Marlon S. Jiménez García | La mentira, lo es todo para el régimen

La mentira en la Revolución del Siglo XXI, ha sido uno de los temas que más he tocado señalar en mis escritos en los últimos 25 años. En el transcurrir de esos años se ha ido paulatinamente propagando, pero en el período tiránico del usurpador3 se ha potencializado hasta llegar a convertirse en la filosofía de vida dela tranía y de quienes son sus principales protagonistas.
También en escritos anteriores me he referido a los problemas psicopatológicos (Síndrome de Ganser) del USURPADOR3 y, por antonomasia de origen, se transmiten como genes recesivos en todos los integrantes del régimen que dirige. En todas las entrevistas dadas por este personaje de marras, sus respuestas son siempre: jocosas, dicharacheras; es decir, están relacionadas con mentiras, todas las tiene a flor de labios; esas son mentiras que tienen una razón de ser y devienen de lo que conocemos, como el Síndrome de Ganser antes mencionado. Éste es un trastorno mental, clasificado dentro de los trastornos disociativos; quien lo sufre se caracteriza por responder a las preguntas de una manera llamativa, aproximada, sin sentido o evidentemente errónea, generalmente se esconde en la mentira. Este personaje referido, sin ser un experto en la temática, por simple deducción lógica, podemos asegurar que tiene un desfase en su personalidad que causa preocupación a los venezolanos, por aquello de que es el “hazmerreir” del continente. Su popularidad está en caída libre desde hace más de 12 años; hoy, solo un 9% de los venezolanos “le cree lo que dice”. La mentira, según la RAE, ´´es una expresión o manifestación contraria a lo que sabe, se cree o se piensa´´. A pesar de la escueta definición, el término ofrece un peso específico, es decir, una importancia más que notable en el marco de las sociedades humanas. La mentira es también la inducción al error y más aún, el pacto de fingir, mudar o disfrazar una cosa, haciendo que por las señas exteriores parezca otra y también faltar a lo prometido o quebrantar un pacto.
El régimen continúa con el mismo discurso repetitivo y direccionado de los últimos 18 años y queda claro cada día que, no tienen ningún interés en dar un giro de timón, en la conducción del país. La mentira es consecuencialmente negativa, sigue siendo la argumentación a la tragedia nacional causada. Últimamente el cinismo ha llegado a tal extremo que cuando no mienten por obligación mienten por necesidad. La mentira, sin excepción, se les ha vuelto como una necesidad fisiológica. La mentira no es una predestinación divina ni, por supuesto, invención humana. La mentira es diabólica, pues, es una serpiente que, en los libros sapienciales se identifica con el demonio, la que engaña a Eva (le miente), con aquello del árbol de la sabiduría (Gen. 3,1-8).
Más cerca de nuestro tiempo, dos portentosos filósofos nos ponen a pensar sobre qué tan cierto es lo que damos por verdad o que tan verdad es lo que somos. Sócrates y Descartes. ¿Qué quiso decir Sócrates con "Yo solo sé que nada se” ¿Acaso no sería que lo único que creía saber resultaba sólo mentira? Y, gracias a Descartes: "pienso, luego existo", el Yo mismo se salva de ser una mera mentira, pues existe solamente porque piensa. Creo que lo mejor que le viene al régimen, por supuesto, con el USURPADOR3, es lo dicho por ese gran Filósofo Alemán Kant, cuando en sus obras fustigó la mentira y al mentiroso en los más duros términos que pensador alguno haya utilizado: "La mayor violación del deber del hombre para consigo mismo es la mentira. Es evidente que ninguna falsedad deliberada puede rehusar este duro nombre, porque la deshonra que la acompaña - ser objeto del desprecio moral - acompaña también al mentiroso como su propia sombra. La mentira puede ser externa o interna. Externamente, el mentiroso se convierte en objeto de desprecio a los ojos de los demás. Pero la mentira interna lo convierte en objeto de desprecio de sí mismo, lo cual es todavía peor, y atenta contra la dignidad en su propia persona. Un hombre que no cree él mismo lo que dice a otro, tiene un valor todavía menor que si fuera simplemente una cosa; porque, siendo así que una cosa es algo real, cualquiera puede servirse de ella para sacarle algún provecho; pero comunicar al otro los propios pensamientos mediante palabras que contienen INTENCIONADAMENTE lo contrario de lo que piensa el que habla, es una renuncia a su personalidad, y una simple apariencia engañosa de hombre, es decir, no el hombre mismo". (Metafísica de las costumbres).
La mentira en las sociedades humanas, la etnografía pone de manifiesto las diferentes posturas que, desde el punto de vista diacrónico, ha tenido siempre: una connotación negativa de manera superlativa en quien la utiliza que corroe las entrañas de la propia civilización; y, desde el punto de vista religioso es catalogada como la “mortalidad del alma”. La mentira, es y ha sido la filosofía de vida del régimen en los 25 años en el poder; y se ha radicalizado bestialmente; ha tenido como resultado el descalabro generalizado del régimen. Las respuestas a todo lo ocurrido en esta profunda crisis política, económica, social y axiológica del país devienen, precisamente, de la mentira. He allí una parábola: “di lo que quieras decir, que ya no te creemos, sermos tus incrédulos favoritos”. Los familiares de los presos políticos.
Pero, hay otra definición en forma de poema que dibuja la autenticidad como mentiroso del USURPADOR3 y de su régimen, se trata del poeta chileno Pablo Carvajal, en su poema que se llama “soy un mentiroso” y dice así:
Soy un mentiroso,
un mentiroso cuando pavoneado
asevero que no tengo miedo,
que no huyo,
que no corro.
Soy un mentiroso,
cuando con la sangre helada
pregono la valentía más falaz,
más absurda,
más maldita.
La mentira, ese pedazo de verdad
oculto entre neblinas ambiguas;
ese trozo de certeza metido
entre las bolsas de una inicua duda,
me envenena a tal punto, que embelesado,
me miro al espejo sin reconocerme.
Por eso soy mentiroso,
mentiroso cuando caminando erguido
entre sombras y penumbras
me creo poseedor de una luz
o en fin, de una luciérnaga.
Soy un mentiroso,
porque me ato al cepo de la indiferencia
más que al de la valentía,
porque me vendo los ojos con ignorancia
más que con osadía,
porque prefiero la displicencia y la costumbre
antes que llenarme de aventura,
y embarrarme – Dios libre- de sorpresa.
Soy un mentiroso,
porque proclamo consejos lejos de mi alma,
porque soy cobarde,
porque tirito al ver a la muerte,
a la soledad,
al silencio.