David Morán Bohórquez | Elecciones regionales en clave orwelliana: Los “opositores permitidos”

En 1984, la obra maestra de George Orwell, el Partido mantiene el poder absoluto no solo mediante la represión, sino también con la manipulación del lenguaje, la fabricación de una oposición controlada y la eliminación de cualquier disidencia real. En el contexto venezolano de 2025, tras el desconocimiento del triunfo opositor en las presidenciales de 2024, el chavismo convoca elecciones regionales para preservar la apariencia de democracia. En este escenario, se repiten los mecanismos orwellianos de control. En este artículo los veremos en detalle.
El nuevo espectáculo electoral: la participación controlada
Las elecciones regionales convocadas por el régimen no son un ejercicio de democracia, sino un mecanismo de legitimación. La propaganda oficial presenta la convocatoria como una “oportunidad de diálogo y reconciliación”, pero en realidad se trata de un proceso diseñado para:
- Mantener la ilusión de pluralismo político mientras el verdadero poder sigue centralizado.
- Dividir a la oposición entre quienes rechazan el proceso y quienes deciden participar.
- Imponer candidatos opositores dóciles que acepten las reglas del régimen.
En 1984, el Partido permite la existencia de una “resistencia” ficticia para canalizar el descontento sin poner en peligro su poder. En Venezuela, el chavismo promueve a ciertos opositores como interlocutores “legítimos”, mientras excluye a quienes representan una amenaza real.
1- Los opositores permitidos: La disidencia controlada
Para que la farsa electoral sea efectiva, el régimen necesita una oposición que participe sin desafiar la estructura de poder. Sin exigir ninguna garantía electoral. A estos personajes se les permite existir, siempre y cuando jueguen dentro de los límites establecidos. Sus características son:
Aceptan el marco institucional chavista: No cuestionan la legitimidad del CNE, la Asamblea Nacional oficialista ni las inhabilitaciones políticas.
Se presentan como moderados y pragmáticos: Critican al gobierno, con mano de seda, y rechazan la confrontación directa y los llamados a la resistencia cívica.
Descalifican a la oposición real: Acusan de “radicales” a figuras como María Corina Machado y justifican su exclusión del proceso político.
Reciben visibilidad en medios oficiales y semi-oficiales: Se les da espacio en la propaganda gubernamental para reforzar su rol de “verdadera oposición”.
Así, mientras a líderes como Machado se les inhabilita y censura, el régimen impulsa a figuras que, aun autodenominándose “opositores”, juegan un papel funcional al chavismo.
Orwell probablemente los calificaría como colaboracionistas del Partido o como practicantes del doblepensar. En 1984, hay personajes como O’Brien, que fingen ser opositores mientras en realidad trabajan para el régimen. También está el concepto de herejía controlada: permitir una disidencia manejada para dar la ilusión de pluralismo, mientras se garantiza que nunca represente una amenaza real.
Los que llaman a participar en las elecciones regionales bajo un régimen que desconoció las presidenciales encajan perfectamente en esa lógica. Orwell los vería como:
– Tontos útiles – Creen sinceramente que es posible una transición pacífica dentro de las reglas impuestas por el régimen, ignorando que el juego está amañado desde el inicio.
– Colaboracionistas pragmáticos – Saben que no hay verdadera democracia, pero buscan mantenerse en el sistema para obtener beneficios personales, sea por dinero, poder o simple supervivencia.
– Agentes del Partido – Su rol es controlar la disidencia y canalizar la frustración hacia caminos inofensivos, evitando que se convierta en una verdadera amenaza.
En términos orwellianos, estos actores serían parte del Ministerio de la Democracia Participativa, encargados de transformar la derrota en una victoria del régimen, mediante la manipulación del lenguaje y la resignación política.
2- María Corina Machado y la Criminalización de la Oposición Real
A los opositores que rechazan el teatro electoral no se les debate: se les demoniza, se les persigue y, cuando es posible, se les borra del discurso público. En el caso de María Corina Machado, la estrategia sigue un guión claro
A una opositora real como María Corina Machado, que ha llamado a no participar en las elecciones regionales del régimen, el aparato chavista la manejaría con una estrategia de deslegitimación, censura, represión y aislamiento, en línea con la lógica orwelliana de 1984.
Orwell describió este mecanismo en 1984 con la figura de Goldstein, el enemigo supremo del Partido cuya existencia era utilizada para justificar la represión y el control absoluto. En Venezuela, el chavismo convierte a Machado en su chivo expiatorio predilecto, mientras promueve un relevo opositor domesticado.
Criminalización y estigmatización: convertirla en el enemigo absoluto
La primera reacción del régimen es presentar a MCM como una amenaza contra la paz, la estabilidad y la democracia. Esto sigue la estrategia de Goldstein en 1984, el enemigo permanente al que todos deben odiar.
“María Corina Machado no es opositora, es agente del imperialismo”
- Se intensifica la narrativa de que trabaja para EE.UU. y la oligarquía.
- Se le acusa de sabotear las “salidas democráticas” promovidas por el chavismo.
- Se le asocia con conspiraciones golpistas.
“Quiere la guerra y el caos en Venezuela”
- Se la presenta como promotora de la violencia y el odio.
- Se repiten imágenes de protestas pasadas para reforzar su “radicalismo”.
- Se dice que su llamado a la abstención es una estrategia para justificar una intervención extranjera.
En 2014, el chavismo usó esta táctica tras las protestas de La Salida, acusándola de ser la mente detrás de un supuesto golpe de Estado.
Censura total: convertirla en una No-Persona, deshumanizarla
En 1984, los enemigos del Partido son “vaporizados”: desaparecen de la historia, de los registros y del discurso oficial. Con MCM, el chavismo hace algo similar:
Censura en medios
- No se la menciona en la TV estatal ni en medios oficialistas, salvo para atacarla.
- Se bloquea su nombre en redes sociales y tendencias en internet.
Eliminación de su imagen y registros
- No se permite que aparezca en actos políticos.
- Se impide que su imagen o nombre sean usados en campañas electorales.
Destrucción de su infraestructura política
- Se persigue judicialmente a su movimiento Vente Venezuela.
- Se desmantelan sus redes de apoyo con amenazas e inhabilitaciones.
En las primarias de 2023, el régimen bloqueó páginas web y saboteó el proceso para evitar que su candidatura se consolidara.
Represión física y jurídica: estrangular su movimiento popular
Si la censura y la deslegitimación no son suficientes, se usa la represión directa:
Inhabilitaciones y procesos judiciales
- Se la inhabilita para cargos públicos bajo acusaciones falsas.
- Se le abren investigaciones por traición, conspiración o corrupción.
Acoso y hostigamiento
- Se detiene a miembros de su equipo y se les presentan cargos fabricados.
- Se vigila y persigue a quienes la apoyan en redes o en protestas.
Restricciones de movilidad
- Se le prohíbe salir del país o desplazarse libremente dentro de Venezuela.
Ejemplo: Desde 2015 ha sido inhabilitada y constantemente perseguida, sin una orden de detención formal pero con restricciones de facto.
Aislar, Destruir y Olvidar
El régimen usa la lógica de 1984 para manejar a MCM: Convertirla en el enemigo público, borrarla del discurso oficial, asfixiar su movimiento con represióny reemplazarla con una falsa oposición
Su estrategia es clara: porque la gente la apoya abrimadoramente, el régimen quieren hacer que parezca que nunca existió o que su existencia no importa.
3- La narrativa sobre la abstención
La propaganda oficial respondería a la abstención con una mezcla de intimidación, manipulación emocional y retórica de doblepensar. En clave orwelliana, el régimen usaría estas tácticas:
Doblepensar: La abstención es participación
La propaganda afirmaría que no votar es un acto contra la paz y la democracia. Algo como: “Solo los enemigos de la Patria llaman a la abstención. La democracia real es votar. Abstenerse es entregarse al imperio.”
A la vez, si la abstención es muy alta, el régimen puede decir lo contrario: “El pueblo se ha expresado de múltiples maneras, participando en su propio tiempo y espacio. La baja participación refleja confianza en la Revolución y en sus líderes.”
Criminalización de la abstención: El Ministerio de Armonía Ciudadana vigila
Se promoverían narrativas para identificar la abstención con el crimen o el terrorismo:
- “Quienes llaman a no votar están saboteando la paz. Son agentes de la desestabilización financiados por el enemigo externo.”
- “Si alguien te dice que no votes, denúncialo. El pueblo no se deja engañar.”
Se podrían abrir investigaciones contra líderes opositores o ciudadanos que promuevan la abstención, acusándolos de boicot electoral o incitación al odio.
El Gran Concilio Patriótico: La oposición oficialista pide votar
El régimen usaría a los Nuevos Opositores (los colaboracionistas) para dar una apariencia de debate y legitimidad:
- “Los verdaderos líderes democráticos llaman a la participación. Solo los extremistas buscan dividir.”
- “Si no votas, otros decidirán por ti. No dejes que los radicales te quiten tu derecho.”
Estos mensajes serían amplificados por los medios estatales y por influencers del chavismo disfrazados de independientes.
Coacción económica: Vota o pierdes beneficios
El régimen usaría la dependencia de la población de los programas sociales como arma electoral:
- “Para acceder al Bono del Pueblo Soberano, asegúrate de ejercer tu derecho en las Elecciones Regionales.”
- “Solo los verdaderos patriotas, los que votan, recibirán los beneficios de la Revolución.”
Además, podrían usar el carnet de la patria para monitorear y presionar a los empleados públicos y beneficiarios de subsidios.
La Victoria de la Democracia: Ganemos con un 176%
Independientemente de la abstención real, el régimen anunciaría una participación aceptable y diría que el pueblo ratificó su confianza en la Revolución. Si la abstención es muy alta, simplemente la ignorarían o la reinterpretarían:
“El pueblo ha hablado con su voto y con su silencio. Todos los caminos llevan a la Victoria del Pueblo.”
En resumen, la propaganda convertiría la abstención en un acto de traición, mientras manipula la narrativa para que el resultado siempre beneficie al régimen.
4- Disidencia Dentro del Chavismo: Purgas y Lealtad Absoluta
En la lógica de 1984 la disidencia interna dentro del chavismo se manejaría con una combinación de cooptación, purgas selectivas y represión simbólica, siguiendo la lógica de 1984. Al igual que en el Partido en Oceanía, el régimen necesita mantener una apariencia de unidad absoluta, pero sin permitir que ninguna corriente alternativa se fortalezca demasiado.
Cooptación: Integrar y Neutralizar a los Críticos
Los primeros intentos para manejar la disidencia chavista serían a través de la asimilación:
- Se ofrecerían cargos menores, espacios en medios de comunicación oficialistas o acceso privilegiado a recursos.
- Se usaría la retórica revolucionaria para absorber las críticas sin cambiar nada: “El camarada tiene razón en señalar fallas, pero la solución no es apartarse del camino revolucionario, sino profundizarlo.”
- Se crearía una Comisión de Autocrítica Revolucionaria, un organismo simbólico donde los disidentes puedan quejarse sin afectar el poder real.
Purgas Selectivas: Convertir a los Críticos en Traidores
Si la cooptación falla y la disidencia persiste, el régimen aplicaría tácticas de deslegitimación y persecución:
Se acusaría a los críticos de estar infiltrados por la CIA o ser agentes del imperialismo: “El enemigo utiliza traidores internos para debilitar la Revolución desde adentro.”
Se orquestarían campañas de difamación en medios oficialistas, revelando supuestos escándalos de corrupción o deslealtad.
Se les imputarían delitos como traición a la patria, corrupción administrativa o saboteo económico.
Algunos ejemplos históricos de purgas chavistas incluyen la persecución a exministros como Rafael Ramírez, Tareck El Aissami o Jorge Giordani cuando dejaron de ser útiles al aparato de poder.
El Concepto de “Evaporación”: Borrar a los Traidores
En 1984, los disidentes no solo eran perseguidos, sino que su existencia misma era eliminada de la historia. El chavismo haría algo similar con figuras incómodas:
Se les borraría de archivos oficiales, libros de historia y material de propaganda.
Sus nombres dejarían de ser mencionados en medios del Estado.
Se fomentaría el olvido colectivo: “Nunca fue un verdadero revolucionario.”
Uso de la Disidencia Controlada: Los Opositores Oficiales del Chavismo
Para aparentar pluralismo sin permitir una verdadera disidencia, se promovería a ciertos “críticos leales” que no cuestionan el poder real:
Se permitiría que algunos exfuncionarios cuestionen detalles menores de la gestión, siempre sin atacar a la cúpula.
Se promoverían grupos como el Chavismo Crítico, que canalizan el descontento sin ofrecer una alternativa real.
La gran confesión: La autocrítica como castigo público
Si un chavista caído en desgracia quiere sobrevivir, se le obligaría a un acto público de humillación:
Un mea culpa transmitido en televisión donde admita sus errores y exprese su lealtad eterna.
Un video confesando haber sido engañado por enemigos internos y pidiendo perdón al Comandante Supremo.
Una “segunda oportunidad” bajo vigilancia estricta.
En conclusión, la disidencia interna en el chavismo seguiría el guion orwelliano: primero se absorbe, luego se destruye y finalmente se borra. Siempre bajo el principio de que El Partido es infalible y el error nunca viene de la Revolución, sino de individuos desviados.
1984 y el régimen de Maduro: un espejo distópico
La novela 1984 describe a la perfección los métodos utilizados por el régimen de Maduro porque ambos sistemas comparten los mismos pilares de control: la manipulación de la verdad, la reescritura de la historia, la vigilancia constante, la eliminación de la disidencia y la existencia de una oposición funcional que refuerza el poder del Estado. En Venezuela, el aparato de propaganda oficial transforma la realidad a conveniencia, la represión y la censura garantizan la obediencia y la participación forzada en elecciones fraudulentas y sin garantías mantiene la ilusión de democracia. Como en el mundo de Orwell, no se trata solo de someter a la población físicamente, sino de controlar su percepción de la realidad y obligarla a aceptar la mentira como verdad.
En fin, elecciones sin elección
Las elecciones regionales de 2025, al igual que las anteriores organizadas por el chavismo, son un mecanismo de control y simulación. En clave orwelliana, cumplen la función de mantener la ilusión de democracia mientras se neutraliza a la oposición real y se refuerza el aparato de poder. La estrategia del régimen es clara:
- Promover una oposición permitida que participe y valide el sistema.
- Destruir y borrar a los líderes que representan una amenaza real.
- Gestionar la disidencia interna con purgas y control absoluto.
Pero los juegos orwellianos no son eternos. Eventualmente, el poder basado en la manipulación y el miedo se desgasta, y la verdad se impone. La mayoría de los oprimidos, tarde o temprano, deciden dejar de obedecer y rechazan la mentira.
Cuando el miedo deja de funcionar y la población pierde el interés en la farsa, el Gran Hermano queda desnudo y sin poder. Así ocurrió recientemente en Siria con Bashar al-Assad: tras años de propaganda y represión, incluso sus aliados comenzaron a cuestionarlo y su dominio desapareció
Ejemplos recientes incluyen la Revolución Rumana de 1989, que terminó con la caída de Nicolae Ceau?escu; la Primavera Árabe, que derrocó a dictadores en Túnez, Egipto y Libia; y los movimientos en África, como la caída de Blaise Compaoré en Burkina Faso tras masivas protestas populares.
Venezuela no es una excepción; el momento en que los ciudadanos decidan no seguir el juego de la mentira y desobedecer marcará el fin del régimen.
Nota final:
Este es el segundo artículo de análisis sobre el régimen de Maduro en el marco de la novela 1984 de George Orwell.