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Trump aplaza el ataque a Irán y deja a Israel en una encrucijada estratégica

El mandatario estadonidense ha optado por retrasar la decisión “al menos dos semanas”, lo que ha dejado a Israel ante una difícil disyuntiva. A ello se suma el impacto económico: el cierre del espacio aéreo, la interrupción del comercio y la parálisis de sectores clave. Para muchos dentro del gobierno israelí, cuanto antes se resuelva el conflicto, más rápidamente podrá reanudarse la vida normal

La decisión del presidente Donald Trump de aplazar un posible ataque militar contra Irán ha colocado a Israel en una encrucijada estratégica. Durante días, altos funcionarios israelíes esperaban una acción inmediata por parte de Washington, especialmente sobre un objetivo crítico: la planta de enriquecimiento nuclear de Fordow, ubicada en el norte de Irán y enterrada a tal profundidad que sólo los explosivos más potentes del arsenal estadounidense podrían dañarla con eficacia.

Pero Trump ha optado por retrasar la decisión “al menos dos semanas”, lo que ha dejado a Israel ante una difícil disyuntiva: continuar esperando apoyo estadounidense o arriesgarse a actuar en solitario, recoge el New York Times.

El costo de la espera es alto. La prolongación del conflicto impone una presión creciente sobre el sistema de defensa antiaérea israelí, que se ve forzado a priorizar ciertas regiones frente al agotamiento de sus interceptores de misiles. Con cada día que pasa, el riesgo de que misiles balísticos iraníes impacten zonas civiles o infraestructuras estratégicas aumenta.

A ello se suma el impacto económico: el cierre del espacio aéreo, la interrupción del comercio y la parálisis de sectores clave amenazan con agravar el costo interno de la guerra. Para muchos dentro del gobierno israelí, cuanto antes se resuelva el conflicto, más rápidamente podrá reanudarse la vida normal.

Ante la incertidumbre de Washington, Israel sopesa otras alternativas. Una posibilidad es lanzar un ataque directo contra Fordow con sus propios medios. Aunque Israel posee capacidad aérea avanzada, sus bombas actuales podrían no ser suficientes para dañar una instalación tan reforzada. Algunos expertos barajan incluso la opción de una operación encubierta con comandos de élite para sabotear el sitio desde dentro.

El jueves, el primer ministro Benjamín Netanyahu dejó entrever la posibilidad de una acción unilateral. “Alcanzaremos todos nuestros objetivos, todas sus instalaciones nucleares. Tenemos el poder para hacerlo”, declaró en una entrevista televisiva.

Sin embargo, voces expertas advierten que un ataque sin el respaldo estadounidense tendría un alcance limitado. “Si Israel pudiera hacer lo que Estados Unidos puede hacer, ya lo habría hecho”, dijo Itamar Rabinovich, exembajador de Israel en Washington.

Otra opción, más cautelosa pero controvertida, sería poner fin a la guerra sin atacar Fordow. Esto significaría dejar intacta una parte sustancial del programa nuclear iraní, y con ello, la posibilidad de que Teherán logre desarrollar una bomba atómica que pueda representar una amenaza directa para Israel.

Por ahora, esta posibilidad parece lejana. El discurso político en Israel se ha endurecido: se habla abiertamente de derrocar al régimen iraní y eliminar al líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei. Aunque estos objetivos puedan parecer inalcanzables en términos prácticos, reflejan una intención clara de continuar con la ofensiva militar.

El ambiente interno en Israel también respalda esta línea dura. El viernes, los medios locales mostraban un marcado respaldo a la campaña militar, y nuevas encuestas daban al partido de Netanyahu su mejor resultado desde octubre de 2023, tras el devastador ataque de Hamás.

Así, mientras Washington gana tiempo, Israel se enfrenta a su propio reloj estratégico. La decisión de actuar o esperar podría definir no solo el rumbo del conflicto con Irán, sino también el equilibrio de poder en toda la región.

 

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