Tensión migratoria golpea la salud mental en EE. UU.: "Tienes miedo todo el tiempo"

El clima de deportaciones masivas de migrantes latinoamericanos desde Estados Unidos hace que la comunidad de habla hispana viva con ansiedad y estrés constante. La cadena Univisión reseñó la historia del hondureño Byron Castillo, quien vivió casi cuatro años en Fresno, California.
El hombre de 32 años relata que desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, sentir miedo se volvió parte de su rutina. “Cada semana te enterabas de que ICE había detenido a un vecino o a un compañero. Ya no quieres salir, tienes miedo todo el tiempo, te pesa el cuerpo porque no sabes cuándo te va a tocar a ti”, cuenta.
Su peor temor se hizo realidad cuando fue detenido por agentes migratorios mientras iba a su trabajo como albañil. A finales de mayo fue deportado a Acuña, Coahuila, sin poder avisar a su familia. “Toda mi vida estaba allá y ahora regresar parece un sueño imposible. No puedo dormir ni comer, no sé qué voy a hacer”, confiesa.
Esa ansiedad y ese miedo que experimenta Castillo desde antes de ser deportado, no es un caso aislado. Se ha vuelto síntoma recurrente entre la población inmigrante indocumentada y se ha intensificado desde que Estados Unidos comenzó a implementar su plan de deportaciones masivas, reviviendo la 'tolerancia cero' del primer gobierno de Trump.
Acción Migrante, una plataforma creada desde México en febrero que, entre otras cosas, ofrece atención psicológica a mexicanos y a migrantes de otras nacionalidades, ha identificado que el estrés severo, la ansiedad y la depresión son las afectaciones de salud mental más frecuentes entre los migrantes en lo que va del año.
Desde su inicio, el programa ha registrado un fuerte aumento en la demanda psicológica, pasando de atender solicitudes de 30 personas por semana en febrero a más de 200 desde junio.
La doctora María Elena Medina, coordinadora de salud mental de Acción Migrante explica que la plataforma evalúa los síntomas de la persona para canalizar a los usuarios con especialistas. “Quienes buscan ayuda son, en su mayoría, personas deportadas que enfrentan pérdida, miedo y separación familiar, condiciones que pueden derivar en trastornos más graves si no se atienden oportunamente”, detalla.
En los primeros meses de operación, Acción Migrante ha registrado un aumento significativo en la demanda de atención psicológica. Medina señala que en un inicio atendían solicitudes de 30 personas por semana, pero que a partir de la semana del 8 de junio hubo un incremento de más de 200 casos que en su mayoría reportan síntomas de estrés, ansiedad y depresión.
“Actualmente, más de 500 personas han completado están recibiendo tratamiento. La mayoría son mujeres, cerca del 72%, que buscan apoyo principalmente para manejar la ansiedad y la depresión, mientras que los hombres presentan más trastornos por abuso de sustancias y problemas de conducta”, revela Medina.
La especialista explica que los inmigrantes viven una situación de miedo permanente en Estados Unidos, lo que les genera un estrés muy intenso. Esto les dificulta llevar una vida normal, pues temen ser detenidos en lugares que antes frecuentaban normalmente como escuelas, iglesias u hospitales.
“Este estrés es muy incómodo, hace difícil tomar decisiones y puede volverse crónico, derivando en trastornos de ansiedad que impiden respirar o salir de casa. Además, el estrés afecta el ambiente familiar, ya que los niños perciben el miedo y la separación de sus padres, lo que agrava el impacto emocional”, comenta la académica.
Otra afectación que puede surgir de los síntomas que han predominado en los últimos meses entre la comunidad inmigrante es el estrés postraumático. Medina detalla que se da cuando las personas han vivido experiencias traumáticas, como la separación de sus hijos.
“Estas imágenes o recuerdos quedan impregnados y la persona los revive constantemente, incluso cuando está despierta o dormida. Es una ansiedad terrible que afecta la vida diaria, dificultando las actividades para mantener el hogar y dar paz a los hijos”, señala la doctora.
La académica enfatiza la urgencia de atender estos trastornos para evitar consecuencias graves. “El estrés y la ansiedad también pueden desencadenar violencia, consumo de sustancias y pensamientos de muerte”, asegura. “Mientras más rápido se brinde atención, menos pérdidas y sufrimiento habrá. La intervención oportuna es vital para proteger la salud mental y la calidad de vida de los migrantes y sus familias”.
La salud mental de los inmigrantes indocumentados se encuentra en constante riesgo debido a las múltiples adversidades que enfrentan cuando migran. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) establece que cualquier proceso migratorio implica una redefinición de identidades, roles y sistemas de valores —tanto individuales como colectivos— además de la exposición a múltiples adversidades que generan tensiones profundas.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que las personas refugiadas y migrantes expuestas a la adversidad presentan necesidades de salud mental condicionadas por sus experiencias previas, el trayecto migratorio, las políticas del país de acogida y sus condiciones de vida. El organismo señala que, en muchos casos, el riesgo de padecer trastornos de salud mental es mayor que el de la población local.
Lisa Fortuna, presidenta del Consejo de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría para Niños, Adolescentes y sus Familias (APA), destaca la profunda afectación que la aplicación de las leyes migratorias tiene sobre la salud mental de las comunidades migrantes.
“La aplicación de la ley migratoria genera un efecto en cadena de trauma, no solo durante las redadas, sino también en el miedo y ansiedad persistentes que afectan a niños y familias”, indica Fortuna.
“La incertidumbre que se genera en los niños cuando no saben si sus padres estarán en casa se convierte en estrés tóxico que afecta su sueño, aprendizaje y desarrollo emocional. No podemos separar la política migratoria de la salud mental, pues son problemas de salud pública profundamente ligados”.
Como directora del Departamento de Psiquiatría y Neurociencias en la Universidad de California en Riverside (UCR), Fortuna puntualiza que los efectos psicológicos más comunes en migrantes son: trastorno de estrés postraumático, ansiedad, depresión, estrés parental crónico y alteración de la autonomía reproductiva. Esta última debido a que las redadas migratorias han provocado retrasos en la planificación familiar por miedo y trauma.
De acuerdo con la psiquiatra, entre los detonantes principales están las redadas migratorias, la inestabilidad económica, el miedo constante a la detección y el trauma intergeneracional.
Para enfrentar estos retos, Fortuna recomienda redes de apoyo mutuo, educación para el autocuidado, planificación de seguridad, apoyo legal integrado y políticas que limiten la aplicación de la ley en lugares sensibles y garanticen el acceso a la salud mental sin importar el estatus migratorio.
“Para las familias migrantes, lo fundamental es contar con seguridad, estabilidad y la posibilidad de planear el futuro de sus hijos sin miedo”, expresa la especialista.