Después de la medianoche, por Jesús Salom Crespo
Confianza en nosotros mismos. La esperanza que mantengo a las puertas de un nuevo año es que la unión de todos los que vivimos en esta tierra de gracia nos permita cambiar la situación que hace tan dura la vida en la coyuntura histórica. Este país no aguanta más la mentira, la corrupción, la discriminación, los odios, rencores, venganzas y la persecución al que piensa diferente.
En este ambiente se pretende imponer la paz utilizando el miedo como instrumento, en lugar de favorecer la convivencia, el respeto mutuo, el diálogo, el entendimiento y en general, la aceptación de la diversidad político-ideológica. Hacia estos valores tiene que apuntar la sociedad civil para evitar que el fanatismo se asiente en el resentimiento. Despojarnos de esa visión de túnel que nos ciega ante la realidad; pues solo vemos una parte del panorama. He allí el peligro de los extremistas.
Es el tiempo en que, como el labriego, limpiemos la parcela preparándola para la siembra. Redefinir los objetivos y en el camino evaluarlos; pero ante todo nuestra labor para el nuevo año, que será de mucha presión por los efectos devastadores de la hiperinflación y la posibilidad de que a corto plazo no haya cambios en el modelo económico-político, exige formas distintas en nuestro modo de actuar y de hacer. Recetas hay muchas; sin embargo, el sentido común y la precisión son la guía.
En tal sentido, soy consciente que nuestro pueblo pasa penurias y está sometido a severas y humillantes prácticas de control social y político; pero no podemos quedarnos estáticos lamiendo nuestras heridas. Esperando el látigo que hiera la espalda o de un Mesías que venga al rescate. Es necesario luchar de manera responsable. Vencer el miedo; más no lanzarnos al precipicio al que conduce el fanatismo y la irracionalidad. Paciencia y perseverancia es lo que cuenta.
Los escenarios que enfrenta el país en 2018 implican una oportunidad que no debemos despreciar. Sopesar la situación y adelantar cual podría ser nuestro accionar en las circunstancias. Escuchar opiniones y tomar las decisiones pertinentes, sin los apasionamientos enfermizos ni la fatalidad paralizante. ¿Será difícil? Nadie lo niega, pero con conocimientos, habilidad, disciplina y coraje podemos enfrentar la crisis. No todos tenemos la misma capacidad para enfrentar el caos; sin embargo, la asociación es una forma de no quedar desamparado en medio de la tormenta.
Amigos, aspiro que la Nochevieja sea de alegría y gratos recuerdos, y el nuevo año de bienestar. Asumamos con fe el compromiso con nosotros mismos, nuestras familias y el país, de construir la paz. Una paz que se alcanza en el duro batallar de la cotidianidad. ¡Feliz Año!