El diario plural del Zulia

El resultado de 18 años de revolución, por Manuel Ocando

E l régimen de Nicolás Maduro ha creado los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) con el pretexto de establecer un nuevo método para mejorar la producción y distribución de alimentos. Es obvio que no son más que instancias políticas, controladas por el régimen para ejercer un mayor control político y social sobre la población. El “beneficio” de este humillante sistema de distribución alimentaria se traduce en una bolsa de comida contentiva de aceite, arroz, leche, harina, mantequilla, salsa de tomate, leche condensada y chicha, la cual no llega a todo el mundo dado el enfoque discriminatorio de los comités.

Está claro que la actual política económica no es la adecuada para resolver el fondo de nuestros males. Es humillante que después de 18 años de revolución chavista, una miserable bolsa de comida sea el resultado de esta ignominiosa gestión.

Los CLAP no son electos por las comunidades, sino por asambleas hechas entre los miembros de los Consejos Comunales, las Unidades de Batalla Bolívar Chávez (UBCH), Unamujer y el Frente Francisco de Miranda, todas organizaciones gobierneras.

Voceros de las distintas comunidades han denunciado irregularidades en la distribución de alimentos, que se traducen en discriminación política, al momento de entregar las bolsas de comida. Muchos dirigentes comunitarios han manifestado en forma categórica que numerosas zonas han sido excluidas del censo.

Los CLAP forman parte de un sistema que obliga a la gente a censarse para obtener una bolsa de comida, convirtiéndose en un sistema de distribución excluyente.

En medio de este clima de inquietud y conflictividad social, puede ser un factor in amable que esas estructuras obedezcan al sectarismo, al manejo clientelar y a prácticas no transparentes.

La instauración de los CLAP es un intento del Gobierno de dominar por el estómago a la población, y que la misma sea sometida a las intenciones de un régimen desesperado, que implementa en un momento como este una medida tan impopular, lo cual indica sin duda alguna, que están empoderarando a sus consejos comunales, colectivos o militantes del PSUV.

Es una nueva forma de apartheid político-social; constituyendo un perverso instrumento de control a nuestra población, utilizando el hambre de los más necesitados como herramienta de domesticación social y política.

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