Mensaje mundial de paz 2017, por Rubia Luzardo

Este año en la 50 Jornada Mundial de la Paz, el mensaje del Santo Padre Francisco se dirigió a la no violencia, como un estilo de política para la paz. El llamado es a las naciones del mundo, los jefes de Estados y de gobiernos, así como los responsables de las comunidades religiosas y de los diversos sectores de la sociedad civil a contribuir con el respeto más profundo de la dignidad del ser humano.
En este sentido la caridad y la no violencia son las principales guías para las relaciones interpersonales, sociales e internacionales. Superar los sucesos de violencia es vencer la tentación de la venganza y permitir abrir la puerta en la construcción de la paz.
Para el Papa el siglo pasado lo marcó dos nefastas guerras mundiales, este siglo muestra una guerra mundial fragmentada, por ello, es difícil saber si el mundo hoy es más o menos violento de lo que fue en el pasado y, tampoco si las modernas formas de comunicación que nos caracteriza nos hace más conscientes de la violencia o más habituados a ella.
La convocatoria puntualiza que la violencia no es la solución para nuestro mundo fragmentado, por cuanto; responder con violencia a la violencia conlleva a diversas situaciones complejas, vividas actualmente como la emigración forzada, el sufrimiento humano, pobreza y abandono del Estado de estas situaciones por privilegiar los recursos financieros fundamentalmente para los fines militares.
En asunción al mensaje de Jesús, como principal predicador del amor incondicional de Dios que acoge y perdona, enseñando a sus discípulos a amar a los enemigos, según la reflexión del Santo; quien reconoce el mensaje de Jesús reconoce su propia violencia y abre la puerta a la misericordia de Dios, convirtiéndose en instrumento de reconciliación y paz, es decir, que ser hoy verdaderos discípulos de Jesús es aceptar su propuesta de no violencia.
Nuevamente la Iglesia se compromete en el desarrollo de estrategias no violentas para la promoción de la paz en muchos países del mundo, involucrando incluso a los actores más violentos en el esfuerzo por construir la paz justa y duradera. Resaltando el papel de la familia en este llamado de no violencia como política para la paz, porque es en su seno donde se enseña a superar los conflictos con diálogo, respeto, búsqueda del bien común, práctica de la misericordia y perdón.
Hoy, Venezuela y sus ciudadanos requerimos de esta política de existencia y coexistencia, debemos empezar a perdonar al otro a reencontrarnos desde la familia como núcleo, social en el marco de construcción política de la paz. Y para ello es necesario de la voluntad política de todos los actores sociales y de acciones valientes para transformar la realidad social, política y económica crítica que estamos atravesando.