Fragilidad del bien, por Ángel Rafael Lombardi Boscán

“Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y afiicción de espíritu. Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse”. El Eclesiastés aborda la futilidad de la existencia y la angustia del hombre ante un tiempo que corre como el viento y nos arroja al espanto de encarar siempre el fin.
Aún así hay visos de esperanza en los placeres terrenales a través de la esta, la buena mesa, los viajes, el juego, la gratificación laboral, el amor, “el sentido del compromiso público para luchar contra el mal”, el conocimiento y la sabiduría. “Todo tiene su tiempo” y corresponde a cada ser humano darle sentido a sus actos, medir las oportunidades y encontrar el secreto de vivir una vida plena. Aún así, esa andadura a través del desierto y el laberinto, vive los avatares del azar, la impronta de un destino misterioso que solo los dioses conocen.
de Asturias 2012 en el apartado de las Ciencias Sociales, nos sugiere a través de su brillante obra académica e intelectual, que ante el extravío y la “fragilidad del bien” se hace necesario una “ética imprescindible”. Una especie de mapa moral que nos permita alguna orientación sobre los senderos de la noche. Solo los más fuertes sobreviven en esta desesperanza que se nos instaló en Venezuela. “Perecer por comodidad” y “fracasar en condiciones optimas” es el resultado de nuestros errores sociales y personales; y no sabemos, si aun, hemos aprendido tan dura lección.
La persistencia del mal hoy nos persigue y abruma a la inmensa mayoría de los venezolanos. La incertidumbre ante un futuro hostil nos arroja a las empinadas cumbres de una desesperación existencial, que pone a prueba una escuela de ciudadanos y familia completamente inútil, por no decir inexistente. Ninguna institución “cívica” está en pie para orientar nuestro extravío. Rehacernos prácticamente de la nada, haciendo acopio de un espíritu positivo, aunque cueste encontrarlo, es una necesidad inaplazable aunque las evidencias y los signos nos torturen.
“Hoy, el saldo de la democracia, de gestos, puede verse en una usurpación autorizada por aquellos para quienes el país se disolvió en la ausencia de compromiso y la indiferencia. Cómo reclamar desde la institucionalidad el abuso de poder, cómo denunciar la barbarie si el acuerdo no llegó a ser sino un ejercicio dominical desnutrido de emociones, la simulación de una modernidad de consumidores”. Miguel Ángel Campos, “El origen más cercano”, ULA, Mérida, 2016.