Luis Velázquez Alvaray | La Constitución en aguas procelosas

Está absolutamente documentada por la sociedad civil, los organismos internacionales y diversos centros de investigación jurídica en el mundo, que en un cuarto de siglo han destruido la institucionalidad democrática y el Estado de Derecho, demostrando las violaciones diarias, hasta estructurar la mayoría de los pasos en crímenes de lesa humanidad.
Los responsables individuales de estas criminales actuaciones están identificados plenamente, y lo que deseo destacar hoy, la nueva mentira y gruesa irresponsabilidad, constituida en comisión, para reformar la carta magna, precisamente quienes han sido sus verdugos.
Para comenzar, el nombramiento es nulo, quien lo realiza no posee ningún tipo de legitimidad, no es presidente, lo cual está suficientemente sustentado en el texto que pretenden reformar. Simplemente un criminal ha reunido un grupo de su banda -que nunca han leído la carta magna- solo la utilizan como puñal afilado, para asesinar todo un pueblo, llenando de sangre cada página y cada artículo del usurpado texto.
El camino de la justicia ha sido destruido, convirtiendo el país en una selva, en una tormenta permanente, en un despeñadero hacia aguas tormentosas, de infinitas víctimas, desamparada, abandonadas, desprotegidas: desvalidas, indefensas, inermes.
El aparato estatal lo han convertido en gran alcabala del saqueo, en tenaza que destruye impunemente la convivencia social. La justicia es un aparato de persecución a la oposición, bajo tipos penales preexistentes, a la voluntad absoluta de cada uno de los caciques del mal.
Las fuerzas armadas convertidas en aparatos asesinos, distribuidores de drogas y saqueadores impenitentes; vivimos en un Estado policial, sin importar nuevamente ningún estamento legal.
Todo lo que se hace en nuestro secuestrado país pisotea el debido proceso y el régimen jurídico. ¿Cómo puede un grupo de asesinos y psicópatas constituirse en comisión para reformar la carta magna?
La evolución de la doctrina debe prever las relaciones para el avance de la sociedad y mejorar siempre sus condiciones básicas de existencia, además de someter al Estado a un sistema de frenos y contrapesos, garantizando el desarrollo pleno de la justicia. ¿Quién puede imaginarse a estos criminales defendiendo lo pisoteado?
Vivimos un proceso social caótico, en el libre albedrío del lunfardo chavista, bajo la arbitrariedad y plena desintegración del Estado.
Solo los nombres de los miembros de la comisión explican el significado de este atropello, entre otros, el actual fiscal general de la República, actor principal en el proceso de defenestración de la justicia que mantiene encarcelados sin razón alguna a más de 1.500 venezolanos inocentes. No hay nada que agregar al personaje.
Caryslia Rodríguez, sargenta legal de la criminalidad chavista; Elvis Amoroso, el ladrón de votos más grande de la historia del fraude en el país, son nada más una muestra del bandidaje institucional.
Con estos personajes lo que queda de Constitución no va a ser reformada, será apuñalada.