Frontera sin Navidad, por Rubia Luzardo
Y llegó el caos total a la frontera zuliana por la subregión Guajira, no hay dinero circulante suficiente para enfrentar las necesidades básicas en esta Navidad y fecha próxima de fin de año, el temor causado por el decomiso de billetes de 100 bolívares generó traumas y más descontento social.
A la ya decadente situación social se sumó la anarquía, la pérdida del control ciudadano, la figura del poder electo es inexistente, y se puede evidenciar en cómo algunas familias que hacen vida en la frontera han improvisado alcabalas constituidas por ramas, pipas y cualquier objeto que impida el libre tránsito, exigiendo un pago para poder permitir acceso a la zona.
Se observa pueblo contra pueblo en medio de un caos que ha generado el propio Estado, el único responsable en velar por los derechos fundamentales de todos los venezolanos. Y es que hasta resulta comprensible este comportamiento, ya que lo que ellos observan todos los días en los funcionarios del control social es también cobrar una cuota por el libre tránsito y no me refiero propiamente a los peajes oficiales.
Como todos saben cada alcabala oficial se vale de estrategias especiales para la operatividad libre del contrabando, eso es una realidad de vieja data, y no es el tema a ser desarrollado hoy, frontera sin Navidad es el impacto para cada poblador de la zona, que no tendrá la tranquilidad y paz de las fechas por estar en la búsqueda de lo escaso.
Porque en la Guajira todo es escaso, el agua, la electricidad, la señal telefónica, la conectividad a internet, el transporte, las políticas sociales efectivas y no de “pañito caliente” como resultan las bolsitas de comida, la moral de las autoridades y, ahora la novedad es la escasez de dinero en efectivo. Hasta “comprar el periódico se convirtió en un gran sacrificio”, manifiestan los pobladores.
Tal es el impacto de la escasez del efectivo, que los usuarios del transporte público no tienen para pagar su pasaje diario, y no se necesita ser un experto en economía para saber que la escasez genera especulación, implicando un incremento en los costos de los alimentos, así como los pasajes y todos los rubros necesarios para la subsistencia familiar.
No obstante, muy a pesar de las circunstancias que impiden celebrar dignamente la Navidad este año en la frontera, les recordamos que el niño Jesús está por nacer en cada corazón como una esperanza de transformación individual y colectiva llevando esa posibilidad de cambio que todos deseamos. Tengamos una feliz Navidad cada uno desde su propio ser.