El diario plural del Zulia

Ángel Rafael Lombardi | Venezuela Año Cero

Para Erika

"El realismo no es otra cosa que la forma artística de la verdad".

Roberto Rossellini

“Mi padre, pensativo, se volvió hacia mí, golpeó la pipa, la metió en el cinturón y me acarició la mejilla. Era lo que más me gustaba, me hacía feliz, y así llegamos a casa”. Así termina de manera entrañable el relato de Kafka: “La Muralla China” del año 1917.

Una ternura disimulada ya que las realidades opresivas y trágicas elaboradas por los hombres son básicamente brutales: como las guerras.

Esto nos lleva a una película italiana de Roberto Rosselini del año 1948: “Alemania, año cero”, que testimonia la derrota humana. La humillación perpetua en forma de vergüenza. La Alemania rendida con sus gentes abatidas, desorientadas y muy hambrientas. Un mundo sepulcral sin esperanza para los vivos.

No hay punto de comparación entre Alemania Año Cero en 1945 y la Venezuela de hoy. La destrucción material y espiritual de los alemanes fue total. Los sobrevivientes fueron almas en pena. En cambio, en Venezuela, sin guerra de por medio, la pobreza es nuestro monumento. Y el exilio de millones: una traición a la confianza.

Pero si hay similitudes. Alemania perdió la guerra y fue destruida y humillada a mansalva por los propios nazis y los libertadores que se cobraron el favor ocupando su territorio, violando a las mujeres alemanas y construyendo bases militares que siguen operativas, aún hoy, ochenta años después. Ciento veinte bases militares de los Estados Unidos hay hoy en Alemania y otras tantas en el resto de Europa.

Esto es un recordatorio para los creen que una Legión Extranjera va a salvar a los venezolanos de hoy a cambio de nada. Los países con músculo militar utilizan las guerras como un gran negocio sin importar el daño inmenso que desatan.

Un militar estadounidense que peleó como Marine en muchas guerras tuvo un acto de contrición y denunció la "estafa de la guerra" en 1935. Smedley Butler (1881-1940) nos dice esto: "Tengo el sentimiento de haber actuado durante todo ese tiempo de bandido altamente calificado al servicio de las grandes empresas de Wall Street y sus banqueros. En una palabra, he sido un pandillero al servicio del capitalismo. De tal manera, en 1914 afirmé la seguridad de los intereses petroleros en México. Contribuí a transformar Cuba en un país donde la gente del National City Bank podía burlar tranquilamente los beneficios. Participé en la “limpieza” de Nicaragua de 1902 a 1912, por cuenta de la firma bancaria internacional Brown Brothers Harriman. En 1916, por cuenta de los grandes azucareros norteamericanos, aporté a la República Dominicana la “civilización”. En 1923 “enderecé, los asuntos en Honduras en interés de las compañías fruteras norteamericanas. En 1927, en China, afiancé los intereses de la Standard oil». Sin desperdicio.

Desconozco si a éste patriota muy condecorado por sus servicios a los amos del dinero luego fue defenestrado como antipatriota. Lo cierto del caso es que es un testimonio limpio de un actor de primera línea sobre las hipocresías de quienes romantizan las guerras. Caso típico de las historias nacionales latinoamericanas atiborradas de bandidos con traje de héroes.

Volviendo a la Alemania del Año Cero, el paisaje es desolador: hombres derrotados y en una condición de esclavitud no declarada; mujeres que se prostituyeron por un par de cigarrillos y cualquier mendrugo de pan; los servicios públicos apenas existieron; los niños aprenden a robar en vez de estudiar y los ex combatientes llevan la marca del Diablo. El Tercer Reich acabó muy mal. El delirio de un megalómano impuso el Apocalipsis. 

Todo esto lo presenta Roberto Rossellini (1906-1977) desde un ojo clínico preciso diseccionando como gran documentalista que fue esa muy dura realidad. Los diálogos están de más. Las imágenes conmueven y entristecen.

Sin yo tener la experiencia venezolana de estos últimos veinticinco años todo lo que veo en la película me hubiese resultado indiferente. En cambio, todo me toca muy dolorosamente. Y aflora en mi sensibilidad herida la de pertenecer a un mundo que fue destruido ya no por una guerra sino por una hegemonía política sin empatía ni culpa en esto de dañar al prójimo.

El siglo XXI aún no inicia en Venezuela.

ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN

@LOMBARDIBOSCAN

Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia

Representante de los Profesores ante el Consejo Universitario de LUZ

Mayo, 2025

 

 

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