Condiciones del Diálogo, por Rubia Luzardo

Los tiempos complejos que vivimos los venezolanos, nos convoca a buscar las diversas alternativas para solucionar los asuntos no resueltos en el país y, uno de los aspectos fundamentales a resolver es el encuentro ciudadano, que puede darse a través de la gura del diálogo inclusivo sin discriminación y manipulación de ningún tipo. Claro, el diálogo no es la solución a todos los problemas, pero si nos muestra un camino sabio para encontrar posibles salidas.
Todos queremos diálogo, porque necesitamos ser escuchados, validados como venezolanos y no anulados en nuestras pretensiones ciudadanas, si exigimos un referendo revocatorio a la figura presidencial, tenemos el pleno derecho a ejercerlo, lamentablemente obstaculizar este derecho implica la negación, exclusión sistemática del que piensa diferente, entonces para empezar a entender el diálogo hay que comprender la inclusión del “otro”, lo contrario nos dirige a un camino intransitable de la confrontación permanente.
En estos últimos días todos comentan del diálogo, sin embargo, hay que estar claros que los problemas del país no son meramente políticos, contrariamente tienen su coyuntura económica por el diseño de un modelo que fracasó al no responder al progreso y demandas sociales existentes. Así que el dichoso “diálogo”, exige revisar el problema de fondo, además de la restitución del sistema democrático como condiciones mínimas de inicio.
Aplaudimos la intervención del vaticano en la búsqueda del diálogo, el cual estará orientado seguramente por los más altos niveles de entendimiento humano y diplomacia, no obstante, la crisis nos interpela a preguntarnos ¿en qué se fundamenta las razones del gobierno para sentarse a dialogar? Si las señas que ha enviado no son la de reconocer la voluntad popular que pide medirse en la participación electoral para definir el destino de la nación.
Muy atinente, es el pensamiento del Santo Padre Francisco, cuando señala que “la fraternidad es el único camino para lograr la paz”, observando al “otro” como un verdadero hermano y hermana, en este sentido, los venezolanos estamos llamado a establecer relaciones de diálogo, respeto que permita convivir societariamente en paz, sin discriminaciones de ningún tipo, y sembrando el amor de una sola familia como es la venezolana.
La mayoría de los venezolanos esperamos un cambio institucional, social, económico y político, lo sabio sería dialogar, siempre y cuando se muestre la voluntad de reconocer al otro, la democracia y la constitución son nuestras principales armas para luchar ante un sistema que ha negado por mucho tiempo la participación libre y democrática.