Al oposicionismo se le agotó el discurso, por Hugo Cabezas

Nunca antes, como ahora, el escenario político venezolano había sido tan dinámico. Al darle una mirada al proceso sociopolítico nacional, uno puede constatar la certitud de esta afirmación. Y es que nunca antes el Pueblo Venezolano (con mayúscula), había estado tan metido en la política, había leído la Constitución, conocido sus derechos y deberes, como está ocurriendo en estos primeros diecisiete años del siglo XXI. La razón de ello la encontramos en haber definido nuestro régimen democrático como participativo y protagónico, como está establecido en la Constitución Bolivariana, lo cual le otorgó al pueblo la condición de actor fundamental del mismo. No entender esta realidad es dar demostración de una enorme ignorancia de la realidad que vivimos.
El oposicionismo padece de este mal, ignora la realidad real de nuestra patria. Ayer se llamó Coordinadora Democrática, hoy se hace llamar Mesa de la Unidad Democrática. Tiene diecisiete años repitiendo el mismo discurso y recurriendo a las mismas prácticas. Por eso el pueblo venezolano no le cree.
No puede creerle, porque su discurso es hueco, insustancial, carente de proposiciones, etcétera, etcétera, etcétera. Recordemos que, después del paro empresarial, el golpe de estado y el paro petrolero (2001-2003), fueron incapaces de sumarse al diálogo nacional para buscarle salida a la situación vivida en esos años; y, no lo hicieron por no tener proposiciones sobre la misma. Recordemos que, después de las derrotas del llamado al revocatorio contra el comandante presidente Hugo Chávez y de su reelección en el 2006, quedaron atónitos. Recordemos que, para el proceso electoral del año 2012, presentaron un programa de gobierno el cual, no tenemos la menor duda, estaba inspirado en los postulados neoliberales de los años ochenta y noventa de la centuria pasada; el mismo, era una réplica de los programas del gobierno de Carlos Andrés Pérez, (1989-1994) El Gran Viraje y de Rafael Caldera, (1994-1999). Un Proyecto de País, incluida la Agenda Venezuela.
Momentos de la vida política venezolana en los cuales el oposicionismo, agrupado ayer en la Coordinadora Democrática y ahora en la MUD, ha sido perseverante en su conducta desestabilizadora y golpista. No ha sido capaz de generar una dialéctica política que la pueda presentar como distinta, mucho menos como otra. Su rostro es el mismo. Su discurso sigue signado por el odio, el desprecio al otro. La sobrevaloración que hacen de sí mismo les impide conocer la realidad real de nuestro país y del Pueblo Venezolano. La pírrica victoria obtenida el 6 de diciembre del año pasado, se les diluyó rápidamente, entre otras razones, porque la sobredimensionaron la construyeron sobre un conjunto de ofertas electorales que no han cumplido y que no pueden cumplir, porque fueron sustentadas en hechos no ciertos.
Creyeron que generar protestas violentas a través de la guarimbas, estimular la especulación, la escasez de productos de primera necesidad y el bachaquerismo, propiciar el intervencionismo extranjero a través de organismos multilaterales como la OEA, exponer a Venezuela al escarnio pú- blico a través de una intensa campaña mediática y del lobby internacional, mentirle al país y al mundo entero con la convocatoria del referéndum, para solo citar algunos, son los desmanes cometidos por el oposicionismo. El objetivo perseguido: “tumbar” al presidente Nicolás Maduro. No lo lograron y no lo lograrán.
Saben que perdieron toda credibilidad. No convocan a nadie. Como borrachos al amanecer, andan peleándose por una botella vacía. No hay duda, al oposicionismo se le agotó el discurso.