Asamblea nueva, por Ramón Guillermo Aveledo
Asume la Asamblea Nacional, electa hace un mes hoy. La instalación es un acto constitucionalmente pautado hasta en su fecha. La potestad del cuerpo parlamentario de cali car a sus miembros, también constitucional y las previsiones
reglamentarias, resuelven la cuestión en el fondo y en la forma, sin perjuicio de los procedimientos
judiciales y su curso normal; por lo tanto no había motivos para controversias que impidieran que la cámara entrara
en funciones. La normalidad republicana ofrece ventajas para todos los actores políticos y, principalmente, para el país.
Estoy en cuenta de los presagios y rumores, y la experiencia me ha dado su cientes lecciones de realismo como para entender los múltiples riesgos que nos acechan, creo que debió haber sido un día normal en el contexto de un debate político entre visiones de la sociedad muy diferentes. Un debate al cual estamos obligados a quitar dramatismo
de modo de no agregar di cultades a las que ya tiene, puesto que son muchos y muy grandes los problemas que padecemos los venezolanos y han sido bastante anchas las brechas que separan a los actores políticos en cuento a su diagnóstico y sus posibles soluciones.
Nadie gana con una situación caótica que enerve el funcionamiento de la Constitución. No gana el Gobierno, que es el primer interesado en mantener el orden y la paz. Tampoco la oposición, cuya condición de alternativa democrática de poder le ha llevado a dirigir con amplia mayoría el órgano legislativo. Que la situación es inédita en estos años y va a exigir aprendizajes de ambas partes, lógico. Pero no es inédita en la historia de Venezuela.
La Asamblea tiene mucho qué hacer. No debe enredarse en cuestiones que, ante la crisis, son secundarias. Pronto recibirá el mensaje anual del Presidente de la República y las memorias y cuentas de los ministros.
Oportunidad para un examen a fondo de nuestra situación. Indicador objetivo de qué pasa y qué hay que hacer. El indicador subjetivo de cómo perciben los venezolanos cómo viven se vio con claridad el 6-D. Uno y otro elemento han de ser digeridos, tanto por el Ejecutivo y los diputados que lo apoyan, como por la nueva mayoría política y parlamentaria.
La presidencia de un hombre de la experiencia política y parlamentaria de Henry Ramos Allup y el modo como la Unidad tomó su decisión son ya un buen comienzo. A trabajar, pues.