No se trata de que la oposición esté entregando el referéndum a cambio de temas “oscuros”. Eso es una falta de respeto a los líderes que han asumido riesgos graves para buscar el cambio. La verdad es que ellos (ni nadie) tiene referéndum para “entregar”. Lo que tienen es la mayoría que lo quiere y la potencialidad de moverlos para presionar. Pero si cruzan la frontera de la violencia en esa presión, estarían moviéndose al tablero del adversario. La capacidad de movilización es oro en polvo para presionar una negociación exitosa. De lo contrario ni te mirarían. Tienen que mantener a su gente en la calle pacíficamente. Mantener sus relaciones internacionales y consolidar la unión del país que quiere cambio. Entonces esa negociación podría darse y una vez que se abra la compuerta, difícilmente se cerrará. Ese es el triunfo que se puede obtener y no sabemos si será ahora o mañana… pero si lo hacen bien, será.