Migrantes venezolanos son agredidos en la frontera con Brasil

Las tensiones se desbordaron el 18 de agosto, cuando los residentes de la ciudad fronteriza de Pacaraima, Brasil destruyeron campamentos improvisados, quemaron carpas y posesiones y corrieron a personas migrantes hasta la frontera. Durante los siguientes días poco a poco se fue descubriendo la cadena de malentendidos, prejuicios y frustración que condujo a toda esa violencia, reseña AFP.
Según la ONU, unos 1,6 millones de venezolanos han abandonado su país desde 2015. La mayoría se han dirigido a naciones vecinas como Colombia, Ecuador y Perú.
Cerca de 50.000 han llegado a Brasil. Para quienes llegan por carretera, el punto de entrada es uno de los estados más pobres del país y el menos preparado para una afluencia tan masiva.
El lugar donde estalló la primera ola de violencia contra los migrantes venezolanos ha tenido por años una relación muy estrecha con su pueblo hermano venezolano, Santa Elena de Uairen, al otro lado de la frontera. Los brasileños cruzan regularmente en automóvil a Santa Elena para cargar combustible ya que, Pacaraima no tiene una estación de servicios mientras que los venezolanos llegaban al otro lado para abastecerse en alimentos.
Cuando se llega a Pacaraima, se pueden observar restos de colchones y zapatos quemados en la carretera. La población venezolana estaba ansiosa por hablar, pero no a ser filmados, temerosos de posibles represalias.
El conflicto empezó debido a que unos ladrones atacaron a un comerciante local. A través de rumores se difundió que los criminales habían sido venezolanos y que el hombre había muerto. Ambas informaciones eran incorrectas.
Pero los residentes decidieron perseguir a los venezolanos, avanzando por la ciudad. Una vez que los corrieron, quemaron sus pertenencias. Una pareja de venezolanos expresó que habían huido a las montañas y esperaron dos días sin comida, ni agua antes de animarse a regresar.
Fue feo, muy feo, nos dijo un joven, visiblemente conmocionado.
Algunos migrantes dijeron que los residentes iban en patrullas por la noche para ahuyentar a cualquier venezolano que se aventurara a dormir en las calles.
¡La mayoría de los que estaban allí eran escoria, ladrones, vagabundos!, dijo una mujer.
El comerciante local que había sido robado dijo en televisión que sus atacantes habían sido brasileños, no venezolanos. Un paciente con el mismo nombre había muerto en un hospital de la localidad.
Los residentes de Pacaraima también se enfurecieron porque la atención de los medios se dirigía a los migrantes. Los venezolanos luchan por ganarse la vida y obtener asistencia sanitaria pública de calidad. Desde su punto de vista, era una locura que la atención se centrara en los migrantes que habían "invadido" su ciudad. Pero se olvidaban que es el Estado brasileño el que debe garantizar los derechos de las dos poblaciones.
Un funcionario de la ciudad tuvo un altercado con uno de los periodistas al no haberse dejado filmar echando de la acera a un venezolano vendiendo en la calle.
Las autoridades locales estiman que 25.000 venezolanos han llegado a Boa Vista, muchos de los cuales viven en uno de los diez refugios establecidos para recibirlos. Pero 2.500 todavía se encuentran en la calle.
Los migrantes dijeron estar preocupados por eventuales nuevos ataques como el de Pacaraima. Y contaron que les arrojaron piedras en Boa Vista.
Brasil ha intentado lidiar con la situación desplegando su ejército en la frontera para brindar "seguridad" tanto a brasileños como a venezolanos. También comenzó a transferir inmigrantes a otras partes del territorio, pero 800 venezolanos ingresan al país diariamente.