Libres por la verdad, por Francisco Arias Cárdenas
La coherencia entre el pensar, el decir y el actuar es una cualidad que los ciudadanos están exigiendo hoy, más que nunca, a sus líderes. No lo han entendido quienes se toman el atrevimiento de equipararse con personajes históricos como Gandhi, y acto seguido, organizan y promueven –en público o en secreto- acciones de violencia y terrorismo como mecanismo de acceso al poder político.
Nada más contrario al líder indio que dirigió a una nación hacia la emancipación de un imperio, sustentado en una profunda vida espiritual y en la no violencia: “No logro entender la excitación y los disturbios que siguieron a mi último arresto (...) Quienes se unieron al movimiento, prometieron refrenar, bajo todo concepto, cualquier acto de violencia, no arrojar piedras y lastimar gente de cualquier manera. Pero en Bombay estuvimos tirando piedras. Estuvimos obstruyendo a los trenes colocando obstáculos en su camino. Eso no es satyagraha”. Esas palabras del propio Gandhi ilustran a plenitud su pensamiento, formulado conceptualmente por el neologismo satyagraha, creado por él, que condensa un camino pacífico hacia la justicia y la libertad fundamentado en lo ético-político, en la coherencia, con una dimensión trascendente y espiritual.
Totalmente contrario, pues, los llamados a guarimbas, plantones y otros eufemismos utilizados por la ultraderecha en Venezuela, y que no son más que tácticas y estrategias proyectadas hacia la violencia y destrucción, en negación del derecho de los otros a trabajar, a producir, y también a la vida, en decenas de casos.
Así no se construye un país, ni se superan las crisis. Así sólo se ralentiza, se obstruye, y se proyecta al exterior una imagen de la Patria que no se corresponde con la realidad, pero sí con los intereses de quienes quieren entregar nuestras riquezas naturales a los poderes imperialistas.
Y aquí vale recordar que Gandhi dirigió su resistencia pacífica, la desobediencia civil, al objetivo de independizar a su patria, la India, del imperialismo británico. La historia nos sigue dando lecciones.